32 - Inesperado

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                           |•Inesperado•|

Ricardo (padre de Charlotte)

Estaba dormido cuando el celular comenzó a sonar, veo la hora tres de la mañana, ni siquiera la empresa tiene permitido demasiada insolencia. Paso una mano por mi rostro y contesto.

—¿Hola?

—Señor, tenemos un código rojo con William y su hija.

Mi corazón late deprisa.

—¡¿Cómo es posible?! —exclamo, elevando mi cuerpo de manera brutal haciendo que mi mujer se levante confundida ante mi voz.

—Ya tenemos todo el equipo necesario en la sala, baje de inmediato, para que escuche lo que realmente pasó.

Me pongo la bata de dormir y salgo enseguida. Solo espero que mi hija salga libre de cualquier cosa. Todos los hombres que trabajan para mí están en la sala, junto a computadoras, radares y haciendo llamadas a quién sabe.

—¿Que ha pasado? —cuestiono a mi subordinado.

Enciende una de las computadora y en la pantalla solo veo líneas que se mueven mientras se va reproduciendo todo lo que iban hablando mi hija y William. Rebeca suelta un grito ahogado a mitad de las escaleras cuando escucha lo que parece ser el cuerpo de Charlotte traspasar un vidrio, lo último es una explosión que me deja sin aliento alguno.

—Suponemos que son los anteriores socios que despidió, señor. Pero solo es una suposición... Claro. Sí nos brindara más información de sus últimos clientes podríamos...

—¡¿Supones?! No estoy para malditas mierdas, conoces la ruta. Llévame hasta ahí. —Digo subiendo a cambiar mi atuendo y tomando mi arma.

—¡Ricardo, no! ¿Que haré si te pasa algo? —mi mujer me obstaculisa la puerta y la tomo por los hombros.

—No puedo dejar a una de mis hijas morir, Rebeca. Nunca me lo perdonaría. —La apartó suavemente y corro directo a subirme a una de las camionetas que mis hombres prepararon.

El trayecto parece una eternidad y no puedo sacar de mi mente todo el dolor que mi hija pudo estar pasando junto a mi buen amigo, William. La rabia me carcome al no saber siquiera de los posibles malhechores. Sin duda descarto a todos mis clientes y socios antiguos, poseo registros confidenciales de cada paso que dan, nunca sé cuando puedan querer atacarme y hasta donde sé todos están fuera del país y una parte no se acerca a mis alrededores.

¿Quién tendrá tanto odio para hacer esto? ¿Quién no sabrá valorar que hay una familia que le espera mi pequeña?

La circulación está regular, muchos curiosos pasan despacio por el barranco al ver la camioneta de mi hija hecha trizas, lágrimas me asaltan al intentar reproducir todo el dolor por el que pudo haber estado pasando, la carretera llena de derrapes de las llantas, casquillos de balas esparcidos y sangre en el vidrio por el cual supongo salió volando. Corro por el barranco buscando entre los matorrales que golpean mi rostro alguna señal de que pudo haber quedado aquí. Pero las únicas pisada que hay son las que salen de nuevo a la carretera. Confusión e ira se arremolinan en mi pecho por una corazonada que no quiero aceptar.

—Señor, Charlotte no está por ningún lado. Eso significa que...

—Se llevaron su cuerpo —Finalizo por él. Alzó la vista al cielo mordiendo mi labio superior tapando mi boca mientras las lágrimas corren de prisa por mi rostro. Grito de rabia, de enojo, de impotencia.

Terminan de recaudar todas las evidencias posibles mientras veo la grúa llevarse el auto hasta el lugar donde empezaran a trabajar para encontrar a mi hija.

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Pasaban los días, y Ricardo no tuvo más opción que avisar a Ezra y Tobías sobre la situación. No habían avanzado mucho y el riesgo que corría Charlotte iba en ascenso por cada día, el rumor no se había expandido todavía pero cuando el secreto saliera a la luz, estaba dispuesto a pagar lo que fuera necesario por la vida de su hija.

La reunión iba a hacer en el mismo lugar donde se mantenía ahora, el subterráneo de la empresa. Rebeca no paraba de decirle que regresara a casa, por esa actitud tan tosca fue que mandó a sus abogados a tramitar papeles de divorcio, no soportaba la idea de eso. Aunque bien sabía que Charlotte no era hija de él, siempre vió esa pureza en su alma similar a la suya, las razones eran obvias del porque, pero espero tanto para que Rebeca se abriera con él y le dijera toda la verdad que calló hasta el día que fuera necesario.

Los jóvenes llegaron en la misma camioneta y al lugar acordado gracias a uno de sus guardaespaldas, las diferencias eran vistas a distancia el aspecto de Ezra sin duda era más libre, con botas y cabello revuelto a su lado, Tobías vestido tan formal como hombre de oficina. Mi hija seguro batallaba mentalmente con estos dos.

—Buenas tardes —saludan en coro. La incomodidad era notoria.

—Tomen asiento, por favor.

—¿Pasa algo con Charlotte? —escupe de inmediato Ezra. Ve todo a su alrededor, las pizarras electrónicas llenas de dibujos de carreteras, bocetos de personas y más.

Hace una seña para que empiecen a reproducir el audio que pasó escuchando diariamente. La mirada de Ezra se llena de lágrimas mientras Tobías aprieta puño firme cuando escucha los gritos de Charlotte.

—¡Paren esa mierda! —grita Ezra tomándose la cabeza y negando frenéticamente— Ricardo, ¿como pasó?¿cuándo?

—Hace una semana y no hemos encontrado nada. Los cité para ver qué información pueden brindarme cuando salían con ella, qué cosas extrañas veían.

—Yo no salí tanto con ella —se sincera el muchacho.

—Recuerdo que una vez... Nos asalto un paparazzi, le tomo unas fotos y jamás ví publicada dichas fotos.

—Venga conmigo joven, necesito sus declaraciones. —José, investigador privado lo lleva a un apartado para obtener detalles a fondo de ese día.

—Me voy —Se pone en pie Ezra y le tomo el brazo.

—Muchacho, sé cómo te sientes, déjame darte un abrazo —sus ojos estaban picados de lágrimas, cuando posó su cabeza en mi hombro humedeció mi camisa, y apretó fuerte. Ese dolor colosal de su mirada, supe que algo estaba mal en ellos.

—Fui un maldito —sorbe su nariz— no le he dado su espacio, la quería solo para mí y por eso discutimos. Seguro quiso ir a arreglar las cosas —nego con su cabeza pasando su mano por el rostro— yo tan mal que la trate, no la merezco.

Estaba apenado por él. Pero eran sus emociones y yo no podía hacer nada.

—Vete con cuidado muchacho.

Salió del subterráneo y la presión sucumbía más fuerte al no tener los resultados deseados.

Sentía que todo se estaba saliendo de mis manos.














Nota: Capítulo corto, lo sé XD. Pero quería darles a conocer esa impotencia desde otro punto de vista. Y que mejor que la de un padre, ese ser que tanto nos cuida. En fin, espero sea de su agrado, nos vemos en el próximo capítulo que será narrado por... 🤫😉

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⏰ Última actualización: Sep 18, 2019 ⏰

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Un Amor Secreto ||Ezra MillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora