24 - Ambedo

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|• Ambedo •|

Una vez que salimos de casa nos fuimos al antiguo apartamento donde vivía. Puse mi contraseña y la puerta se abrió de forma automática. El blanco y negro predominaba, a excepcion del salon de juegos, esa la habia personalizado yo misma. Tobías admiraba meticulosamente los distintos cuadros que tenia

—Parece una casa museo... —hablo ensimismado, rozando con la yema de sus dedos los cuadros— ¿Quién es el pintor?

Tomé mi favorito, en el se reflejaba dos personas, ambas observando diferentes retratos; el chico viendo un mar azul y la chica un desierto negro con ramas secas.

—Nunca lo supe, una de las veces que logre escapar, mientras baja por el subterráneo para volver a casa, una chica estaba exponiedo todos estos cuadros, me acerqué a observalos cada uno y simplemente me atrapó —sonrei ensimismada recordando esa vez—. Le dije que me los llevaba todos, ella no se lo creia. Le dejé mi número y me fui a casa. Unas semanas después los estaba instalando.

Eleva sus cejas y curva sus labios.

—Tienes historias interesante mi querida Charlotte, talvez otro dia me quede a escucharlas —reprime un bostezo—, yo iré a dormir.

—Usa mi recámara, es la única que hay de hecho.

Le veo avanzar a paso perezoso y yo me tiro de espaldas al sofá de cuero negro.

Desbloqueo mi móvil y le marco a Lexa.

—Ya estoy en casa —digo, de inmediato.

—¡Yo estoy bien gracias! ¿y tú? —una risotada se me escapa por su sarcarmo. Camino a la cocina con el móvil entre mi hombro y oreja.

—Bien ¿Qué tal todo?

—Nada fuera de lo normal.  —escucho el sonido del aceite friendo algo. Y yo saco una manzana y le doy un mordisco.

—uhmmm ya. —digo, con la boca llena.

—Si, ya se que te peleaste con Ezra... No ha venido a preguntar y tampoco lo he visto cerca de aqui. Por algo no me confiaba.

Bajo mi cabeza resignada para luego sentir esa punzada de decepción.

—Esta bien, cualquier cosa me llamas ¡usa protección! —rio por lo que le he dicho animando un poco para no hacerle saber cuán triste me encuentro, lo último que escuché de su parte fue un: ¡Maldita perra! Y corte la llamada.

Regreso a la sala y me quedo sentada a modo indio observando un cuadro de diferentes formas. Lo primero que quise fue ver a mis padres y sin embargo no vi a ninguno, luego pensé que Ezra por alguna extraña razón se había dignado a saber de mi y tampoco.

Camino a la recámara y me le uno a Tobías en dormir. Le doy la espalda poniendo mis manos en un lado de la cara para luego cerrar mis ojos.

El sonido de una llamada me hace que alguien a mi lado se queje, y yo abro mis ojos despacio aleteando mis pestañas al ver las luces apagadas. Intento desfricar de donde proviene el sonido porque del cuarto no es. Recuerdo que lo deje en la sala y me levanto de inmediato.

—¡Carajo! —susurro dando saltos al sentir lo frio del piso. La llamada se pierde y veo que era de mi madre.

De: Madre
Te he mandado unas cuantas prendas para estos días y un paquete en especial que usarás esta noche en el Resort H. Se puntual, en dos horas tienes que estar ahí.

El timbre suena y William trae unas bolsas con etiquetas de marca y una caja en la que supongo son zapatos y otra mas.

—Dejalos por ahí —le hago paso y me los deja en el sofá.

—Abajo le darán las llaves de su auto. —hace un asentimiento con su cabeza— nos vemos, señorita.

—Adios, William. —cierro la puerta y corro de inmediato a ver los paquetes.

Un traje completo en color verde de tela fina y con un escote al frente. Unos tacones plateado y unos aretes en color plata.

—Te verás hermosa con eso puesto... —murmura lo suficientemente alto Tobías, le doy una mirada y me sonrojo.

—Saldremos esta noche y al parecer es demasiado... Elegante —le levanto la prenda.

—Llamaré a mi asistente para que me consiga un traje. —regresa a la habitación y yo le sigo el paso.

—¿En que trabajas? —inquiero.

—Soy modelo y ex-futbolista. —se encoje de hombros.

—¿Por qué nunca me lo dijiste? Cuentame más —me siento en la cama y él hace lo mismo luego.

—No le doy mucha importancia sabes, mi padre es futbolista del PSG talvez, lo conozcas es Lucas Moura. Bueno, él quiso que siguiera sus pasos, luego de un tiempo desisti sabiendo que no era lo mio y me dedique al modelaje. —El timbre suena y el camina abrir la puerta— Todo listo, nena.

¡Qué rápido!

—Me ducharé —anuncio.

Entro y me despojo de la ropa para luego meterme en la bañera a relajar mi cuerpo. Minutos despues salgo y me pongo la braga, me coloco los tapa pezones dado el escote no podré usar sostén.

Me siento en la silla y comienzo a maquillarme en tonos oscuros los párpados, aplico labial matte color piel. En el cabello me lo hago recojido dejando unos rizos sobresaliendo. Con suma delicadeza subo la prenda por mis piernas para luego meter mis brazos y asi acomodarmelo en la parte de adelanto, mas no puedo cerrarmelo sola. Los sostengo en la parte de el frente y le llamo a Tobías entre gritos. Ya llevo mas de hora y media encerrada.

—¿Qué pasa?

—Ayudame —le doy la espalda y el entiende a que me refiero. Lo analizo por el espejo. Lleva una camisa blanca con un negro, y una corbata rojo vino a medio hacer.

—Deja de acosarme señorita. —toma mi mano haciendome quedar frente a él—. Sabía que te mirarias hermosa —besa mi mejilla y yo le abrazo agradecida.

que las intenciones de Tobías van mas allá, que mamá lo adorará al momento de saber que proviene de buena familia. Pero, mi mente no deja de pensar en Ezra deseando que sea él quien me diga todas estas cosas bonitas.

Aclaro mi garganta.

—Tu manejas. —digo, el arruga su frente como si no entendiera y salimos de la habitación.

Un Amor Secreto ||Ezra MillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora