La verdad es que despertó recordando todo lo sucedido la noche anterior. Sabía que había hablado de más. Le confesó a Antonio que se habían besado y que de hecho él mismo había sido quien le insistió en que lo hiciera. ¿Por qué? Ni él mismo lo sabía. Quizás solo quería experimentar, conocer cosas distintas, ver otros paisajes, etc. ¿Eso contaba como engaño? ¿Había sido irrespetuoso por besar a otra persona que no fuese su pareja? Tampoco conocía la respuesta y le aterraba eso. Se sentía confundido y por todo eso su cabeza se había hecho un embrollo. Parecía un torbellino de caos y acontecimientos que no terminaba de entender.
A pesar de que no tenía resaca, sí se sentía cansado, agotado, y con la boca seca. Se quedó sentado en el colchón, mirando el vaso con agua que había en la mesita de noche al lado de él que sin duda Antonio había dejado ahí. Su cabello estaba revuelto y despeinado, cayendole en la frente y en los párpados. No sabía cómo iba a actuar frente al español. ¿Qué diría? Eso le angustiaba. ¿Qué tal que Antonio ya no quería hablarle después de eso? Ese era un gran temor para él, porque apreciaba al chico más de lo que pudiese afirmar. Sus dudas se vieron interrumpidas cuando el celular vibró sobre la madera, junto al vaso. Lo observó en silencio, viendo el nombre de Antonio en la pantalla. Tomó el aparato en las manos y lo desbloqueó para leer el mensaje que el chico le había mandado. Le estaba preguntando si es que se encontraba bien, cómo es que había amanecido. Inconscientemente sonrió como atolondrado. Al darse cuenta de ello, respondió el mensaje con rapidez, haciéndole saber que se encontraba perfectamente, y llevó las rodillas al pecho para esconder su rostro entre ellas. ¿Por qué el corazón se le había alterado con solo ese pequeño gesto de atención y preocupación de parte del rubio? ¿Qué significaba eso?
—Solo estoy imaginando cosas.
Dejó caer el móvil sobre el colchón para luego tomar el vaso y beber el agua de un trago, dejando la vajilla donde antes. Se levantó pesadamente para ir directo a la sala, descubriendo que ésta había sido limpiada por alguien más. No había rastro de la fiesta anterior en su casa, ni ahí, ni en la cocina. Todo estaba ordenado. Se preparó algo de comer en la cocina mientras escuchaba la radio con diversos tipos de música. No tenía animos para cantar, pero las canciones le calmaban aunque fuese un poco, sin embargo seguía sintiendo incertidumbre con respecto a su relación con Antonio. ¿Seguirían siendo amigos o había perdido ese derecho? Se detuvo, mirando la cacerola donde preparaba huevos revueltos con jamón. ¿Antonio querría hablar con él acerca del beso? Ojalá no, porque no sabría que decir.
Sirviéndose lo que había preparado en un plato, escuchó la música del tono de llamada que poseía su celular, por lo que dejó todo sobre la mesa y se dirigió a su habitación. Contestó la llamada sin importar quién era.
—¡Amor!
La voz de su novia le causó cierta decepción, pero intentó que eso no se notará, porque no sabía a qué se debía eso. ¿En serio había esperado que Antonio le hablase?
...
Miraba el reloj que se mostraba en la pantalla de su celular mientras esperaba que alguien llegase. En cuanto guardó el aparato en el bolsillo trasero de sus vaqueros, escuchó los pasos de alguien acercarse, por lo que alzó la mirada y se encontró con Antonio enfundado en unos pantalones negros, una playera blanca y una camisa a cuadros azul índigo como el mar. Aunque Fernando no pudiese notarlo del todo, el español se encontraba nervioso. Quería hablar con el moreno acerca de aquel supuesto beso que se dieron, pero temía que todo fuese obra de la imaginación de un mexicano ebrio. ¿Y si la cagaba? No quería. Todo parecía ir tan normal como siempre y lo que menos deseaba era arruinar su pequeña amistad con el más bajo. Llegó a su altura, sonriendo tan felizmente como podía.
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Amor hispano
Teen FictionUno es de México, otro de España. Uno está en tierra extranjera, otro en su pueblo. ¿Qué traerá el porvenir para ambos?