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Eɴ ʟᴀ ʙᴏᴄᴀ ᴅᴇʟ ʟᴏʙᴏ

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Eɴ ʟᴀ ʙᴏᴄᴀ ᴅᴇʟ ʟᴏʙᴏ

   Cuando el viento húmedo acarició mi rostro una tranquilidad me inundó. Cerré los ojos por inercia, disfrutando el sabroso olor a tierra mojada. Era uno de los placeres de la vida. Estaba en Escocia, en el gran país valiente. Siempre quise viajar al continente europeo, pero no poseía una buena economía como para lograrlo tan joven. Lo gracioso es que ahora me encontraba aquí, sobre sus tierras húmedas y no había gastado ni un centavo en llegar hasta aquí.

Mis cabellos castaños danzaban al compás del viento mientras caminaba hacia la gran mansión de la familia Clyde, donde me encontraría con Duncan, quien posiblemente —y esperaba— ya estuviese en la puerta esperándome. No viaje con él, puesto que yo tenía otros métodos para trasladarme y no quería ser una molestia ante la familia Volkov. Y también quería evitar a Enoch a toda costa, comenzaba hacerme sentir incómoda en algunas ocasiones.

Sin embargo, en otras ocasiones sentía un pequeño cosquilleo en lo profundo de mi estómago cuando sabía que podría verlo. Era curioso, pero lo más probable es que eran simples nervios ya que siempre manteníamos encuentros extraños. Entre más caminaba y más podía lograr ver la estructura de la enorme casa, la cual se veía muy antigua, como del siglo XVIII pero estaba muy bien cuidada. Mi novio me había contado que esta familia eran fieles servidores de su raza.

Por lo que habían prestado sus instalaciones a las seis familias para seguir discutiendo sobre las situaciones que los atormentaban últimamente y así buscar una solución. Pero al parecer era algo realmente grave, ya que tenían que verse seguido y estar juntos para poder solucionarlo. Tal vez me encontraría con aquella mujer que prácticamente escupió que yo era una fase. Lo cual me hacía sentir una cólera tremenda. ¿Y si no era bien recibida?

Cuando divise aquella cabellera cobriza mi corazón dio un vuelco de felicidad lleno de emoción. Apreté mi agarre en sobre las cuerdas de mi mochila y sonreí por instinto. La casa se veía demasiado grande ante mi presencia. Era como un enorme árbol y yo una simple hormiga. Habían autos lujosos aparcados en la entrada donde también había un inmenso jardín con una fuente en el centro. El hombre lobo comenzó a caminar en mi dirección y una vez que estuvimos frente a frente nos fundimos en un fuerte abrazo lleno de necesidad.

—Llegaste. —murmuró aquella voz varonil que tanto me hacía perder la cordura. Después depositó un beso sobre mi sien.

—Llegue. —susurre en respuesta. Me aleje de él y lo mire a los ojos con una sonrisa en mis labios.

Me puse de puntillas para elevar mi estatura y así poder darle un beso. Sus manos fueron a parar a mi cintura apretándome más contra él. El beso suave y lleno de amor que le había proporcionado había sido sustituido por uno lleno de necesidad el cual se intensificaba cada vez más. Nuestras lenguas danzaban al mismo ritmo con exigencia. Comencé a sentir un hormigueo en mi parte inferior y sentí como mis rodillas flaquearon. Antes de alejarme de él mordí con delicadeza su labio inferior y después le regalé una mirada traviesa.

DUNCAN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora