Capítulo 29.

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     Mi relación con Gianluca va bien. He sabido ocultarla de Nick. No niego que en varias ocasiones me he sentido pésimo por hacerle lo que le hago. Sé que no se lo merece... Nick es un gran hombre con un gran corazón y una admirable paciencia. Ha tenido que soportar mi histerismo, mi mal humor, mis lágrimas y berrinches. Sin embargo, me es imposible estar sin Gian. Lo amo mucho. El embarazo o no sé qué será me hace querer estar con él todo el día. Abrazarlo, besarlo y mimarlo mientras el descansa su cabeza en mi panzota de seis meses y por las noches, me hace desear a Nick con locura. Estoy mal. No está bien que juegue de esta forma... Sé que tarde o temprano tendré que elegir entre uno de los dos y sobre todo, porque mi niño nacerá en pocos meses. Si, efectivamente es un niño. Cuando el doctor me ha hecho la ecografía y mostrarme lo grandote que está mi bebé y saber que es un varón, lloré como una chiquilla al igual que Nick. Es extraño... A veces siento que es él su padre, pero la mayoría de tiempo pienso que en realidad es de Gian. Mi mente es un caos y lo peor de todo es que no puedo hablar con nadie de esto. A Gaby ni loca se lo cuento porque siendo ella, es probable que me delate con Nick y a mi Nachito... Me da miedo decirle. Me aterra saber lo que pueda pensar de mi.
     Miro el reloj de la mesilla. Once de la noche. No puedo dormir. Me siento incómoda. La panza me pesa. Me muevo hacia un lado, pero tampoco me gusta. Me muevo hacia el otro y me incomodo más. La rabia carcome mi ser al ver a Nick dormir tranquilamente sin problema alguno. Malditos hombres... ¿Porqué no se embarazan ellos? De pronto, un olor me causa unas náuseas terribles. Es el olor del perfume de Nick que se siente horrores en la camiseta suya que llevo puesta. Maldigo. Nunca me había pasado esto. Me levanto de la cama y busco otra camiseta en el cajón, pero no encuentro nada cómodo. Pienso y se me ocurre que quizá Gaby tenga algo que me quede porque no quiero usar alguna de mis blusas que ahora ni pasan de mis pechos, que por cierto, pesan horrible. Me quito la apestosa camiseta de Nick, me pongo una batita y camino hacia la habitación de Gaby. Entro sin tocar la puerta y para mi suerte, está despierta.
     —¿Porqué siempre entras sin tocar? —gruñe soltando su teléfono.
      Yo sonrío inocente y hago puchero.
     —Porque necesito que me ayudes con urgencia.
     Gaby me ve alarmada.
     —¿Te sientes mal? ¿El bebé está bien? —pregunta acercándose a mi.
     Me río y niego.
     —No es eso. Lo que pasa es que la ropa de Nick apesta y no tolero su olor y necesito alguna camiseta para dormir cómoda y creí que tú tendrías alguna que me quedara.
     Gaby suspira aliviada y asiente. Una amplia y macabra sonrisa se dibuja en su cara.
     —Creo que tengo algo por aquí que te puede quedar y encantar.
     Gaby corre rápidamente hasta su armario y busca desesperada. Cuando por fin encuentra algo de color blanco, me la entrega con una enorme sonrisa del gato risón.
     —Creo que te quedará perfecta.
     Veo la camiseta con un poco de recelo y la tomo. Cuando su olor, su delicioso, delicioso olor inunda mis fosas nasales, los celos tocan a mi puerta y siseo:
     —¿Porqué demonios tienes tú una camiseta de mi Gianluca?
     Gaby se carcajea.
     —Mira que tienes un olfato de sabueso, __________. Y pues la rescaté de las cosas que Nick estaba tirando el otro día.
     Suspiro aliviada.
     Creí lo peor.
     Con una más que encantadora sonrisa, me quito mi bata y me pongo la camiseta de mi amor. Me queda justa y huele riquísimo.
     —¿Y qué tal está el bebito? —pregunta Gaby invitandome a recostar en la cama.
     Lo hago gustosa.
     —Pues muy bien. Cada día más grandote.
     —¿Y ya sabes cómo se va a llamar?
     Sonrío con amplitud y asiento.
     —Se llamará Diego, como mi abuelito a quien tanto amo y extraño.
     Gaby sonríe satisfecha.
     —Es un nombre muy bonito.
     Con cuidado, coloca una mano en mi panza y la acaricia. De pronto, la puerta se abre de golpe y entra un despeinado y asustado Nick, que al verme, suspira con tranquilidad.
     —Mujer, creí que te había pasado algo —jadea —no vuelvas a asustarme así.
     A mí me entra la risa y extiendo mis manos. Nick sonríe ampliamente y camina hasta mi para alzarme en sus brazos.
     —Buenas noches, Michaelson —murmura antes de salir de la habitación de Gaby.
     Ella le contesta igual y yo flipo. Nick ha estado muy dócil estos últimos meses. Al entrar en nuestra habitación y recostarnos en la cama, a mí me entran las ganas de hacer el amor. Nick jadea.
     —¿Ahorita?
     —Si —murmuro —Dieguito me hace tener muchas ganas.
     —Ay si tú, culpa al niño —se ríe Nick.
     Yo también me río y meto mis manos bajo su pantalón y lo acaricio para despertar a la bestia que hay en él. Nick gime.
     —Nena... No vaya a lastimar a mi niño —murmura angustiado.
     Yo suelto una carcajada.
     —Ni que la tuvieras tan grande —me burlo.
     Nick alza una ceja y se baja el pantalón.
     La boca se me hace agua al ver aquello tan grandote.
     —Bueno... Quizá sí un poco.
     —¿Un poco? —pregunta Nick arrogante.
     Le doy una nalgada.
     —Bueno, es enorme señor modesto. Ahora, dame lo que quiero que ya sabes cómo me pongo si no me das.
     Nick me besa y hacemos el amor hasta que el sueño y el cansancio me pueden y me quedo profundamente dormida.
     Cuando despierto al día siguiente, son las diez de la mañana. Duermo demasiado últimamente que ya parezco un oso. Por suerte o mala suerte, es sábado y no hay trabajo.
     Me ducho, me pongo la camisa de mi amor Gianluca, un short de esos cómodos y bajo hasta la sala, en donde el olor a comida rica me invade. Camino hasta la cocina y mi buen Nachito ya ha preparado el desayuno, acompañado de Piero, quién al verme entrar, sonríe con ternura y me abraza.
     —Buenos días gordis —me saluda.
     Yo lo golpeo.
     —Gorda tu abuela. Y buenos días también.
      Piero se ríe y me besa la panza.
     Ignazio se limpia las manos y camina hasta mi. Su abrazo es acogedor y sabroso.
     —Buenos días, pequeña bella.
     —Buenos días, Nachito —respondo aspirando su olor, que no es el habitual.
     Arrugo el entrecejo y preguntó:
     —¿Porqué hueles a Gianluca?
     Ignazio me ve sorprendido y se huele su camisa.
     —No... No lo sé. Seguramente su olor se quedó impregnado en mi.
     Asiento. Me gusta ese olor.
     —Por cierto —continua Ignazio —Nick se fué hace un rato y me dijo que te dijera que volverá hasta la noche porque tiene asuntos que atender con urgencia en el hospital.
     —Y Gaby se fue dónde no se quién y también vendrá hasta la noche— interrumpe Piero viendo con gracia a Ignazio.
     Ignazio pone los ojos en blanco.
     —Se lo iba a decir también y no me veas así con esa cara que ya sabes que ella y yo no somos nada y me da igual lo que haga.
     Piero alza las manos en son de paz. Yo, entretenida por aquella discusión, me sirvo huevo con tocino, pancakes, waffles y salsa de pizza y como tranquilamente. La salsa de pizza no puede faltar en mis comidas.
     Una hora más tarde, Ignazio se marcha porque tiene que ir a trabajar y yo me quedo con Piero. No quiere dejarme sola por mi embarazo. Lo noto sonreír muy extraño, como si hubiese hecho alguna travesura. Minutos después, el timbre suena y Piero me ve con malicia.
     —Se lo tuyo con Gianluca —murmura sonriendo —y que sepas que no te juzgo, más bien te entiendo y les ayudaré en todo lo que pueda.
     Lo veo alucinada mientras observo como camina a abrir la puerta. Gianluca aparece de inmediato ante mi. Me atraganto.
     —Mi amor —saluda sonriendo —me moría por verte mi vida.
     Gian me besa apasionadamente en los labios y yo veo asustada a Piero, quién se ríe y suelta:
     —No se preocupen por mi, estaré abajo vigilando que no venga nadie.
     Sin más que decir, Piero se da media vuelta y se marcha silbando. Mi dura mirada se clava sobre Gianluca, quién pone su carita de inocencia que tanto amo y cuchichea:
     —No me veas así. Tenía que contárselo a alguien o iba a volverme loco.
     —¿Y tenía que ser precisamente Piero? —gruño.
     —Si —asiente mi amor —aunque no lo creas, Piero es una tumba y el ser más confiable de este mundo. Además, si se lo decía a Ignazio capaz y me sacaba las tripas en ese instante y me diría que estoy muy loco. En cambio, cuando se lo he comentado a Piero no me ha juzgado. Me ha entendido y apoyado al saber lo que pasa.
     Tiene razón.
     Piero ha demostrado que es el ser más confiable que pueda existir en la faz de la tierra y si Gianluca dice que Piero nos ayudará, pues le creo.
     —Esta bien Gian —murmuro dándole un beso en los labios.
     Mi amor sonríe y me abraza.
     —Hace mucho que no venía por acá— dice viendo de un lado a otro —ya me hacía falta.
     —Y yo te extrañaba a ti —susurro mordisqueando su barbilla —mucho.
     —Tambien yo a ti mi __________. A ti y a mi niño. Mi Dieguito.
     Gianluca se arrodilla frente a mí y yo me recuesto mejor en el sofá para que él pueda tocar mejor mi panzota. Levanta mi camiseta blanca y coloca su mejilla ahí.
     —Me encanta tu panza, __________ —murmura mi hombre —es muy bonita.
     —¿Que tiene de especial? —pregunto curiosa.
     No es la primera vez que alguien me dice eso.
     —No lo sé —contesta Gian —es muy linda. No es tan grande como las de la mayoría de mujeres que tienen el mismo tiempo. Es tierna y adorable. Además, lo que la hace más especial es que quién está dentro, es mi hijo.
     Jadeo enternecida.
     Que bonito se ha escuchado aquello.
     —Estoy seguro que es mío —prosigue —lo siento en mi corazón. ¿No lo sientes tú?
     Pienso y pienso.
     —No lo sé Gian...
     —¿Cómo no vas a saber mi amor? Usa tu instinto materno y verás y sentirás lo mismo que yo siento en cuanto toco tu pancita...
     Gianluca sujeta una de mis manos y la coloca sobre mi panza. Sus labios la besan y entonces... Entonces siento algo diferente. Un sentimiento extraño. Esa conexión de la que él habla y las dudas desaparecen de mi mente. Mi bebé no es un Donovan... Es un Ginoble.
     —Me muero por conocer a nuestro hijo, Gian —murmuro atrayéndolo hasta mis labios.
     Mi amor se estremece y sonríe.
     —Y yo también... Nuestro bella, nuestro.
     Cuando creo que Gian va a desnudarme y hacerme el amor, se separa de mí y vuelve a arrodillarse. Sus labios se posan en mi panzota.
     —I found a love —comienza cantar — for me... Darling just dive right in and follow my lead. Well I found a girl, beautiful and sweet, I never knew you were the someone waiting for me... 'Cause we were just kids when we fell in love, not knowing what it was, I will not give you up this time... But darling just kiss me slow, your heart is all I own and in your eyes you're holding mine... Baby I'm dancing in the dark, with you between in my arms, barefoot on the grass, listening our favorite song, when you said you looked a mess, I whispered underneath my breath, but you heard it, darling, you look perfect tonight...
     Mi corazón se encoge de ternura. Lágrimas bajan por mis mejillas y siento como en mi estómago algo se mueve con inquietud. Gianluca pega un saltito del susto al darse cuenta.
     —¿Que fue eso?— pregunta asustado.
     Yo sonrío y tomo su mano. La pongo en mi estómago en donde mi bebé no tarda en moverse una vez más.
     —Fue nuestro bebé —murmuro —al parecer le gusta tu voz.
     Gianluca me ve sorprendido y un tanto conmovido.
     —¿Ya se había movido antes?
     —Si. Pero unas pocas veces mientras yo le hablaba y comía algo dulce. Es la primera vez que se mueve de esa manera.
     —Oh mi niño —murmura mi Gian y me abraza sin despegar su cara de mi estómago.
     De pronto, levanta su cara y me ve asustado.
     —___________... Tengo miedo...
     —¿Miedo porqué? —pregunto acariciando su cabello.
     —Porque voy a ser papá y no sé si estoy preparado para ello. No te niego que estoy jodidamente emocionado, pero me aterra no ser un buen padre y que mi hijo no me quiera. Ya sabes que soy bastante torpe y casi siempre arruino todo.
     Escuchar aquellas palabras me hacen reír. Su angustia en cierto modo tiene sentido y lo entiendo. También estoy aterrada. Soy muy joven para ser madre y no sé si seré buena para él.
     —No te preocupes —susurro incorporándome para abrazarlo — tú serás un gran padre y sé que nuestro bebé ya te ama. Juntos aprenderemos Gian.
     Mi amor se estremece y me besa.
     —¿Juntos? —murmura.
     —Juntos.
     Gian y yo nos besamos desesperadamente y yo ya tengo algo muy claro; tengo que decidir entre él y Nick de una vez. No puedo seguir jugando de esta manera porque tarde o temprano se descubrirá y tengo miedo de las consecuencias.

...
     Dos meses después, ya no camino. Ahora ruedo. Estoy jodidamente gorda. La panza me pesa, los pechos me pesan. Todo me pesa y la espalda me está matando. Ahora me es más difícil dormir por las noches. A veces tengo acidez o Dieguito está demasiado inquieto y se comienza a mover hasta que voy a la cocina por helado, pastel o cualquier postre. Amo a mi bebé, pero a veces me desespera. Mi humor se ha ensombrecido y no hay quien me aguante. Ignazio está siempre que puede para complacer mis antojos. Todos están muy al pendiente de mi, pues en un mes mi niño ya estará conmigo. Sigo sin decidir si Nick o Gian. Sigo sin decirle a Sebas y a mi papá que estoy embarazada. Estoy muy agobiada y estresada.
     Al día siguiente, como ya estoy harta de estar en casa, decido ir a trabajar aún con los regaños de Nick. Lo mando a la mierda y le digo que voy sí o sí. Él intenta retenerme, pero lo amenazo con golpearlo y al final, me salgo con la mía.
     Mi día en la oficina es tranquilo. Nadie me molesta. Gianluca no llega a verme y eso me inquieta, pero casi que agradezco. Capaz y me hace enojar.
     Por la tarde, llamo a Nick y le digo que me  iré a casa en taxi. No quiero aguantarlo ni soportar sus regalos. Antes de que se niegue, le suelto un par de frescas y le corto. Yo mando. Cuando estoy afuera, me siento sobre una banqueta y decido llamar al taxista de siempre, pero alguien me quita el teléfono en ese instante.
     —Yo te llevaré a casa, bella.
     Gianluca.
     Le arrebato mi teléfono de mala gana y gruño:
     —¡No! Nick podría verte.
     —¡Otra vez con ese tipo! —sisea alterado —_________... No quiero que sigas con él. Te quiero sólo para mí.
     —Tú y yo teníamos un maldito acuerdo —gruño poniéndome de pie y encarándolo — tú aceptaste ser mi AMANTE. Te dije que no podía dejarlo.
     —Si, yo lo sé. Pero las cosas han cambiado. Estás esperando un hijo mío y yo no quiero que esté cerca de ese sujeto que tanto detesto...
     —¡Gianluca! —grito histérica— ni siquiera sabes si en realidad es tuyo.
     Gianluca arruga su cara que se torna roja. Rojísima. Está furioso y yo más. No sé de qué va su numerito.
     —Tú mejor que nadie sabe que ese niño es mío. Por más que lo quieras negar. Es mío. Mío. Por eso te exijo que dejes a ese idiota de una maldita vez porque ya no tolero esta situación... No tolero saber e imaginar que te acuestas con él todos los días y que yo estoy como idiota recibido sólo migajas.
     Las lágrimas pugnan por salir de mis ojos. Entrecierro los puños y le ajusto una bofetada en la cara.
     Gianluca me ve asustado.
     —Perfecto. Si eso es lo que piensas, perfecto.
     —¡Perdóname! —suelta rápidamente y me abraza— perdóname bella... Yo... Yo no sé ni lo que digo... Estoy muy enojado. Pero entiende...
     —Gianluca...
     —Lo siento... Me dejé llevar por lo que Gaby me dijo...
     —¿Gaby? —pregunto abriendo los ojos como platos.
    Gianluca asiente.
     —Yo le conté lo que está pasando con nosotros y ella me aconsejó que...
     —¡¿Le dijiste sobre nosotros?! —grito empujándolo.
     A Gianluca se le van los colores de la cara e intuyo que no tenía planeado decirme eso.
     Siento que me voy a desmayar en cualquier momento.
     —Yo... Yo necesitaba hablar con ella... Es mi amiga y confío...
     —¡¿Porqué se lo dijiste?! —chillo —¡Te pedí que no lo hicieras! Te lo pedí, maldita sea... Eres un... Un imbécil.
     Levanto mi mano y le vuelvo a ajustar otra bofetada. Esta vez sí lloro. Lloro como niña. Lloro de rabia, de indignación y pienso que tengo que irme de ese lugar de inmediato antes de que lo mate a golpes. Dándole un último empujón, me doy la vuelta con el corazón roto y casi que corro. Mi vista es borrosa... Me siento mal... Y de pronto, un fuerte dolor me recorre todo el cuerpo. Escucho el grito de Gianluca a lo lejos. Veo oscuro. Me duele... Me duela la panza...
     —¡Bella, bella, bella! ¡Maldición! ¡Ayuda! —escucho a Gianluca jadear alarmado.
     Sus manos rodean mi cabeza y cuando por fin mi vista se logra aclarar, me doy cuenta que estoy en el suelo. Al frente está una camioneta blanca manchada de sangre. Un dolor agudo me hace gemir en voz alta. Al bajar la mirada, veo que un líquido sale de mi interior. Un líquido acompañado de sangre. Jadeo. No... No... Mi bebé...

~Una Vida Juntos "Por Siempre"~ (Gianluca Ginoble) TEMPORADA IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora