26 - Efervescencia

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|• Efervescencia •|


He tenido las mejores mañana junto a Ezra aunque solo han sido dos días, estoy flipando por eso.

Se acurruca mas a mí posando su brazo en mi cintura, yo me acerco a él y le acomodo un mechón de pelo que ha caído en su rostro, tengo una sonrisa de boba al verlo tan sereno, sin esa mandíbula apretada como si siempre estuviera enojado. En modo gato mueve la cabeza en mi mano para que siga acariciándole.

—Es muy temprano... —Murmura con la voz enronquecida por su despertar. Sonrío por el tono aniñado que utiliza.

—Lo sé... —contesto acariciándolo.

—¿Y no te importa? Llevas los dos días, así, despertándome.

—¿Te molesta? —detengo mi mano y le veo porque tiene los ojos cerrados.

—No, mi amor —lo ha dicho—; sería feliz que todas mis mañanas fueran contigo provocandome ojeras.

Una risita apenada sale de mí tiñendo de carmín mis mejillas.

—Te quiero, Ezra. —Confieso inflando mi pecho ante tal emoción que me provoca.

Su sonrisa tan hermosa aparece, toma mis mejillas para quedar con nuestras frentes unidas.

—Yo también te quiero —sella sus palabras con beso dulce.

Se aparta de mí cubriéndose más su cuerpo.

—Alguien también ha despertado —dice, mientras yo abro mis ojos apenada por su referencia de erección mañanera.

—Vaya —digo sarcástica—, hemos despertado todos.

Me pongo las pantuflas y voy hacer el desayuno, de reojo veo un bulto en los sillones; extrañada me regreso a ver. Tobías esta con una pierna en el piso helado y con otra enrollada, todos los cojines los uso como una cobija improvisada nada calentadora.

—Tobi... Tobi... —remuevo con suavidad su cuerpo intentando despertarlo para que se acueste en un lugar mejor.

Pero me es imposible. Regreso a la habitación y tomo del ropero una mantas gruesa.

—¿Donde lo llevas?

—Tobi se quedó dormido en el sofá, lo abrigare un poco.

Con los brazos en la parte trasera de su cabeza me hace un asentimiento.

Lo abrigo y subo su pierna al sofá para comodidad.

Preparo una ensalada con atún, pico frutas y jugo de naranjas. Lo coloco en un plato y espero a Ezra para comenzar el desayuno.

Mi móvil comienza a sonar, ruedo los ojos al saber que es mi mamá quién ha pasado llamándome. No le he contestado desde que Ezra ha venido, sé como es ella y a decir verdad me apena un poco. El desdén con el que mira a los demás que no sean un Hulzen es aterrador.

Ezra se sienta y comenzamos a desayunar juntos entre risas bajas y coqueteo continúo.

Al llegar la tarde, salgo al centro comercial y le compro dos camisas para realizar lo que tengo planeado en nuestra última noche, luego de nuestro desayuno me dijo que solo podía estar esta noche conmigo debido a su trabajo. El ambiente que se formó fue incómodo ya que ambos recordamos lo sucedido anteriormente...

Un Amor Secreto ||Ezra MillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora