Capítulo XX |Apostar

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Sean Whitman

Camino por los pasillos de mi colegio hacia la salida. Todos los estudiantes estaban ansiosos de irse.

Me encuentro con mis mejores amigos en el estacionamiento, todos estaban hablando y riendo sobre algo desconocido para mi. Me acerco a saludarlos mientras espero a que llegue mi chofer a buscarme.

Taeyang, el coreano del grupo, contaba como había intentado seducir a una mujer mayor, una socia de su padre. El es de esos típicos chicos que no se relacionan con chicas jóvenes, sino que van más allá. Básicamente es un amante de las fiestas y el sexo. 

—Era muy hermosa, me llevó a su casa y... —empieza a contar mi amigo, hasta que Aaron lo interrumpe con su llegada.

—Se dio cuenta que tienes el pene chico, entonces se arrepintió. —habla mi mejor amigo, con toda la seriedad que siempre lleva. Su rostro duro e inexpresivo, hace que Taeyang lo mire mal.

—¿Viste mi pene acaso, bro?

—Si, y con una lupa lo busque.

A Aaron le encantaba burlarse de Taeyang, aunque nunca pasaba más allá que un par de bromas y ya.

—Ya quisieras probar de esto, Hayes. —sube y baja las cejas, sonriendo.

Aaron rueda los ojos y se acerca a mi lado, levantando la cabeza a modo de saludo.

—Sean. —me habla Mike— ¿Vendrás a la fiesta de mañana?

—No puedo, es el cumple de mi hermano y es importante que esté ahí.

—¿Pero no puedes venir más tarde? —pregunta ésta vez Dallas, el hermano menor de Mike.

Niego con la cabeza. Normalmente las fiestas que organiza mi mamá terminan tarde, y solía aburrirme fácilmente, pero está es una ocasión distinta, no podía faltar, le había prometido a Aiden quedarme a su lado hasta que su cumpleaños terminara. No le puedo fallar, no a él.

Cuando veo a mi auto entrar en el estacionamiento, me despido de mis amigos y me acerco. Saludo a mi chofer cuando entro al auto y él se encarga de ponerme al día con lo que pasa en la casa. Reviso las notificaciones de mi celular y contesto algunos mensajes. Entro a instagram y pienso en que usuario tendrá Alizee, aunque ella me había dicho que no era de usar mucho las redes sociales.

Cuando llegamos bajo del auto y me despido del conductor. Entro a mi casa y tiro la mochila en el piso, hasta que escucho un grito de la sala y unos tacones resonando por el piso.

—¡Junta esa mochila, Sean Whitman! —escucho que grita mi madre. Su postura elegante y atuendos caros aparecen en mi vista— No seas maleducado, Cece hace un ratito limpio ahí. —su mirada dura y voz autoritaria hace que levante rápido mi mochila— Que tengamos empleadas no significa que seas un irresponsable, te lo dije muchas veces.

—Hola mamá, si yo estoy bien, ¿y tu? —respondo con sarcasmo.

Ella sonríe y luego se acerca a darme un beso en la mejilla, a modo de saludo. Bipolaridad nivel ella.

—Yo igual te extrañe, cariño.

Ella vuelve a la sala y yo la sigo. Algunas mucamas estaban ahí sirviendo té y aperitivos para mi madre y su asistente.

—¿cómo te va con tus notas, hijo? —su tono me hace saber que su pregunta se refiere a si baje mi promedio o sigue intacto o incluso más alto.

Mi madre era una mujer perfeccionista, le encanta ser la mejor en todo, y espera que sus hijos sean igual. No es presión, nunca lo tome como tal, pero si entiendo que ella quiera que yo me esfuerce en lo que hago, tanto sacar buenas notas como hacer mis actividades extra curriculares. Siempre se sintió orgullosa de mi, y sabe que puedo dar más porque soy capaz. Eso lo saque de ella, como al igual que mi Hannah y Aiden.

Prescindible AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora