Somos humanos.
Somos humanos que nacemos para aprender, para vivir, para equivocarnos, para lastimar y ser lastimados, para amar y ser amados, para odiar y ser odiados.
No existe un solo segundo en donde no estemos a prueba, en donde cada paso que damos se convierta en una osadía, en donde nosotros somos dueños de nuestro camino pero la duda y el miedo a fracasar nos domina.
Donde no estemos capacitados para soportar tanto estrés, y donde el estrés se llegue a convertir en ansiedad.
Donde escapar de los problemas sea una bomba de tiempo a punto de explotar. Donde sea tanto el agobio que no estamos preparados para afrontarlo.
Caminando por las calles, bajo el clima frio de Leesburg Virginia y la noche estrellada, puedo ver a un vagabundo pidiendo comida a cada persona que pasa, a una chica fumando a escondidas mientras esconde sus penas en una adicción, y a un chico hablando por telefono que no está preparado para ser padre tan joven.
Los problemas, si uno no los enfrenta, se vuelven más grande de lo que pueden ser. Y te lleva a no saber como manejarlos.
¿Pero si no estamos preparados para manejarlos? ¿Si queremos simplemente seguir adelante?
No me gusta hacer frente a lo que me asusta, no me gusta estancarme en algo que se que me hará mal. No me gusta ser masoquista. Prefiero avanzar, olvidar, perdonar y no saber más del pasado.
Soy sencilla, no me gusta lo complicado.
Y pase por tanto, que estar rodeada de los ocasionales "problemas" es costumbre.
No porque los busque, si no porque ya se aparecen por si solos.
Y no quiero ser la típica chica que se sienta en su cama a llorar, a sufrir, a pensar en el pasado o el típico 《¿qué hubiera pasado si...?》. No va conmigo, lo hecho ya está hecho. Es avanzar o quedarte estancado en un poso.
Miro hacia mi mejor amigo. Él me entendía, no me presionaba, no le molestaba que me quede en silencio divagando entre mis pensamientos. Simplemente se quedaba a mi lado y se concentrará en destruir esa pizza con su paladar mientras las horas pasaban.
—Come más lento tonto, te vas a atragantar.
—Suenas a mi mamá. —comenta, para luego tomar de su gaseosa.
Estábamos en un restaurante que quedaba cerca de su casa. Me invitó a comer pizzas porque según él comer sube el ánimo. Pero en realidad, se equivoca, porque estar con mi mejor amigo me sube el ánimo. Sólo él me saca a las nueve de la noche un viernes para comprarme una pizza y hablar de nada.
—¿Sabes? —empieza a hablar, pero se detiene para limpiar su boca-No se lo que pasó con tu familia en esa escena, pero deduzco que no fue nada lindo como para que te pongas de esta forma, sin embargo no te presionare para que me cuentes y si lo quieres hacer, acá estoy.
Le sonrío.
No quería decir nada al respecto, solo evitar la conversación y dirigirla para otro lado.
—Oye cambiando de tema... —él se da cuenta al instante que significa mi silencio y cambia de tema— ¿Cómo te va con la familia ricachona?
—Bien, me gusta trabajar en ese lugar.
—O ver a cierta persona.
—Si, Aiden me cae genial.
Sonrío al esquivar su intento de hacerme poner incomoda al referirse de Sean.
Puedo ser idiota, pero no estúpida.
—Buen intento, pajarillo. —asiente mientras toma de su gaseosa— Pero vamos, es obvio que pasas mucho tiempo con ese chico, él hermano del niño.. —se queda callado y luego añade sin pelos en la lengua—, ¿te gusta?
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Prescindible Amor
Teen FictionSean Withman. Galán, simpático, inteligente, social y deportista. Alizee Bennet. Soñadora, aficionada de la fotografía, la escritura y los libros, fanática de J.K Rowling, amante de los gatos y estudiante promedio. Ambos son distintos entre si, per...