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Dɪɴᴀ ʏ Dᴜɴᴄᴀɴ

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Dɪɴᴀ ʏ Dᴜɴᴄᴀɴ

La semana se me había ido como agua entre las manos, hoy era sábado. Me había hecho amiga de Lucas y me encantaba su compañía. Nos habían dejado un trabajo en equipos por lo que no dudé ni un instante en elegirlo a él, y este acepto más que complacido. Decidimos hacer el trabajo en mi casa y justo en este momento estaba tirada sobre mi cama esperando a Lucas.

Desde hacía ya media hora que me había enviado un mensaje que venía en camino y no ha llegado. Es casi imposible que se pierda en este pequeño pueblo ya que todos se conocen. Seguramente le surgió un asunto que tratar y por ello aún no ha llegado. Observe el liso techo de mi habitación, pensando en qué tema podríamos basar nuestra presentación en PowerPoint.

Durante los demás días observé de lejos a Duncan, lo evite a toda costa y había funcionado. Eran muy pocas las personas con las que hablaba. Descubrí que tenía dos hermanos y una hermana en la preparatoria también. Por lo general siempre almorzaban e iban a todas partes juntos. Todos eran pelirrojos como él, demasiado parecidos excepto Saskia.

Sus nombres no eran para nada comunes, sus rasgos tampoco y menos el peculiar color de sus melenas. ¿Que había con esa familia? Una curiosidad había despertado en mi y no había podido apagarla. Usaba todas mis fuerzas para no ser una loca y seguirlos a su casa para saber más. ¿Pero que demonios? ¿En que estoy pensando? La presencia de Lucas en mi habitación me saco de mis extraños pensamientos y de inmediato me senté en medio de la cama.

—Ya estaba resignada a que no venderías. —sonreí y le di una palmadita a la cama para que él se sentara a mi lado.

Lucas me obedeció —: Lucas Lancaster nunca falta a ningún lugar.

Rodeé los ojos y solté una risita burlona.

—¿Has pensado en algún tema? —pregunté.

Lucas negó con la cabeza mientras desbloqueaba su celular y entraba a Facebook.

—Aún no, pero ya se me ocurrirá alguno.

—Yo no tengo nada en mente. —avise y me levante de la cama. Tome mi laptop y la encendí.

—¿Qué haces? —cuestionó Lucas con confusión.

—¿Cómo que qué hago? —fruncí el ceño.

—Mi querida Stella, primero te daré unos cuantos chismes y por último haremos esa tarea. —respondió mientras observaba la pantalla de su celular.

—No me interesan los chismes de nadie. Tenemos que hacer la tarea, si te vas y no me ayudas en nada créeme que te irá muy mal.

—Claro que te ayudaré, pero llevemos las cosas en calma. Tenemos todo el día, sé que estos chismes te gustarán.

DUNCAN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora