d o c e

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Hoy he cogido el autobús porque el coche de Seokjin, que estoy usando, me esta dando problemas y tengo que llevarlo a algún taller cuanto antes, si no mi madre obligará a Seokjin a que me lleve todos los días al instituto y me niego. Lo que peor llevaba es que el coche de Jin se hubiera estropeado un lunes después de un fin de semana fantástico y que tuviera que coger el autobús con lo atrasada que iba.

Aunque debo dar gracias a que algo le pasara al coche de mi hermano mayor y tener que coger el autobús porque me encontré a Yoongi sentado en unos de los asientos libres. Era raro que a esta hora hubiera algún asiento libre, pero casualmente había dos.

—¿Qué haces? —pregunté al llegar a su lado.

Yoongi dejó de mirar su móvil un segundo para mirarme. Al ver que era yo volvió su vista a su móvil y yo, tan cotilla como siempre también lo miré. Estaba en YouTube. Copió el enlace de una canción y la envió a nuestro chat. Eso, que yo era bloc de notas personal.

—¿Qué haces tú aquí? Creía que tenías un coche. —respondió muy bajo, tanto que tuve que bajar volumen a mi música. Me miró unos segundos y después guardó su móvil en sus míticos jeans rotos por las rodillas.

—Por lo que yo sé tú también tienes un coche y estás aquí. Además el coche que uso no es mío, es de mi hermano.

—Tú siempre vas en coche a todos sitios, yo no llevo el mío al instituto nunca.

—Al coche de mi hermano le pasa algo. No sé que es, pero me está dando problemas y... eso.

—Te voy a mandar la dirección de un taller en el que te harán precio por ser amiga mía.

—¿Me consideras ya tu amiga? —pregunté. Más bien me estaba burlando. —Al principio creía que me odiabas en plan muy mal.

—No. —volvió la vista a su móvil y me envió la dirección que me dijo. Ignoré la vibración de mi móvil porque sabía que era él. —Al principio casi te rompes la boca en este autobús y me reí de ti.

Sabía que se había reído de mí.

—Tampoco fue para tanto... —dije entre dientes.

La verdad es que me daba vergüenza reconocer que casi siempre que me monto en un me caigo porque el conductor arranca demasiado rápido.

—Ya, claro. —Yoongi dio un golpecito en su rodilla con una esquina de su móvil y lo repitió, jugando. —¿Has escuchado las canciones que te he mandado?

—¿Qué canciones?

Me miró como si estuviese bromeando.

—Las putas canciones que te paso todos los putos días. ¿No has escuchado ni una sola?

—Creía que me las mandabas para dejarlas ahí. —sonreí avergonzada. —Que me las mandabas para tenerlas ahí, como si yo fuera un bloc de notas o algo.

—Tú eres imbécil. ¿No se te ha ocurrido pensar que era para que las escuchases?

—La verdad es que no. No te pega eso.

—Eres imbécil, en serio.

—Es la amiga que has elegido, ahora debes aguantarte con tu elección y aguantarme a mí. —dije, haciéndolo reír.

—Sí, ya no hay vuelta hacia atrás.

De pronto, me acordé de algo. Le puse la bolsa que llevaba –porque no me cabía en la maleta– en las piernas.

—Te dejaste el lienzo ayer en mi casa. Y como el trabajo hay que entregarlo hoy he pensado que te gustaría tenerlo.

—Gracias.

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