Duncan era un alma muerta en vida, quien vagaba solo porque su corazón latía. Stella poseía la luz de la luna y sería su nueva guía.
¡Gracias por la hermosa portada a @AshryverDesigns!
Fecha de publicación: 2 de Marzo del 2018.
#68 En Hombres Lobo...
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Cʀɪᴀᴛᴜʀᴀs
Nos habíamos adentrado a un bosque. No estaba segura si también pertenecía al bosque de nuestro pueblo o era otro. Pero no era momento para pensar en bosques. Tenía que estar lista para cualquier cosa. Las piernas me temblaban cada vez que nos acercábamos más a esa gran casa vieja en medio del bosque.
Para mí sorpresa no éramos los únicos aquí, habían muchos autos aparcados. No entendía, ¿que era o que había en esa casa? Por fuera no tenía absolutamente nada de especial. Algo en mi interior me dijo que debía irme de ahí, era el momento que había estado esperando. Sin rechistar y de golpe comencé a correr hacia el bosque.
El suave viento chocaba contra mi rostro y mis cabellos bailaban con el. Corrí lo más rápido que pude porque mi vida dependía de ello y no quería perderla. Me sentía helada y todo a mi alrededor era inestable. No lograba ver bien pero jamás deje de correr. No quería voltear hacia atrás. Gracias a toda la adrenalina que drenaba a mi cuerpo no lograba distinguir los sonidos a mi alrededor.
En cuestión de segundos y sin esperarlo mi rostro chocó contra la tierra húmeda y las hojas secas de los árboles. Había algo demasiado pesado sobre mi. Sabía que era, pero no quería pensar en ello. Sentí una cálida mano remover los cabellos que cubrían mi oreja izquierda. Mi respiración estaba muy agitada y mi corazón estaba a punto de colapsar.
—Nunca vas a escapar de mí —susurro Duncan en mi oído. Tragué saliva y cerré los ojos—. Deberías confiar un poco en mi. Creí haberte dicho que no te haría daño. En vez de comenzar a correr como desquiciada deberías ahorrar tus energías.
No respondí nada. Mis labios no me obedecían. De un movimiento rápido y para nada amable Duncan me puso de pie. Tomo mi mano con fuerza y comenzamos a caminar a toda prisa hacia aquella vieja casa. Cuando estuvimos frente a la puerta me di cuenta que no era solo una casa. La música adentro retumbaba a todo volumen. Un hombre vestido de traje negro nos abrió la puerta y ambos entramos. Sentí como una especie de fuerza invisible me empujó hacia atrás.
Yo no debería estar aquí por millonésima vez. Mis fosas nasales fueron penetradas bruscamente por el fuerte olor a tabaco, alcohol, marihuana y otros olores que no logre distinguir. Todo el lugar estaba sumido en la oscuridad lo único que iluminaba eran la luces en colores neones que se movían de un lado a otro. La casa era mucho más grande de lo que parecía ser.
El lugar estaba infestado de personas, algunas parecían normales y otras tenían rasgos muy exóticos. ¡¿Quienes en su sano juicio iban a discotecas por la mañana?! Esto era extraño. La mayoría de las personas se encontraban bailando de distintas maneras. No bailaban al mismo ritmo ni de forma similar. Por alguna extraña razón la música me lastimaba los oídos, pero no físicamente sino mentalmente.
Duncan no había soltado mi mano en todo el trayecto. Él caminaba frente a mí y parecía no sentirse muy cómodo en el lugar. Volteaba hacia a todos lados, como si estuviese buscando a alguien. A simple vista podía notarse como sus cinco sentidos trabajaban al cien por ciento. La manera en que movía la nariz para olfatear mejor. Sus penetrantes ojos examinando a cualquier persona que se nos atravesaba y la manera en que sus oídos se movían —aunque no era muy visible, tenias que ser muy observador para notarlo—.