Capítulo 40

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Nathaniel.

Podía escuchar ruidos lejanos y el olor recién hecho del café. Me quejé un poco porque quería seguir durmiendo, pero también tenía algo de hambre y con el olor también a comida me costaba conciliar el sueño. Estiré mi cuerpo en la cama para tratar de desperezarme, y me volteé, abriendo los ojos, esperando encontrarme con Lauren dormida. Pero ella no estaba. Me incorporé rápidamente en la cama y miré a los lados, confundido, por si se había ido.

Aunque el olor a comida seguía, y no podía ser otra persona más que ella, o Teo.

Por un momento me preocupé que me hubiese dejado solo y se fuera de mi departamento, porque que sabía que ella tenía que irse a la universidad en la mañana. Me levanté de la cama aún somnoliento, y busqué un boxer nuevo entre mis cosas porque el que tenía anoche ni siquiera recordaba dónde estaba al igual que mis otras prendas. No me coloqué más nada porque estaba en mi departamento y por fin podía hacer lo que se me diera la gana, así que salí de la habitación, mirando a los lados para ver si la veía. Seguí caminando por el living cuando escuché ruidos en la cocina y me dirigí hasta allá. Allí vi a Lauren revolviendo algo en un sartén con una de sus manos en su cadera. Solo llevaba puesto un suéter mío que debió haber agarrado de mi clóset, y lo largo de él sólo le llegaba hasta dos dedos más abajo de su trasero.

Me quedé un rato más, viendo cómo se movía de un lado a otro en la cocina, sin reparar en mi presencia. No me molestaba en lo absoluto que estuviera en mi departamento, pero sí se me hacía extraño que siguiera estando allí cuando debía estar en la universidad, ya que se estaba volviendo una obsesiva con eso.

Ella al fin se percató de mi presencia cuando arrastré uno de los taburetes del mesón, y se congeló en su lugar, mirándome, con la espátula en su mano.

—Hola. —dijo Lauren, sonriendo con incomodidad.

—Hola. —sonreí casual.

Mientras ella seguía preparando lo que fuera que estuviese haciendo, ninguno de los dos dijo nada. Notaba que había un poco de incomodidad en el ambiente y me preocupé porque sabía que eso era por parte de ella, porque yo estaba muy relajado excepto por lo que me estaba percatando. Eso no había pasado en las ocasiones en las que nos habíamos acostado. Es decir, todo volvía a la normalidad después de que ella y yo teníamos sexo, y por eso no entendía por qué ni siquiera me daba la cara.

—¿Quieres café? —preguntó, sin mirarme aún.

—No, gracias.

—Tienes que hacer las despensas, ¿eh? —esa vez me miró, con diversión—. Claro, es normal de los hombres que vivan así, lo sé porque viví con Lucas. —ladeó su cabeza.

Sonreí con pereza.

—Anoche fue la primera vez que dormí aquí. —dije.

Comprar un departamento para mí solo fue lo mejor que no había hecho en años. Nunca entendí por qué no lo había hecho desde hace mucho tiempo. Con toda la irritación que estaba viviendo en casa, con mis padres, desde que habían llegado, comencé a pensar en serio en mudarme. Papá ya me había insinuado que debía hacerlo, eso sin importar que a mamá le disgustaría porque ella quería que tenerme «siempre» a su lado. Por eso, dos meses atrás, compré el departamento en el mismo edificio donde vivía Lincoln. Fue la mejor idea, además porque tenía a mi mejor amigo en el piso de abajo, y cuando quisiera emborracharme, sólo tendría que ir hacia el elevador y pulsar el piso de Lincoln.

No me instalé en el departamento en el primer instante porque me faltaba remodelarlo, y después de todo el problema en la discoteca, y mamá y Teo cuidándome todo el tiempo, no había podido hacerlo hasta ese momento. A la única que le permití darle una copia de la llave del departamento, fue a Teo, y eso fue para que me ayudara un poco.

Mi Amigo con DerechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora