n u e v e

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—Tú vas a ser mi pareja.

Levanté la cabeza de mis apuntes en sucio que estaba pasando a limpio, para ver a Yoongi, que se sentó en la silla que estaba a mi lado. Cerró mi archivador de golpe, lo empujó alejándolo de mí y empujando los libros que tenía un chico que estaba en frente de mí. No me gustaba sentarme en las mismas mesas que otras personas en la biblioteca del instituto, pero estaba llena y el único sitio que había libre era el que cogí yo y el que estaba ocupando Yoongi a mi lado.

—¿De qué estás hablando, Yoongi? —pregunté. Para una vez que me aplicaba en mis estudios venían a intertumpirme. Fui a coger mi archivador para seguir a lo mío, pero Yoongi me agarró las manos y las dejó en mi regazo. Levanté una ceja, divertida. —¿Desde cuando hay tanta confianza?

—Pensé que éramos amigos. —se encogió de hombros. —Yo tengo confianza con mis amigos.

—¿Qué te hace pensar que somos amigos?

Lo miré cruzándome de brazos.

—En la última fiesta nos comimos la boca varias veces y me contaste contaste un montón de cosas personales.

—¿Comernos la boca nos hace amigos? —aunque pregunté no quería saber su respuesta. Para mí enrollarme una noche con alguien no me convertía en su amiga ni en nada. —Además, si te conté cosas personales fue porque necesitaba desahogarme y ninguno de mis amigos estaban cerca en ese momento, no porque tú y yo lo seamos en realidad.

—Pero si antes de irnos le estuviste diciendo a Hoseok que éramos amigos.

—¿Seguro que hablaba de ti? Ese día conocí a Kihyun y me cayó muy bien, tanto como para ir diciendo por ahí que es mi amigo cuando estaba borracha.

—Tía, ¿puedes dejar de llevarme la contraria?

—No.

—Eres imposible. —se quejó. Me estaba divirtiendo verlo perder los nervios.

En realidad sí que lo consideraba un amigos pero me gustaba tanto picarlo y hacerle rabiar que no iba a darle el gusto de confesarlo y estar de acuerdo con él en esto.

—Así no vas a conseguir convencerme para que sea tu pareja. —hice un gesto triste, como si en realidad lo sintiera, y después un ruido con la boca que molestó tanto a Yoongi como al chico que estaba en la mesa con nosotros. —Por cierto, ¿en qué quieres que sea tu pareja?

—En el trabajo de arte.

—Se más específico.

—Te saltaste esa clase, pero nos han mandado un trabajo que equivale al sesenta por ciento de la nota final. Hay que hacer un cuadro, como los que tú haces siempre.

—¿Cómo sabes que pinto?

—Siempre llevas las manos manchadas de pintura. —respondió. Agarró mis muñecas y subió un poco las mangas de la sudadera, dejando ver manchas de pintura verde y amarilla por mis manos y parte de mis brazos. Me deshice de sus manos, que estaban sobre las mías, y las escondí dentro de las mangas.

—Es pintura muy resistente, no se va aunque me lave mucho las manos. Se va con el paso de los días. —murmuré avergonzada. No quería que pensara que era una descuidada y que no me lavaba las manos o algo así. Lo había intentado varias veces, pero esta pintura no se iba ni con lejía.

—También me he subido a tu coche alguna vez y he visto que en la parte de atrás tienes blocs de dibujo, muchos lápices, carboncillos y cuadernos con muchas páginas arrancadas.

—¿Qué puedo decir en mi defensa? Soy una artista desordenada y me entra la inspiración en cualquier momento.

—Y la inspiración es algo que no se puede ignorar. Cuando viene tienes que prestarle atención y exprimirla lo máximo que puedas, porque si se va tienes que esperar a que vuelva y nunca se sabe cuando vuelve.

mygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora