Capítulo XXXIII |Lepidóptero

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¿Qué es el amor? 

Casi toda mi vida creí que el amor estaba sobrevalorado. 

Sobrevalorado por una sociedad egoísta, donde se naturaliza tipos de amor enfermizos y sucios. Donde creemos que engañar o traicionar va de la mano con ese sentimiento que nos hace poner idiotas. Si ya somos todos idiotas de por sí, imaginate enamorados. 

No creí que estar enamorada era una parte esencial de mi vida, es decir, vinimos al mundo solos y morimos solos. Sentía que era ser vulnerable hacia la otra persona, darle el poder de destruirte o reconstruirte cuando lo desee, como si fuera un puzzle que encajaba perfectamente en ese pedazo de juego manipulador. 

Yo no quería tener el poder de destruir o reconstruir a alguien; o simplemente depender de otra persona. Eso de llanto, dolor, corazón roto y kilos de helado no era lo mío; hasta me entretenía verlo en las películas o leerlo en libros; me gustaba saber hasta cuando llegaba la dependencia emocional de un ser humano; me sentía una psicóloga psicoanalizando  a un paciente en plena terapia. 

Y temía, que en algún momento yo cayera en eso. Y es que, no podemos evitar sentir atracción o amor hacia otro homo sapiens. En decir, estamos destinados a sentir algo en algún momento, pero queremos evitarlo hasta donde aguantemos. Y la soledad es un arma de doble filo, saben. 

¿Cómo se lidia o se supera ese tan famoso dolor que se queda cuando se realiza una ruptura emocional? 

Miles de libros cuentan como nos cuesta superar a alguien, depende de la persona. Y puede tardar días, semanas o hasta años. ¿Selena Gomez pudo superar a Justin Bieber?  

Hasta que yo también conocí a alguien. No lo creí posible, básicamente porque idealizamos a la persona perfecta que cumplan con nuestras expectativas hasta lograr "enamorarnos". Pero él era otro nivel, era como la pieza de ajedrez que le faltaba a mi tablero para que revolviera toda mi anatomía y aparezca esos lepidópteros, o como todo el mundo los llaman, mariposas

No era costumbre para mi sentir esos sensaciones cerca de un chico, ya que el único hombre que tuve siempre en mi vida fue Alessandro, y a él no lo veo de forma amorosa. Pero con Sean, todo era diferente y nuevo, inefable. 

Era tan seductor, atrevido, pero inteligente a la vez, aunque no lo quiera demostrar; tenia ese toque de sabiduría en sus palabras, pero sin perder lo sucio, lo picaro. Asi como también tenía sus momentos de vulnerabilidad consigo mismo, donde se mostraba transparente, fácil de leer y descifrar. Me gustaba conocer esas partes de su arquitectura cerebral, aquello que lo hace ser como es; y poder decir con certeza: Si, Sean es asi por eso

Y no que sea simplemente un fantasma en la relación, que lo único que sepa sea su nombre. Y ambos nos estamos viendo tal cual somos, sin tapujos ni barreras de por medio como al comienzo. Estábamos desnunandonos, metafóricamente hablando. Iba conociendo con lentitud cada pedazo de su piel, cada pedazo de su pasado y su presente. 

Y por un lado me encantaba la idea de saber más del otro, de fortalecer esta especie de relación que tenemos, y digo especia porque no somos una pareja normal. Pero joder, que bien se siente no tener presión a nada, que ambos seamos unos inexpertos y aprendamos juntos. No me tengo que preocupar por esas idioteces de aniversarios, ni fechas importantes, básicamente porque somos dos colgados, cabe destacar. 

Pero por otro lado volvemos al comienzo, tanto él como yo estamos empezando a sentir cosas muy fuertes y hasta indomables en algunas ocasiones. Siento que soy su ancla en una tormenta, y que si me pierde, se hunde. Y yo me empiezo a sentir asi, me estoy acostumbrando a sus besos, a sus abrazos y a sus caricias. Y no me gusta depender de alguien mas, no soy de esas chicas que dicen "sin ti me muero", sin mi mamá yo me muero. 

Prescindible AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora