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Mɪ ᴘᴀsᴀᴅᴏ

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Mɪ ᴘᴀsᴀᴅᴏ

En ningún momento de mi vida me había puesto a pensar en lo feliz que puede llegar a ser una persona. Y es tan cierto que lo mejor llega cuando menos lo imaginas. Me sentía tan feliz y llena de energía, cómo si otra yo hubiese resurgido. Ahora veía algunas cosas de distinta manera, tenía mejor percepción de otras y eso me hacía sentir muy bien.

Lo que sea que Duncan y yo fuésemos a tener me causaba una inmensidad de preguntas sin respuesta. El hueco que sentía en el estómago cada que me llegaba un mensaje de su parte era muy particular. Una parte de mí estaba confundida, debido a que él ya había estado casado y enviudó, así que no sabía si Duncan hacía esto porque se sentía solo o si realmente estaba listo para volver a estar con alguien.

Era algo que yo debía saber desde un principio para poder saber a donde íbamos a llegar. Y aunque la mayor parte de mi mente y corazón me decían que solo disfrutara el momento lo mejor que pudiese, porque jamás iba a volver a tener algo como esto. Y esa idea estaba predominando en mí. Pero también sabía muy en lo profundo que algunas cosas no serían fácil.

—¿Divagando? —dijo. Entonces una pequeña sonrisa avergonzada apareció sobre la comisura de mis labios.

—Lamentablemente no sé cómo dejar de hacerlo. Pienso mucho las cosas. —me alcé levemente de hombros.

Comencé a trazar con mi dedo índice sobre la tierra y cuando termine me di cuenta que había hecho un pequeño corazón. Observe de reojo a Duncan y efectivamente no había visto, por lo que lo desaparecí de la tierra lo más pronto que pude.

—Puedo sentir lo ansiosa y tensa que estás. Sé que tienes un sinfín de dudas acerca de mí, puedo imaginar también lo que sabes y creo que sería un buen momento de que te dijera algunas cosas. —exclamó con voz neutra.

De inmediato entendí a lo que se refería.

—Si no quieres hablar de eso no es necesario. —respondí. Coloque mi mano sobre la suya y comencé acariciarla mientras él observaba mi gesto conmovido.

—Está bien, en algún momento tengo que hablarte sobre mi pasado y que mejor que ahora. —sus orbes oscuros viajaron hasta los míos inspeccionándolos por completo, lo cual causó que se me erizara la piel.

—Es tú decisión, si quieres hacerlo está bien. —le regale una sonrisa y él me devolvió el gesto.

—Hay un 99% de probabilidad que no sepas que estuve casado, pero es más que obvio que lo sabes. ¿Quien no lo sabe en este jodido pueblo? —murmuró  con la vista fija hacia la nada—. Cuando creí que todo en mi vida estaba bien, me arrebataron a Dina de la peor manera y yo siempre seré el culpable de su muerte. Es algo que llevaré en la mente hasta mi último día.

Siendo sincera no me sentía muy cómoda hablando sobre dicho tema, pero era algo que debía saber de su parte. Aunque intentara ocultarlo sus ojos decían que aún no la olvidaba y que era un martirio para él.

—Verás bonita, un hombre lobo encuentra el verdadero amor una sola vez en la vida y es para toda la eternidad. Creí que lo había hecho pero ahora no estoy tan seguro. Tú simple presencia es creadora de un sinfín de sentimientos en mi, desde el primer día has estado en mi mente. —Duncan colocó su mano sobre mi mejilla y comenzó acariciarla con suavidad. Sentía que mis mejillas subían de temperatura y temía estar sonrojada.

—Aunque hayas sido algo odioso al principio siempre has estado en mi mente también —murmuré cabizbaja—. En cualquier lugar estabas, o había algo que me hiciera recordarte. Siempre.

Observe su rostro y había una pequeña sonrisa burlona sobre sus labios, la cual marcaba unas hermosas comillas sobre sus mejillas. Le di un leve golpe en el hombro y después deposité un avergonzado beso en su mejilla rasposa. Duncan se recostó sobre el suelo observando hacia el cielo el cual estaba teñido de colores cálidos indicando el atardecer.

Aunque debido a que había mucha fauna no podía verse el cielo en todo su esplendor, solo entraban algunos rayos y eso era más que perfecto. Imite su acto y apoye mi cabeza sobre su pecho. Por alguna extraña razón escuchar su corazón latir me lleno de felicidad y vida. Su mano viajó hacia mi cabello y comenzó a acariciarlo con las yemas de sus dedos, lo cual me emanaba una enorme sensación de tranquilidad.

—Nuestros mundos son distintos, temo que vaya a pasarte algo. Aún hay cosas que no puedo decirte y me encantaría que por ahora aceptaras que esto fuera en secreto. No quiero volver a sentir que te pierdo. No puedo permitirme eso. —dijo.

Por primera vez sentí como su voz se quebró un poco, si no le hubiese prestado la atención suficiente a sus palabras no me habría dado cuenta. Su corazón también había aumentado su pulso de manera increíble. Entonces me di cuenta que sentía lo mismo que él, también temía perderlo, y el solo hecho de pensarlo me provocaba escalofríos.

—Entiendo que aún hay cosas que no puedes decirme y otras que no debo saber. Créeme que te entiendo y si tú crees que estaremos mejor así claro que lo acepto. —murmuré y entrelacé su mano con la mía.

—No sabes cuánto agradezco lo comprensiva que eres, pero créeme que te diré absolutamente todo cuando llegue su momento. Aunque hay cosas malas en mi vida, créeme que las cosas buenas son las mejores y algún día las sabrás.

—No tienes que agradecer nada. —sonreí y solté un pequeño suspiro.

Habían muchas cosas distintas entre nosotros, empezando por nuestros mundos como él lo había dicho. Incluso a mí me sorprendía la manera en que lo entendía. Hablar de su esposa fallecida obviamente era un tema delicado para él y doloroso, definitivamente no podía molestarme porque me hablara sobre ella debido a que era algo que debía saber. Prefería que él me lo dijese a que mintiera —aunque yo lo supiera—.

—Tienes que saber que me aterra un poco volver a estar con alguien. Jamás podría soportar el mismo dolor. No podría seguir viviendo sin lo que más amo en la vida. Hasta hace poco aún estaba muy afectado por lo de Dina, solo quería desaparecer de la faz de la tierra y por eso dije lo que te dije aquel día.

—Duncan, no te preocupes. Jamás he sentido el dolor que tú, ni siquiera puedo imaginarlo, pero entiendo tu forma de reaccionar. —murmuré y cerré los ojos durante unos segundos.

El solo hecho de imaginar perder a quien más amo me hacía sentir realmente mal, tanto, que ni siquiera podía expresarlo en palabras. Apretó suavemente mi mano haciéndome saber que él estaba conmigo. Solté su mano y sin pensarlo lo abracé tan fuerte como me fue posible. Sus brazos rodearon mi cintura y me pegó más hacia él. Ojalá pudiésemos estar así siempre, juntos.

Podía ser muy poco tiempo, pero sentía una gran necesidad hacia él. Necesitaba abrazarlo, sentirlo cerca, saber que él estaba conmigo y que me pertenecía tanto como yo a él.

—Entonces secreto. —dijo con voz ronca. Alcé mi rostro hacia él y depositó un pequeño beso en mi frente, lo cual hizo estallar mi corazón de alegría.

Duncan y Stella es secreto. —respondí con una sonrisa de oreja a oreja.

DUNCAN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora