15 -Cita

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|• Cita •|

Estaba desubicada, mi ropa no era adecuada para estar en un restaurante y ni como pasar desaparecevida cuando era la única cabellera roja entre tantas rubias bronceadas. Tobías se habia encargado de todo, reservar el lugar, hasta los platillos que nos traerian.

Le comente sobre la carta, le dije que me sentia presionada pero que su gesto me encanto, su cara de sorpresa era evidente cuando le dije que fue el primero. Estaba muy guapo con su traje de vestir un tanto informal sin corbata, claro, que lo guapo siempre destacaba. Él sonrió ante mi escrutinio y mis mejillas se tornaron rojas si no es por el mesero que retiraba los platos, no se como me saltaba de conversación.

Terminamos los prostes mientras me contaba que actualmente no estudia, sólo viaja con su padre y su hobbie es la fotografía. Yo le conté de que vivo en unos de los apartamentos de la universidad pero que mi casa esta en California. No le quise contar más porqué iba a pensar que soy la tipica joven adinerada.

Ya eran las seis de la noche y mi estómago dolia de tanto reir. Nos despedimos, prometimos repetir la ocasion y mantenernos en contacto, claro que accedí.



Entre al apartamento sumida en mis pensamiento metí la cerradura y las luces estaban apagadas señal de que Lexa no estaba, me fui a mi cuarto, deshice mi ropa y me puse pijama. Estaba en el cuarto de lavanderia recordando todo lo sucedido hoy con Tobias, me dispuse meter ropa dentro de la lavadora y lavar a mano las medias para que no rasgaran. Aerosmith sonaba, me puse a cantar por incercia, por amor. Di la vuelta para tender tender las medias,un grito salio de mi boca haciendo latir mi corazón a una velocidad intensa.

—Mierda Ezra, algún dia me darás un infarto —le dije intentando sonar molesta pero estaba avergonzada ¡me escuchó cantar todo el tiempo!

Rió suavemente
—Lo siento, no es mi culpa que te pongas a lavar con auriculares —dijo con malisia. Rode mi ojos y termine de tender mis medias. Me apoye al lavandero y le baje el volumen a mi música, por si acaso me decia algo.

Metio su ropa en la lavadora, dio media vuelta para quedarme viendo. Mi corazón se volvió acelerar, nos quedamos viendo por unos momentos sientiendo una conexión extraña en un cuarto demasiado pequeño. Empezaba a tener claustrofobia. Desvie mi mirada al suelo, desconecte mi ipad guardándolo.

Empezo acercarse lento hacia mi. Mis piernas estaban como gelatina, mi pecho subia y bajaba con dificultad, mi vista se fue hasta su nuez de Adán subió y bajó con rapidez. Me sentia como una presa aterrada ante su cazador.

Poso su manos a los lado del lavado, su mirada viajaba de mis pies hasta que llego a mi rostro, y por fin pude ver mejor lo hermoso que eran sus ojos. Era un café mezclado con negro, impresionantes. Sin querer mi mano se poso en su mejilla haciendo que él sorprendiera por el tacto.

—¿Qué haces? —susurro.

—Admirando tus ojos –—musite. Ladeo su sonrisa y mis mejillas se sonrojaron.

—¿Porqué huyes de mi, Ezra? –—Mi tono de voz era dolido. Paso su mano por mi rostro y yo seguia viendo esos ojos que me tenian perdiendo la cordura.

—No te merezco... –—susurro— Eres como una estrella fugaz, quisiera tenerte junto a mí pero, estas fuera de mi alcancé.

—¿Porqué dices eso? —frunci mi ceño alejandome un poco de él.

Sacudio su cabeza en negación.

–—Por nada, tu ropa esta lista. —dijo dandome la espalda.

Ahi estaba otra vez, con ese juego de adolescentes. Cabizbaja tome mi canasta con ropa y me fui del cuarto de lavado, escuche su puño contra la lavadora. Pero eso no resolvía nada.

Una vez en mi cuarto me dispuse a guardar todo, mientras buscaba los libros que estudiaria para el siguiente examen. Aunque seguia pensado en lo que me había dicho Ezra; Fuera de mi alcancé.

—¿Puedo entrar? —escuche a Lexa sacandome de mis pensamientos.

—Adelante —grite un poco.

—Ayudame necesito un favor –—dijo haciendo cara de cachorro.

—Claro —dije sonriendo.

—Prestame dinero.

Jamás desde que habia vivido con Lexa me había prestado dinero y eso me asombraba.

—Ehmm ¿cuanto quieres? —pregunte algo extrañada.

—Quinientos dólares.

—Sabes que no manejo esa cantidad en la cartera, pero dejame buscar. –—regrese a las gavetas por si tenia el sobre de ahorro y se los di.

—Gracias, gracias. Que te lo pague diosito porque yo no tengo –—respondió abrazandome y se marchó de mi habitación.

Con mi lentes de lectura empecé a estudiar para los siguientes dos exámenes de mañana. Seria una noche larga...



Un Amor Secreto ||Ezra MillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora