v e i n t i s i e t e

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Al fin. Por fin era sábado ya. Era el día en el que iba a hablar con Yoongi y que íbamos a aclarar las cosas.

Se me había hecho casi imposible no acercarme a él, no sentarme a su lado en clase, no besarlo... Pero entendía que necesitaba su espacio y que debía pensar. Se venían cambios grandes en la vida de todos y él era el que estaba sufriendo más que nadie.

Cerré la puerta de mi habitación, encontrándome a mi hermano en el pasillo.

—¿Te vas ya? —pasó una mano por mi pelo para peinarme un poco.

—Sí.

—Oye, ¿has pensado lo que te dije sobre empezar a ir al psicólogo?

—Sí, ya he contactado con él y todo.

—¿Por cuál te has decantado al final?

—Es el mismo que tenía en la clínica. Vamos a empezar la terapia por skype y cuando esté allí iré a su consulta.

Ahora me dolía decir en voz alta que me iba a mudar cuando antes era lo que más ansiaba. Tal vez era así porque mi vida había cambiado muchísimo. Nada era como antes, era un millón de veces mejor. Y estaba apunto de joderlo.

Hacía ya tiempo que le había contado a mis padres que me iba mudar y que iba a estudiar fuera, también que me iba a ir con Hoseok. Se lo había contado a Alejandro incluso antes que a Yoongi.

—Me alegro por ti.

Lo abracé un segundo.

—Me voy ya, ¿vale?

—Pásatelo bien, princesa.

Dejó un beso en mi frente antes de entrar en su habitación.

Abrí la puerta de la entrada para salir. Bajé por el ascensor hasta el garaje y me monté en el coche de Seokjin. Me puse el cinturón y me quedé sentada sin hacer nada al rededor de dos minutos. Cuando arranqué el coche y me puse en marcha sentía como me temblaban las manos del nerviosismo. En realidad no sabía si quería ir a casa de Yoongi y enfrentarme a la realidad.

En cuestión de minutos ya había llegado a su casa de Yoongi. Bajé del coche y llamé a la puerta de la casa. Yoongi apareció con su cara seria y me dejó pasar. No una sonrisa que me dejase ver sus encías ni un efusivo saludo con un gran beso y un increíble abrazo como siempre. Solo me dejó pasar.

Entré y me quedé en el pasillo esperando a que se diera la vuelta para entrar juntos. Se dio la vuelta y se me quedó mirando. Menos mal que en ese instante llegó Holly a saludarme con la efusividad y el amor que no tuvo Yoongi. Me agaché a saludarlo y darle besitos y mimos.

—Te quiere mucho. —habló Yoongi.

Se me pasó por la cabeza un ¿Tú no? pero preferí callarme y no decirlo por miedo a recibir una respuesta que no quisiera escuchar.

—Sí, es cierto.

—Estará muy triste cuando te vayas.

Pum.

—Me seguirá queriendo igual. No creo que se olvide de mí en dos semanas.

Nos pusimos a andar hacia el salón. Me senté en un sofá y en él en el otro. Genial, no me saludaba y no buscaba cercanía conmigo. Esto no pintaba nada bien.

—Tal vez te olvide en cuatro años. —soltó. Se cruzó de brazos y me miró. Su mirada seguía siendo triste y furiosa, como en casa de Taehyung. —No será lo mismo. Ya no te verá nunca y se sentirá triste por no poder estar contigo.

Vale, eso me lo merecía.

—Yoongi, no tiene por qué ser así. —eché mi cuerpo un poco hacia delante para acercarme un poco a él. No se movió hacia mí pero tampoco se alejó. —Me voy a ir, sí, pero no tienes por qué echarme de menos o pasarlo mal.

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