Capítulo XXX |Besos y caricias

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                      Sean Whitman

Seco con una toalla el sudor en mi frente y luego llevo la botella de agua fresca a mis labios. Mi respiración estaba acelerada, mi pecho subía y bajaba con frenesí. Miro a mi alrededor, mis compañeros de equipo seguían practicando para el juego que venía en unas semanas, todos estaban realizando las jugadas que paute. Era una práctica cerrada, la mayoría de alumnos estaban en clases o talleres extra curriculares, pero en nuestro caso teníamos un pase para faltar a clases y practicar. No me hacía mucha gracia, teniendo en cuenta que faltaban días para los próximos exámenes. 

Esta semana fue la más dura para todos, siento que tengo una roca sobre mi espalda que debo cargar yo solo; el cansancio físico y mental me supera, además de agregarle a eso que era el capitán de un equipo del cual se esperan grandes resultados. Pero todo tenía un costo, un futuro. Era mi último año, y al ser éste un colegio bastante prestigioso a nivel académico, los maestros no bajaban la bara con respecto a las notas para los de último año. 

«Ahí es donde debemos ponernos más fuertes, los estamos preparando para la universidad, para la vida, para asegurarnos de que son capaces de lidiar con cualquier cosa.» Ya puedo escuchar a la profesora Clarke decirlo. 

Pero la realidad, es que sí. Sacando todo el estrés que te pueden generar los trabajos y exámenes, ésta preparatoria se caracteriza por sacar a los mejores estudiantes y con honores; de aquí salieron mis padres. 

Salvo el corto tiempo que tuve, me daba satisfacción saber que este finde estaría libre de trabajos y exámenes, asi que aprovecharé para invitar a Alizee a salir juntos. Todavia no tenia planeado a dónde la llevaría, pero algo se me ocurrirá.

Estos días no pude verla, solo hablamos por mensajes; ella también estuvo ocupada. Y en casa tampoco la vi, mi madre se ocupó de su trabajo desde casa, su asistente la ayudaba, e iba a su oficina cuando Aiden estaba en clases. Era una forma de poder estar en casa junto a sus hijos, y ser su propia jefa le hacía el trabajo más fácil. Eso si, ahora no podre ver a mi chica caminando por los pasillos de mi casa, ni su sonrisa al jugar con mi hermano. Aiden no estaba feliz con la idea, extrañaba a su niñera, pero le prometimos que saldríamos los tres apenas Alizee tenga un tiempo libre de tantos exámenes. 

Esto de asegurar un futuro no era nada fácil.

—¡Vamos chicos! ¡Más defensa, trabajen más en equipo, armen las jugadas!—Mi voz al gritar suena con fuerza y ronca. Me siento en una banca y observo cómo juegan mientras bebo de mi botella de agua. 

El entrenador me había dejado a cargo del equipo por hoy, asi que era mi trabajo guiarlos y prepararlos para el juego, de eso depende ser capitán. 

Estaba por dejar mi botella en la banca para volver a jugar hasta que veo a Aaron caminar hacia mi. En sus manos traía su mochila, su uniforme estaba desaliñado, las ojeras se notaban bajo sus ojos, al igual que su postura encorvada al caminar. Estaba cansado, como todos. Pero también sé, que dependiendo las notas que se saque se sabe si se graduara o no; Aaron sigue en el programa gracias a la beca que se le otorgó, asi que le exigen más. 

Deja caer su cuerpo a mi lado, y un sonoro suspiro escapa de sus labios. Su vista ronda por la cancha, viendo a los jugadores, hasta llegar a mi. Le sonrió a modo de saludo y él me lo devuelve de manera muy vaga y sin mostrar los dientes. 

—Le menti al profesor de calculo que me sentía mal y me dio un pase para la enfermería; pero la verdad es que me estaba enfermando de solo escuchar su voz hablar sobre ecuaciones y resultados—Rueda los ojos—Decime que por fin estarás libre para explicarme calculo, necesito aprobar ese examen si o si y no hay muchos a quien le pueda pedir ayuda. Eres el unico que me puede ayudar. 

Prescindible AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora