Capítulo XIX |Lluvia

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16 de febrero de 2009.

Entro a la casa de mi vecina sintiéndome un poco cohibida. No era tan grande, y las paredes estaban pintadas con el color del cielo. Todo estaba increíblemente bien cuidado y limpio, no cómo en la mía. Susi, mi vecina que era bastante anciana y tenía cabellos blancos como la barba de papá Noel, me guiaba hacia lo que sería el salón, supongo. Sabía que tenía que quedarme por obligación con ella mientras mi mamá trabajaba, ya que era la única que podía quedarse conmigo y a la que mi madre le tendría confianza como para dejarme a cargo.

Pero era muy aburrido, porque tenía que quedarme hasta la noche, y yo quería estar en mi casa leyendo los libros que traje de la biblioteca.

Puedes ponerte cómoda, pero no toques nada porque se puede romper.

Miro a la mujer cuando me habla y asiento con mi cabeza, afirmando que haría lo que ella me dice. Observo todo con curiosidad y tomo pequeñas fotografías con mi mente, ya que todo era tan llamativo, aunque lo raro era que la mujer tenía muchas cosas con forma de gato. Jarrones de gatos, cuadros con gatos, almohadones con la imagen de gatos, hasta un reloj de gato.

Mi nieta Rain estaba por ahí jugando con sus muñecas, ahora la llamo para que se conozcan.

Ella se va hacia la parte de arriba de la casa y yo me quedo sentada en uno de los sillones de terciopelo. Hago una mueca pensando en lo genial que hubiera sido haberme quedado con Alessandro, mirarlo matar zombies en su juego sería más divertido que esto.

Una niña de cabello rubia y rulos aparece en mi campo de visión. Llevaba un vestido rosado y una muñeca que sostenía en su mano. Su sonrisa era agradable, aunque todo de ella era muy rosa para mi gusto.

Hola, mi nombre es Rain. —sonríe, mostrando más el espacio que había entre sus dientes Tu debes ser Alizee, ¿no?

Asiento.

Ven, vamos a mi cuarto, te mostraré mis muñecas y te enseñaré a peinarlas.

La sigo en silencio y ella me sigue hablando. Era muy parlanchina, pero agradable. En mi caso no me gustaba hablar mucho, simplemente porque recién la conocía y necesitaba agarrar confianza.

Prescindible AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora