Capítulo X |Dinastia

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La mansión Whitman se pinta de rojo y negro; con elegancia, estilo y glamour Asher y Kristine reciben a sus invitados para una noche de negocios. Mientras que los camareros atienden a los invitados, la casa se empieza a llenar por los más codiciados empresarios, abogados y periodistas.

Mientras tanto, yo padecía memoria de Doris, ya que no recordaba cuando acepté la propuesta de Sean con respecto a quedarme para la cena.

—Parece como si hubiera salido de una gala de premios o algo por el estilo.

Me miro al espejo de cuerpo completo que yacía en la antigua habitación de Hannah, la hermana mayor de Sean. La pieza era espaciosa, con diseños en color rosa, morado y negro, fotos de la chica en distintos lugares del mundo, como Milán, Francia, Australia, entre otros. Algunas fotografías eran de ella con su familia, amigos, cuándo era bebé o adolescente. Podía decirse que el decorado tenía un estilo vintage que me gustaba. No era ni muy extravagante, ni muy básico.

—¿Y tu hermana? 

Al preguntar eso me giro a verlo, él estaba sentado en el sillón en una esquina, mirando algo en su celular. Su vista se dirige del apartó a mí, observándome con detenimiento, parecía embobado por mi aspecto. Juego con mis manos nerviosa.

—Está en su departamento, vive sola desde que empezó la universidad. —hojea algo en su celular mientras guarda silencio, hasta que añade— Capaz venga esta noche para la gala, la verdad es que no hablé con ella.

—¿Esta ropa es toda de ella? 

Me miro al espejo, mientras paso mis manos por la delicada tela del vestido de gala.

—Sí, son nuevos al parecer, ya que todavía tienen la etiqueta.

¿Cómo puede ser que tenga estos vestidos y no los use?

Yo tengo la misma ropa desde los quince años, y la uso tanto que ya se nota lo gastado que están, o los agujeros que destacan en las prendas. Me gustaría tener la cantidad de ropa que posee Hannah en su guardarropa, y eso que todavía no vi la que tiene en su departamento. Me hace recordar a Kendall Jenner o Hailey Baldwin.

Me sentía bastante incómoda usando vestidos ajenos, y más sabiendo que la dueña estaría en la cena esta noche. Pero Sean se había encargado de hablar con su hermana para avisarle de la situación, lo que me dejaba un poco más tranquila. No obstante, el saber que este caro y delicado vestido no era mío, y podía pasarle algo mientras lo usaba hacía que mis manos sudaran y me invadiera el nerviosismo.

Salimos de la habitación y bajamos al salón principal, Sean estaba a mi lado y se encargó de transmitirme tranquilidad y confianza. Unos mozos se acercaron con unas bandejas de aperitivos y bebidas, Whitman si agarró una copa de vino, pero en cambio yo preferí esperar a más tarde para tomar agua.

No era muy fanática del alcohol, y cabe recalcar que soy demasiado inútil, por lo que sería capaz de volcar el vino en el vestido. Algo que ya me pasó antes.

Observo la sala con detenimiento, había muchos hombres de traje, mujeres con vestidos, hombres con cámaras, buscando la primicia para sus revistas o sitios web. Sonaba un peculiar sonido en la casa, Don't let me down de The Beatles.

—Mi papá es fanático de The Beatles, desde hace mucho. —sonríe él, haciendo que a los costados de sus mejillas se formen unos hoyuelos— Siempre pone sus canciones en las celebraciones.

—Es genial, yo haría lo mismo con Ed Sheeran. —sonrío con diversión, ya que nunca dije algo más cierto en mi vida— Suelo poner las músicas de mis artistas favoritos cuando voy en el auto de mi mejor amigo, o cuando estoy con mi mamá en casa.

Prescindible AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora