Capítulo 30

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Lauren.

Molesta no era la palabra.

Furiosa sí.

Luego de que el maldito de Nathaniel me relatara lo que sucedió anoche y lo que hizo conmigo, me sentí tan humillada e inútil y lo peor es que no recordaba nada. Estaba muy enojada. Le di toda mi confianza a él, le conté sobre mi familia y mis problemas con ellos, y él se aprovecha de mí.

No quería ni verle la cara, sentía que iba a ser capaz de cometer un crimen por él, porque quería matarlo. Es un estúpido vengativo narcisista que se aprovechó de mí anoche y que en estos momentos perdí la confianza absoluta de él y ya me valía una mierda que me haya traído aquí a Las Vegas para hecerme sentir bien.

Volví a subir a la habitación y tomé varias respiraciones, entre inhala y exhala para poder tranquilizarme.

Mi teléfono sonó en mi mano y me alivié un poco al ver que era una llamada de Kelsey.

— Hola.

¡Hola, nena! ¿Cómo la estás pasando?

Muy mal.

Genial. — mentí.

— Me alegra. Aquí ya te extrañamos mucho, ¿verdad, Peyton?

¡Sí! ¡Te queremos, Lau! — gritó mi rubia amiga.

Me hizo reír.

— ¿Ustedes están bien? — pregunté.

Oh, sí, tú no te preocupes.

Una dosis de escuchar a mis amigas era lo que necesitaba. Ni siquiera quería contarles lo que me hizo Nathaniel, me era muy vergonzoso y terminaría enfadándome más por sólo recordar sus palabras.

Escuché que tocaban la puerta y resoplé porque obviamente sabía quién era. No quería verlo, ni hablar con él. No quería escuchar sus falsos lamentos porque a fin de cuenta hizo lo que hizo. No importa si lo dejó por la mitad y no terminamos de tener sexo; él lo iba a hacer y me quería tratar como una cualquiera. Es un maldito ninfómana.

¿Lauren? — dijo la voz de Kelsey.

— Me alegro que todo esté bien. Pero debo colgar.

¿Qué pasa?

Nada, es que... Voy a la piscina del hotel. Las llamo en la noche. Las quiero. — hablé rápido y colgué.

Me masajeé la frente y dejé salir un largo suspiro. Me levanté del sofá, y tomándome mi tiempo en caminar, abrí la puerta. Me di la vuelta, ignorando su fastidiosa presencia y volví al sofá, haciéndole creer que estaba muy entretenida con mi teléfono.

— Lauren...

Lo ignoré. No sé por cuántos minutos, pero sabía que él no se iba a dar por vencido porque era un cabezota. Mis ánimos habían bajado tanto después de que me contó lo que me contó que ya ni siquiera tenía ganas de discutir con él. Pero al contrario de Nathaniel, él sí quería verme enojada.

— ¡Cierra la boca! ¿Crees que con un simple lo siento vas hacer que me sienta menos humillada? — le dije.

Él se pasó una mano por la nuca.

— No. Sé que lo arruiné, pero quiero que me perdones.

— ¡Pues no! — me levanté colérica. —. ¡Me has decepcionado! — le grité.

Sus ojos me miraron con tristeza y luego negó con la cabeza como si mis palabras le lastimaran.

— Confiaste en mí, y te defraude. Me arrepiento de haber jugado contigo anoche, en serio.

Mi Amigo con DerechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora