Capítulo XXVII |Reintentar

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—No hace falta que me acompañes hasta la puerta. 

—Es totalmente necesario.

—Me tratas como si tuviera cinco años y estuviera yendo por primera vez a jardín de infantes.

—No es así, solo quiero acompañarte a tu primer día de trabajo.

Miro a Sean con una ceja arqueada y los brazos cruzados. El se encoje de hombros con actitud inocente y despreocupada.

—Pareces mi guardaespalda—Ruedo los ojos—No hace falta que me acompañes hasta la puerta también.

Entramos al lugar dónde se hará la sesión fotográfica y observamos como estaban preparando todo para comenzar. La iluminación, vestuario, maquillaje, escenografía, todo era un trabajo en equipo esencial para que la sesión vaya de viento en popa.  

—En serio Sean, ya puedes irte a tu entrenamiento, voy a estar bien—Le regalo una sonrisa para que vea que no miento. 

—Esta bien, ya me voy porque sino el entrenador me matara si llego tarde—Se acerca a mí y deja un beso en mi frente—Recuerda lo que te dije, no te frustres si las fotos no salen como te gustaría, respira y reintentalo, todas esas personas trabajan para ti hoy y debes enseñarles cuanto talento tienes.  

Me guiña un ojo con confianza y yo sonrío, agradecida por su voto de aliento. El se va, no sin antes decirme que le manda saludos a su mamá y a su hermana, que seguro estaban por ahí trabajando. Sujeto bien mi bolso, donde tenía mi cámara y un par de cosas más, y empiezo a caminar con la frente en alto hacia donde estaban algunas chicas. Quería mostrarme segura de que sabía lo que hacía, aunque por dentro esté muriendo de los nervios. 

—Alizee—La voz de Hannah capta mi atención entre toda la multitud de trabajadores que hablaban. La castaña de ojos bien azules hace sonar sus tacones en el piso mientras camina hacia mi.

Antes muerta que sencilla diría mi mamá.

—¿Estás lista para empezar tu primera sesión de fotos?—Me sonrie, mostrando su blanca y perfecta dentadura.

—Más o menos, entre nosotras...—Me acerco más a ella y hablo bajito para que nadie más escuche—Tengo miedo de hacer algo mal.

Ella me da una mirada de entre dulzura y confianza.

—Es normal sentirse así, pero solo debes cerrar los ojos, respirar hondo y centrar tu mente en tu objetivo. Dijiste que esto es lo que te gusta, pues ve y demuestralo, cariño—Saluda a un par de personas que le hablan cuando pasan al lado nuestro, y luego vuelve a centrar su atención en mi—Más allá de mostrarme siempre segura de mi misma, por dentro soy un sin fin de inseguridades que trato de combatir día a día, y eso es algo que no es fácil, porque creo yo que cada mujer tiene su inseguridad, puede ser tanto en la belleza como en lo laboral, pero una misma debe tener el poder de cambiar eso y auto superarse.

—¿A veces no te da miedo a equivocarte?—Juego con mis manos nerviosa y veo a las personas trabajando para dejar todo listo, y siento que yo con mi falta de experiencia, arruinare todo el esfuerzo que le pusieron a este proyecto.

—Todo el tiempo, cada segundo de cada minuto—Se confiesa la mayor de los Whitman—Pero si me limito a hacer lo que me gusta por miedo a que me salga mal, pues entonces nunca en mi vida haré nada.

La miro, atenta a lo que dice y pensando que tiene toda la razón.

—Total somos seres humanos, nos podemos equivocar y asi también aprender.

Le sonrío. No sabía como agradecerle por esas palabras, las cuales me hizo abrir los ojos y darme cuenta que tenía razón, y no tenía porqué temer. Si me equivoco, puedo agarrar mi cámara y volver a intentar.

Prescindible AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora