Capítulo 44

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Lauren:

Me sentía mal.

No sabía qué hora era, pero cuando me esforcé para abrir los ojos vi que había claridad y pude hasta oír el canto de los pájaros. Me removí con pereza en el sofá en el que estaba acostada y luego me senté, con los ojos cerrados y gimioteando. Escuchaba ruidos y personas hablando, tanto era el ruido que tuve que taparme las orejas y cerrar los ojos con fuerza.

La noche anterior había sido la despedida de soltera de Katrina y había sido todo un show. ¿Creían que una mujer embarazada no podía disfrutar? Sólo con recordar a Katrina  me dieron ganas de reír. La despedida de soltera había sido en la casa de una de las amigas de Katrina. La casa era una mansión donde sólo la mujer vivía, sin la compañía de nadie y decidieron que allí era el lugar perfecto para hacer la despedida, ya que tenía piscina, adentro de la casa tenía un mini bar y otras cosas más. Todo el día del viernes había sido la despedida de soltera de mi cuñada, y poco a poco fui conociendo a sus amigas a pesar de que todas eran mayores que yo. La había pasado muy bien, por eso eran los dolores musculares —además de haberme dormido en un incómodo sofá— y los malestares. Mamá no había estado pero Lindsay me acompañó y también recordé que la había visto divertirse. Me preguntaba cómo la habían pasado los hombres.

No hubo nada que si strippers y esas cosas. Todo fue sano. Excepto por aquéllas que quedaron borrachas hasta la médula; como yo. Ah, y también Lindsay. Eso a Peyton y a Kelsey les hubiese encantado y pensé en ellas mientras me divertía.

Lo peor es que estaba en una habitación, con una cama a tres metros de distancia de donde estaba, y yo me había acostado en el sofá. Estaba aún en la casa de la amiga de Katrina, ya que todas habíamos pasado la noche allí. Habían sido más de quince mujeres la que estábamos en su casa y la casa tenía como siete habitaciones, así que no fue un problema. Pero yo me encontraba sola en esa fría habitación. De repente, abrieron la puerta y yo me sobresalté como si me hubiesen encontrado haciendo algo malo. El rostro de Meredith, la amiga de Katrina y dueña de la casa, se asomó por la puerta y como me vio despierta, entró a la habitación con una gran sonrisa.

Meredith me cayó bien desde el primer momento que la vi, ya que era muy graciosa y extrovertida. Era rubia y tenía ojos azules, muy guapa, y era un año mayor que Katrina y no tenía novio. Yo estaba todavía algo mareada y veía borroso, pero le sonreí con una horrible sonrisa torcida.

—¿Te sientes mal? ¿Quieres que te dé algo? —preguntó con suavidad.

Yo negué con la cabeza y me levanté del sofá, tambaleándome un poco. Ella se rió y me agarró del brazo para salir de la habitación.

—Ven. Vamos a desayunar.

Me dejé arrastrar por Meredith con los ojos cerrados, confiando en los pasos que dábamos. Cuando bajamos las escaleras que eran de caracol la bajé con mucho cuidado y a medida que nos íbamos acercando pude escuchar las voces de las demás mujeres en el comedor de Meredith. Las saludé a todas con un vago «buenos días» y me senté en una silla,  recargando mi mejilla en la palma de mi mano.

—¿Cómo estás?

Ni siquiera me había dado cuenta que tenía sentada al lado a Katrina y giré rápidamente para verla. Ella se veía bien, como toda persona se levanta en las mañanas. A pesar de que tuvo su «noche loca» con su despedida de soltera y que su embarazo no fue un impedimento, se veía bien sin ningunas ojeras abajo de sus ojos y nada de maquillaje.

—Más o menos, ¿y tú cómo te sientes? ¿Estás nerviosa?

Katrina asintió con la cabeza con una sonrisa melancólica.

—Sí, muy nerviosa, la verdad.

—¿Y adónde se van de Luna de Miel? Liam no me ha querido decir. —puse los ojos en blanco.

Mi Amigo con DerechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora