Duncan era un alma muerta en vida, quien vagaba solo porque su corazón latía. Stella poseía la luz de la luna y sería su nueva guía.
¡Gracias por la hermosa portada a @AshryverDesigns!
Fecha de publicación: 2 de Marzo del 2018.
#68 En Hombres Lobo...
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Sᴀʙʙᴀᴛ
Termine de limpiar la última herida que estaba sobre el pómulo izquierdo de Duncan. Era un pequeño rasguño, sin embargo, era profundo y dejó brotar mucha sangre. Limpie con la palma de mi mano la ligera capa de sudor que se había creado en mi frente. Me aleje un poco de él para observarlo mejor. Ver como dormía tranquilamente deshizo el nudo que se había instalado en mi interior.
Era más que claro que estaría muy cansado. No sé qué sucedió. Durante un largo rato el escándalo en la primera planta fue casi insoportable. Sentía que en cualquier momento brotaría sangre de mis oídos. Me pregunto una y otra vez como lo soporte. La frustración que sentía en ese momento era enorme que no podía con más, era como si fuera a explotar. El no saber si Duncan estaba bien me asfixiaba. Conforme transcurrían los segundos me sentía peor.
El alivio me recorrió cuando lo vi entrar a gatas a su habitación en su forma humana. Jamás olvidaré la manera en que sus ojos me miraron. Mucho menos olvidaré la cantidad de sangre que teñía su descolorido cuerpo. Gracias al cielo que no tuve que presenciar absolutamente nada, ni salí lastimada; pero él si por protegerme. Algo dentro de mi me decía que no sería la única vez que sucedería algo así. Ni siquiera tuve la oportunidad de conocer a los atacantes.
No tuve la fortaleza suficiente para salir de la habitación y dirigirme hacia abajo. Ni siguiera era consciente del posible desastre que había. Tiempo después llegaron los padres de Duncan junto a los gemelos. Seguramente ellos limpiaron todo el desastre, apuesto a que aún trabajan en ello. No me cuestionaron en lo absoluto. Galia, su madre, con un semblante tranquilo —que la caracterizaba— me pido que no fuese a bajar, que curara las heridas de su hijo menor. Y eso hice.
Mi pierna izquierda estaba algo adormecida y comenzaba a dolerme, llevaba un rato sentada sobre ella. Estire mi pierna con cuidado sobre la cama y después me levante con lentitud, no quería despertarlo. Tome las gasas y algodones que tenían sangre para después tirarlos en la basura del baño. De regreso a la habitación me dirigí hacia una de las ventanas. Apoye la palma de mi mano sobre el cristal y un suspiro cansado brotó de mis labios. Cerré los ojos durante unos cuantos segundos y negué levemente con la cabeza.
Cuando decidí volver hacia la cama me percaté de un pequeño trozo de papel viejo doblado sobre la pequeña planta que logré hacer florecer. Fruncí el ceño y dudosa lo tome entre mis manos. Conforme lo iba desdoblando podía sentir sobre las yemas de mis dedos algo como polvo. Realmente parecía un papel muy viejo y era como si tuviera muchos años ahí, en la misma posición, siendo cubierto por el polvo del pasar de los años. Pero eso era imposible, yo jamás lo había visto ahí.
Las peculiares letras en cursiva que estaban plasmadas sobre el papel llamaron mi intención de inmediato, por lo que sin pensarlo siquiera una vez comencé a leer.
"Hoy es un día que muchas personas han estado esperando Stella, personas de las cuales tú ni siquiera tienes idea de su existencia. Esta de más decir que esto te parecerá extraño, a todas nos parece la primera vez. Sabemos cuán confundida has de estar sobre lo que acabas de descubrir sobre ti, sobre lo que eres capas de hacer y sobre todo, que no tienes ni absolutamente una pizca de ser una chica normal.
Ha llegado el momento de que nos conozcas, de que conozcas a las personas que responderán todas tus dudas y te ayudarán incondicionalmente. Lo sé, eso suena como una locura. Te escribo como si te conociera de toda la vida, como si existiese una confianza enorme entre nosotras. Quizás algún día sea así. Ansiamos contar con tu presencia en el sabbat que realizaremos el día de hoy.
Realmente hay muchas personas que anhelan conocerte. Esperamos que puedas acompañarnos en esta reunión. Tal vez esto suene como una amenaza, sin embargo, no lo es. Es por tu bien que debes asistir, debes conocer cosas de ti de las cuales no tienes ni la menor idea, lo más recomendable es que nos conozcamos y podamos hablar sobre ello. El lugar en donde nos encontraremos no tiene una dirección fija. Es un lugar muy peculiar, de hecho.
Te diré como es que puedes encontrarlo, así que presta mucha atención... a las 11:30 p.m debes encontrarte en el centro del pueblo; sola. Debes alejar cualquier sentimiento negativo que esté dentro de ti. Debes mantener una postura positiva y solo pensar en la palabra Aradia y de lo demás... te darás cuenta en ese momento. Así que, mi querida y estimada Stella Stryder, espero conocerte cara a cara el día de hoy."
Aunque el ritmo de mi corazón había aumentado al igual que la temperatura de mi cuerpo, ya no me asombraba tanto que me sucedieran este tipo de cosas. De hecho, leer esa nota me hizo sentir feliz. Encendió una pequeña luz en medio del tormento por el que estaba pasando ahora mismo. Eso quería decir que había más personas como yo, sean quienes sean me entenderán y me ayudarán a conocer más sobre lo que puedo hacer. Claro, sin omitir que también tengo un poco de miedo. No sé si son personas —si es que lo son— buenas o malas.
Arrugue el papel entre mis dedos y formé un puño con mi mano. Alcé la mirada y observé cuidadosamente el semblante tranquilo que poseía el rostro de Duncan mientras dormía. No quería irme, mucho menos hacerlo sin decirle, pero no podía darme el gusto de despertarlo. Necesitaba descansar y recuperar un poco de fuerza, aunque tal vez no lo necesitaba tanto. Después de varios segundos sumergida entre las opciones que tenía opté por irme sin decirle a él ni a nadie. Me acerqué a la cama con cuidado, me incliné hacia él. Aleje un mechón que estaba sobre su frente y deposité un cálido beso ahí.
Salí de la habitación lo más rápido que pude. No quería que nadie me viera, no quería dar explicaciones de nada. Baje los escalones de dos en dos y me apresuré a la gran puerta principal. Alcé mi mano y la coloqué sobre la perilla dispuesta a girarla y salir de ahí.
—¿Te vas sin avisarle a nadie? —exclamó una voz a mis espaldas.
Cerré los ojos y los apreté con fuerza. Era imposible olvidar esa voz, la voz de Enoch. Cuando me iba a girar para encararlo mi mano giro la perilla y salí de ahí tan rápido como si un imán me llamase. Camine por el bosque con paso apresurado, tenia que ir a casa a darme un baño y después ir al centro del pueblo. Sin embargo, mi trayecto fue interrumpido cuando mi cuerpo se estampó contra algo, o más bien, contra alguien. Maldije mil veces en mi interior al ver la sonrisa ensanchada en el rostro de Enoch. ¡¿Qué demonios quería?!
Retrocedí varios pasos y después lo esquivé para proseguir con mi camino. Pero mi acto fue nuevamente interrumpido por su mano sobre mi brazo. Me paré en seco y lo miré con el ceño fruncido.
—¿Podrías soltarme? Tengo cosas que hacer.
Su mano soltó su agarre y su sonrisa se ensanchó aún más.
—¿Algo más importante que tu novio? —enarcó una ceja.
—Tengo que irme. —dije.
—No deberías de ir. —exclamó y comenzó a caminar a mi alrededor. Como si estuviese asechando a su próxima presa. Sus pasos sigilosos hacían crujir las hojas secas de los árboles bajo sus pies.
—No sé de qué hablas. —me alcé de hombros.
—Sé a donde vas. Y definitivamente no deberías asistir, corazón. Sabrás cosas que ni te imaginas y no creo que tú pequeño corazón pueda soportarlo.
—Lo que yo haga o deje de hacer no es de tu incumbencia. —escupí.
—Tienes razón, es tu decisión. Cada quien elige como arruinar su vida.