Capítulo II |Oportunidades

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Odio esta época del año, agosto empieza a tomar un final y septiembre un comienzo. Las clases están al final del túnel, lo que ponía nerviosos a todos los adolescentes, incluyéndome. Mientras tanto, aprovechando mis semanas de libertad, conseguir trabajo se hace más difícil a cada segundo, pues algunos eran muy complicados para mi rango y otros muy sencillos, casi hasta inútiles.

¿Quién le paga a alguien para alimentar a su pez?

Alessandro se estaba encargando de hablar con los amigos de sus padres por si había alguna vacante en sus empleos, pero no obtuvimos respuesta. El único lugar tranquilo que tenía para googlear en mi notebook era Barnum, el principal trabajo que me daba dinero mientras tanto. 

El día de hoy, había muchos clientes en la casa, lo que hacía mi trabajo un poco más difícil, pero me ayudaba a tener mi mente ocupada. Aaron se encargaba de tomar las órdenes, al igual que yo, y Cinthia estaba ocupando mi lugar en la caja registradora. Las personas se refugiaban más en Barnum que en sus propias casas, lo cual en cierta parte era bueno, pero llegaba a mi casa cansada, así que lo primero que hacía era tirarme a mi cama y dormir. A medida que pasaban los días y la semana empezaba a tomar final, me daba cuenta que no tenía chance en lo que mi plan se refería. Con solo pensarlo se me hacía un nudo en la garganta, pues no había otro trabajo para mí y las clases me sacarían todo el tiempo que necesitaba, hasta con la cafetería se me haría difícil.

Sim embargo, mientras que estaba buscando el café para preparar más y ordenaba las cosas en los estantes de la cocina, me di cuenta que había una persona que me podía ayudar a resolver mi dilema. Sería difícil pedirle algo sin que me regalara una mueca de desagrado y una mirada desaprobatoria. Aaron Hayes era, posiblemente, la única persona que realmente tenia respuestas buenas para mí, pero sabía, de ante mano, que para conseguir dicha cosa le tendría que dar algo a cambio.

──Aaron──llamo su atención. Estaba atendiendo a una mamá con sus hijos, cuando finaliza se acerca a donde estoy yo y por su rostro sabía que no le gustaba que le hablara o le disgustaba mi presencia en sí.

── ¿No te dijeron que es de mala educación interrumpir a las personas? —habla con voz cortante. Añade── ¿Qué quieres Bennet?

──Un favor──sonrío con inocencia falsa al ver cómo me mira── Solo quiero que me digas si conoces a alguien que necesite empleados──él frunce el ceño como si desconfiara de mis palabras── Es para una amiga── especifico.

Aaron guarda la libreta en su delantal y se acomoda el cabello, mira de reojo a la gente y continuamente a mí. Lleva una mano a su barbilla, la cual tenía cierto vello facial, aunque rasurado, que le quedaba bastante bien. Sentía cierta curiosidad de su actitud hacia las personas de su alrededor, no sonreía mucho, ni por un segundo lo escuche reír o hablar con amabilidad sin colocar los ojos en blanco. Observo como apoya sus brazos en la mesa a nuestro lado y habla.

──No sé de alguien que busque empleados, pero si me entero, te aviso──y añade── Claro, para que le avises a tu amiga—entre cierra los ojos y yo asiento repetidas veces.

Estaba segura que no se creyó nada lo de mi amiga, pero no tenía ganas de explicar mi situación a alguien que era bastante desconocido para mí. Y si él no tenía la suficiente confianza para contarme algo aparte de su nombre, ¿Por qué yo le debería confiar algo tan personal? No me gusta andar por la vida contando que mi madre se quedó sin trabajo y que no tenemos suficiente dinero. 

Llevo el pedido a la mesa número siete, en donde se encontraba una chica con pelo castaño que le llegaba hasta un poco más debajo de los hombros, con lentes y un gorro rojo en la cabeza. Traía puesto una remera ancha con los Rolling Stones en color negro y un jean blanco con una rosa en la parte derecha de la pierna. Traía su celular en manos, preferentemente de la marca Apple, como lo tenían todos ahora, todos menos yo claramente. En mi caso era feliz con mí móvil viejo, el cual no era algo majestuoso comparado a todos los celulares modernos que hay hoy en día. Mi vejestorio, como lo llama Ales.

Prescindible AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora