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Esᴄᴀsᴏs ʀᴇᴄᴜᴇʀᴅᴏs

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Esᴄᴀss ʀᴇᴄᴜᴇʀᴅᴏs

La casa de Irina era grande y bonita, con muchas áreas verdes. Pero no se comparaba con la elegante casa de los Volkov. Aunque era claro que ambas familias poseían una buena estabilidad financiera. Seguramente eran familias importantes y con grandes compañías o buenos negocios. Aunque estar aquí me hacía sentir un poco extraña, pues era el hogar de la viuda de Duncan.

Habían muchas personas a quienes había visto en la preparatoria mientras que al resto no lo conocía. El ambiente era agradable, era exactamente la fiesta que cualquier adolescente quería tener. Muchas bebidas, comida, botana y no sé cuantas cosas más. Le di un sorbo a mi refresco y sonreí cuando observe a Lucas quien jugaba en la piscina con unas cuantas chicas y chicos.

Recién la noche comenzaba y era más calurosa de lo normal. Por lo que mayoría de los invitados estaban dentro de la piscina o jugando con globos de agua. Así que por eso decidí usar un atuendo fresco; un vestido de tirantes color rosa palo junto a unas sandalias doradas. Como no estaba haciendo absolutamente nada —más que observar alrededor— comenzaba a aburrirme, por lo que decidí entrar a la casa y explorar.

Le di un último trago a mi refresco y mis ojos nuevamente buscaron los de Lucas para decirle que volvía en un momento, pero él estaba muy ocupado en lo suyo así que no lo molestaría. Me giré sobre mis talones y comencé a caminar hacia las puertas de cristal que estaban abiertas. Deje el vaso vacío sobre una mesa que me encontré en el camino. Solo esperaba no encontrar parejas teniendo sexo en alguna habitación.

Observe las escaleras blancas perfectamente pulidas y limpias, las cuales emanaban un brillo que me atraía. Quizás la segunda planta estaría más tranquila, dudo que haya personas allá arriba. Comencé a subir escalón por escalón tomándome todo el tiempo del mundo para admirar cada detalle hasta llegar a mi destino. Una vez que llegue al segundo piso fui sorprendida, pues era aún más grande que el de abajo.

Había una bonita sala blanca con detalles dorados y una chimenea. Varías fotos colgaban en las paredes adornándolas. Mis ojos eran atacados por un sinfín de puertas, ya que parecía más bien un laberinto. Sería bueno comenzar a observar los cuadros sobre las paredes y los retratos en la mesa. Camine despacio para no causar ningún ruido.

Con cuidado tome entre mis manos el retrato que estaba más cerca. Dos niñas sonrientes sobresalían de el, mientras que en el segundo plano era el azul del mar junto al cegador brillo del sol. Una era más grande que la otra, ambas tenían facciones distintas pero algo te hacía saber que compartían la misma sangre. No hacía falta decir sus nombres. Era tan irónico que una de esas niñas sonrientes ya no tenía vida.

Lo dejé en su lugar y alcé mi vista hacia al frente. Justo en la parte superior de la chimenea yacía un enorme cuadro con bordes dorados, en el que cuatro personas eran el centro de atención. No era necesario acercarme, pues aún en donde me encontraba podía distinguir perfectamente a las personas. El padre y la madre sentados en una especie de trono tomados de las manos y de cada lado yacía una de sus hijas.

DUNCAN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora