Capítulo IX |Autopsia

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Exponer en clases.

Exponer en clases es la cosa más humillante que le puede pasar a una adolescente durante su estadía en la secundaria. Miles de ojos viéndote, tu corazón latiendo cada vez más rápido, tus glándulas sudoríparas produciendo sudor, el cual se refleja en tus manos, frente, cuello y pies, como si fuera alguna clase de diaforesis.

Quería terminar de explicar mi ensayo, de pasar vergüenza y salir de la clase. Pero de alguna forma me ayudaba el hecho de imaginarme que estoy sola en mi habitación o hablando frente al espejo del baño.

Miro la hora en el reloj que estaba colgado en la pared. Faltaba cinco segundos para que dé por finalizada la clase. Suspiro soltando todo el aire y vuelvo a contraer oxígeno a mi sistema, mirando hacia la profesora que estaba sentada en su escritorio observándome, esperando que prosiga.

—Para concluir este ensayo, quiero volver a destacar la importancia que tiene hacernos responsables de nuestros actos, poder realizar un cambio si nos lo proponemos, y así como mostré en los gráficos, la tasa de delitos subió un 25% y eso produjo una agonía en los políticos para buscar una solución a eso. Pero, ¿solo ellos lo harán? ¿Sólo ellos conforman la comunidad? No, nosotros debemos ayudar realizando este cambio, poder dar una mano sin recibir nada a cambio más que nuestra propia seguridad y la de los demás. Gracias. — suelto todo el aire contenido cuando el timbre toca, justo a tiempo que termine de exponer.

Me sentía más tranquila, más libre, como si me hubiera sacado un peso de encima.

—Me encantó tu trabajo, Alizee. — comenta la profesora Morris— Muy bien redactado, con unos ejemplos impecables acerca del tema y así también, propuestas llamativas.

Sonrío de oreja a oreja al ver que me da el visto bueno y se retira. Ese trabajo me llevo tres días y horas de mucho café, merecía una nota buena. Junto mis cosas y salgo de la clase, afuera estaba Alessandro esperándome para ir juntos. Su padre le había prestado el auto, así que aprovecha para llevarme a la casa Whitman a trabajar.

—¿Cómo te fue exponiendo? —pregunta, mientras atravesamos el pasillo hacia la salida—¿Vomitaste? —me observa con ojos llenos de complicidad y diversión.

—Me fue muy bien, a la profesora le gustó, y por suerte no me agarro ganas de vomitar en plena clase. —me río, imaginando los vergonzoso que sería eso— Hay uno que se quedó tildado mientras hablaba, se había olvidado todo de lo nervioso que estaba.

—A mí me suele pasar lo mismo, por eso nunca paso a decir las exposiciones.

—Pero vas a tener mala nota en el trimestre, puedes reprobar y eso está mal.

—No me preocupan tanto las notas. —se encoge de hombros.

Alessandro siempre fue así, espontáneo, despreocupado de la vida, sin importarle que nota saca; era tan diferente a mí. Sus padres le viven diciendo que si no saca buenas notas le quitarían sus aparatos tecnológicos y las salidas nocturnas se acabarían. Sin embargo, su personalidad ya es despreocupada.

Alessandro es el tipo de persona que le gusta estar rodeado de amigos, es imperativo e impaciente. Él es tipo de chico que sería capaz de eructar estando en una cena de gala, o reírse en medio de un funeral, saltar de un paracaídas y declarase a su crush, aunque ella lo haya rechazado mil veces. Es apasionado, y no capta indirectas al instante. No le gusta planear nada, dice que hace de la vida algo monótono.

—¿Me acompañas a una boda este fin de semana? —me sonríe de oreja de a oreja, con emoción filtrándose en su voz. ¿Ven lo que les digo?— Se casa mi vecino, no me invitó, pero nos colaremos.

Prescindible AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora