Capítulo 2.

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Nathaniel.

Me desperté cuando los rayos de Sol iluminaban mi habitación. No recuerdo nada de lo que pasó anoche, pero al parecer la pasé bien ya que cuando me giro al otro lado de la cama me encuentro con una morena desnuda dormida en mi cama.

Demonios, ¿en serio no puedo recordarlo?

Sonrío porque al menos la pasé bien.

Anoche los tarados que tengo como amigos y yo organizamos una fiesta de pre-cumpleaños en mi casa. Tengo casa sola para mí, ya que mis padres están en un viaje de negocios en Australia y creo que llegaran el domingo por la mañana, un día después de mi cumpleaños, pero como ya estoy acostumbrado a pasar siempre mis cumpleaños sin ellos, me da igual. Sus estúpidos viajes y compromisos de negocios siempre han estado primero que yo, que soy el único hijo que les queda, y a pesar de la muerte de Nathalie hace cinco años, no tomaron conciencia de eso e igual hicieron lo que siempre han hecho por años. Trabajar, trabajar y trabajar.

Me levanto de la cama y recojo mi bóxer tirado en el suelo y me lo pongo. Me acerco a la ventana y comienzo a ver el azulado cielo que hay en esta mañana. Por más que doy con mi mente, no recuerdo muy bien la fiesta de anoche, sólo sé que había mucho licor y música, también chicas muy sexis allí, y de hecho con la que tengo dormida en mi cama, no es una excepción. Mis fiestas siempre han sido las mejores. Cuando estaba en la secundaria todos venían y se la pasaban bien, aunque era un total descontrol porque venían y traían a gente que no estudiaban allí; pero como mis fiestas eran públicas, la gente se la pasaba bien así, y yo no me quejaba por ello.

Recuerdo cuando Nathalie siempre se molestaba conmigo porque cada fin de semana hacía una fiesta en casa, ella sólo se encerraba en su habitación y de allí no salía en toda la noche. Ella fue una persona muy especial para mí, ella tenía una hermosa carita angelical, que era por eso que todos los idiotas de la preparatoria estaban detrás de ella como un grano en el culo, y yo tenía que golpear a alguno de ellos si llegaba a propasarse con ella. Y todas las noches sueño con ella, como si el sueño fuese realidad. Ella era mi hermana y también mi mejor amiga, siempre nos contábamos de todo. Yo confiaba en ella, y ella en mí. Todos los días pienso en ella, y el vacío que tengo en el pecho jamás se ha ido, y creo que jamás se irá si la echo tanto de menos. Desde que ella murió yo no he vuelto a ser el mismo, y lo reconozco. Pero también parte de la culpa se las doy a mis padres que nunca se preocuparon por nosotros, que siempre su maldito trabajo ha sido su prioridad y que gracias a eso Nathalie no está con nosotros. Pero claro, como ellos no eran los que estaban ahí para mí, y ella sí, nunca entenderán mi dolor.

–Buenos días. – la voz de la chica me sorprende y me hace dar un respingón, y me volteo hacia ella para mirarla.

–Buenos días. –sonrío

***

– ¿Me llamarás? – me pregunta coquetamente mientras juega con su cabello.

–Claro. –que no.

–Bien. Hasta luego. – me guiña un ojo y gira sobre sus talones y se encamina para salir de la mansión.

Chicas... ¿Qué les hace pensar que por una noche de sexo saldría con ellas después?

Cierro de un portazo la puerta y miro a mí alrededor el desastre que hay en todas partes. Vasos, botellas, comida, platos plásticos, hasta condones tirados hay. Dios, qué vergüenza cuando los del servicio vengan a recoger todo esto. Por lo menos Teodoro no lo verá.

Saco mi celular y comienzo a marcar el número de Lincoln.

– ¿Ajá?

– ¿Explícame cómo es que cogí con esa morena? – digo contento.

Mi Amigo con DerechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora