Capítulo 7.

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Nathaniel.

Cuando Lauren se fue, no pude dejar de pensar en que más orgullosa no pudo ser. Yo hubiese podido llevarla a su casa sin ningún problema, pero ella decidió llamar a no sé qué amigo para la viniera a recoger. Ella parecía que quería irse urgentemente de la casa, tal vez por lo que dijo de que sus amigas debían estar preocupadas, o porque tal vez, de alguna forma estaba apenada por lo que sucedió anoche.

Me pregunto si recordara que nos besamos.

Cuando entré a mi habitación, vi por la ventana si ella seguía cerca de la zona, y efectivamente, la pude ver sentada en la cera de una dos casas después de la mía mientras jugaba con sus dedos y su cabello. Es más terca que una mula, yo la pude haber llevado.

-¡Me va a dar un infarto!

Oh, no. Esto no puede estar pasando.

Me puse rápido un bóxer y un pantalón mientras escuchaba los gritos de Teodoro llamándome por mi nombre completo. Eso quiere decir que está molesta. Salí de mi habitación y bajé lentamente las escaleras cuando veía a Teo horrorizada viendo el desastre que había con las dos manos en su boca, y mentalmente me estuve preparando para un gran sermón.

¿Pero qué hace ella un domingo por aquí? Ella sólo viene los días de semanas, no los fines de semana, normalmente.

-Teo, ¿qué haces aquí? – le regalé las mejores de mis sonrisas. – ¿Sabías que hoy te ves más guapa?

-¡A mí no me estés dando cumplidos para calmarme! – me riñó. – Hiciste una fiesta anoche. Lo sabía.

-Era mi cumpleaños, ¿qué esperabas? – me encogí de hombros y fui a la cocina.

-Pero esto se ve horrible. Si tus padres se enteran de este desastre, que de paso le queda corto a un simple "desastre", no me imagino lo que pasaría. – dijo ella en un tono serio.

-No sé por qué tendrían que saberlo. Además, ellos no estaban aquí, y en todo caso, el servicio dentro de unos minutos vendrá a limpiar todo esto. – dije.

Por supuesto que sabía que Teo estaba molesta conmigo, y el hecho de que ella sabía que haría una fiesta me confunde. Ella jamás se ha enterado que hago fiestas en casa, claro que si sabe que voy a fiestas y que llego al otro día borracho. Pero sólo eso.

-Oye, ya que viniste, y no hay más nadie aquí...

-¡No te haré el desayuno! – gritó molesta.

Resoplé.

-Voy a terminar de vestirme. – dije, y la dejé a ella sola, viendo también lo sucia que estaba la cocina.

Subí a mi cuarto y terminé de vestirme poniéndome una camisa cómoda y mis zapatos. Cuando bajé las escaleras, vi a Teodoro hablando por el teléfono de la casa con el ceño fruncido.

-Tu mamá quiere hablar contigo. – dijo tapando la bocina del teléfono.

Puse los ojos en blanco y le quité el teléfono a Teo.

Espero que mamá no sepa lo de la fiesta.

-¿Bueno?

-¡Nataniel, ¿por qué no contestas mis llamadas?!

Tuve que separar el teléfono de mis oídos por unos segundos por los gritos de mamá.

-Perdón, estaba dormido.

Se escuchó un suspiro en la otra línea.

-Cielo, ¿cómo la pasaste ayer? – preguntó ahora en un tono más dulce.

Mi Amigo con DerechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora