Capítulo 37

245 7 0
                                    

Todos comenzaron a gritar, aterrados, y pasaron de mí como si no existiera. Miré el cuerpo de Nathaniel que seguía tirado en el suelo, quejándose por el dolor. Al menos no se había puesto inconsciente tan rápido, pero estaba aterrada y nerviosa por lo que había pasado. Estaba como en estado de shock, perturbada por la escena. Volví a la realidad cuando seguí escuchando los gritos y cuando unos brazos me ayudaron a levantarme del piso. Todavía con miedo, me giré rápidamente hacia quién me ayudaba a levantarme y me di cuenta que era Peyton mirándome horrorizada. Lincoln estaba arrodillado al frente de Nathaniel, con la misma expresión que teníamos todos.

—¡Lauren! ¿Estás bien? —me preguntó preocupada.

Asentí con la cabeza y me acaricié la muñeca porque sentía dolor por haber caído al suelo. Volví a mirar a Nathaniel, e inmediatamente me acerqué a él y me arrodillé al lado de Lincoln.

—Hey, Nathaniel. Mírame. No cierres los ojos. —le dijo Lincoln.

Nathaniel se hallaba moribundo, gimoteando por el dolor. Vi la zona donde tenía una gran mancha de sangre en su camisa, y vi que la bala había dado por la zona del hombro.

—Lincoln, tú llama a la ambulancia. —dije.

Él asintió, nervioso, y se levantó para sacar su celular y marcar a la ambulancia.

Yo me quedé con Nathaniel, me senté en el suelo para estar más cómoda y me arrastré para estar con él con los ojos llorosos.

—Na... Nathaniel. —dije con la voz quebrada y acariciando con ternura su mejilla.

Él me medio sonrió mientras seguía quejándose.

—Nathalie... —susurró.

¿Ese no era el nombre de su hermana? ¿Por qué lo decía?

Shh, no pasa nada.

Respiraba con dificultad y él poco a poco iba cerrando los ojos. Alarmada, comencé a zarandearlo y a decirle una y otra vez que no los cerrara, pero mientras le hablaba, él no me respondía, y ya no se quejaba, ni tenía los ojos abiertos. Comencé a llorar del miedo mientras abrazaba con fuerza el cuerpo de Nathaniel.

***
Me sentía terriblemente mal. Nada de eso debió pasar, por supuesto que no. Si no fuese porque el maldito que tuvo la osadía de ofenderme y casi agredirme, Nathaniel no estuviera debatiéndose entre la vida y la muerte. No solamente me sentía mal por lo que acababa de ocurrir, sino que me sentía un poco culpable porque él me defendió y sentía que estaba allí era, por parte, mi culpa.

«Claro que no. El culpable es el imbécil que le disparó», decía mi consciencia, pero yo estaba muy nerviosa como para pensar con coherencia.

Peyton, Lincoln, Gary y yo éramos los únicos que estábamos esperando en la salas de emergencia. Lincoln había llamado a la señora Nora, quien aún no llegaba y la estábamos esperando. Lincoln me había dicho que el padre de Nathaniel no se encontraba en el país y que probablemente llegara al otro día.

Tenía una ansiedad increíble. Me sentía agotada, cansada, me dolía todo el cuerpo, pero nada de eso iba hacer que me fuera a dormir tranquilamente a mi casa cuando era obvio que lo único que iba a hacer es carcomerme la mente con la preocupación. Teníamos más de una hora esperando por saber de Nathaniel y nadie nos decía nada. Peyton estaba sentada a mi lado, abrazándome y acariciando mi cabello para “tranquilizarme".

Unos pasos comenzaron a resonar por el silencioso pasillo de la sala de emergencia, haciéndose aparecer la mamá de Nathaniel, con algunas lágrimas en sus ojos. Ella casi corre hacia donde estábamos nosotros y se le acercó a Lincoln, abrazándolo.

Mi Amigo con DerechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora