Capítulo 2

2.2K 112 18
                                    

Me puse mi vestido negro favorito antes de atender el quinto llamado de Kate en el día. Puse el altavoz para poder escuchar la sarta de tonterías que diría y poder seguir arreglándome mientras tanto.

-¿Qué quieres ahora? -pregunté de mala gana.

-¿Estás lista ya? Te voy a ir a buscar...

-No es necesario que lo hagas.

-Sí, sí es -su voz se hizo presente en la habitación, al igual que ella en persona.

-¿Qué haces aquí? -exclamé al verla mientras terminaba de acomodar mis zapatos en su lugar.

-Creí que no irías... -comentó, haciendo luego una pausa para mirarme de arriba a abajo- Pero parece que alguien tiene ganas de divertirse hoy.

-Claro que no -bufé.

-Oh, Ashley, ¡anda! -exclamó intentando animarme- Ashton te extraña, los chicos también.

-No todos, Kate.

-Estoy bastante segura de que él te extraña también -susurró.

Intenté no darle importancia a lo que acababa de decir, pero me dolió más de lo que creí que podía hacerlo. Había pasado los últimos dos años construyendo en mi mente la idea de que Luke no me extrañaría una vez que superase la separación, que simplemente estaría mejor sin mí.

No necesitaba que mi hermana intentase convencerme de que no era así.

Terminé de arreglarme, aún sin ganas de absolutamente nada. Tomé mi cartera y seguí a Kate por las escaleras y luego hacia su auto, saludando antes a nuestra madre y a Ben, su novio de hacía ya más de un año.

-

Kate tuvo algunos problemas para volver a manejar luego de lo ocurrido hace unos años. Le costó bastante volver a tomar confianza en sí misma, y estuvo, en consecuencia, intentando nuevas formas de transporte durante un tiempo. Viajar siempre en taxi se le hacía muy costoso, por lo que intentó con una bicicleta, e incluso con rollers, pero era demasiado torpe como para sobrevivir a ellos. Finalmente, terminó juntando coraje para volver a manejar, pero ahora, era muchísimo más cuidadosa de lo que ya de por sí era previamente. Demasiado cuidadosa. Velocidad-tortuga cuidadosa.

Por esto, nos tomó algo de veinte minutos llegar al nuevo departamento al cual se habían mudado con Ashton, ahora compartiendo los gastos y su vida en general. Kate había conseguido algo así como un trabajo de asistente en un estudio jurídico, y repartía su tiempo entre eso y su ante último año de carrera.

Yo, por mi parte, había estado en el nuevo departamento apenas dos o tres veces, obviamente intentando evitarlo a él, quien junto con Calum y Michael, pasaba largos ratos allí. Era grande, demasiado grande, pero era bastante acogedor.

Esa noche en particular, y por las obvias razones, estaba repleto de gente, de vasos rojos, de botellas sobre la mesa y de una música ensordecedora.

El último año me había hecho muy afín a la noche. Comencé a salir todos los fines de semana, completamente sola, claramente, y buscando, claramente también, algo de distracción. Me gustaban los lugares como este, pero me gustaban particularmente cuando nadie me conocía. Me gustaban cuando estaba sola, yo y mi enojo, y podía hacer con mi triste vida lo que quisiera en ese océano de gente desconocida.

En esta fiesta, conocía a la mitad de los presentes, y la otra mitad sabía quién era yo.

Supe por adelantado que esta no sería una buena noche, y aún así, allí estaba, parada en medio del lugar junto a mi hermana, ordenando mi cabeza y pensando qué hacer.

De repente, Kate estampó un paquete contra mi estómago con fuerza.

-Ve a saludarlo -dijo inmediatamente- Le va a gustar, es una bandana.

Reí ante el regalo que supuestamente yo había comprado para Ashton, le agradecí a Kate por tomarse la molestia, y me dispuse a buscarlo, pero sin ganas de encontrarlo en absoluto.

Donde estuviese Ashton, probablemente estaría él, y no estaba lista, y probablemente nunca estaría lista, para volver a verlo a los ojos. Simplemente, no podía.

Sin embargo, antes de que pudiese alejarme de Kate, las manos de Ashton se enredaron en su cintura y ella inmediatamente volteó para besarlo. Nadie podría negar, ni en un millón de años, que eran una pareja verdaderamente hermosa, pero yo estaba saturada de ver a la gente feliz y no tener la oportunidad de serlo yo misma.

Eran demasiadas demostraciones de cariño para mi gusto.

Apenas lograron separarse, luego de unos minutos, tuve que enfrentarlo. Sentí cómo una sensación de frío recorría mi espalda. Era un manojo de nervios, y se me estaba haciendo muy difícil hacerle frente a ese momento, el cual había intentado evitar por ya demasiado tiempo

Ashton, con su característica sonrisa, se acercó a mí lentamente, y luego, de un segundo a otro, me estaba abrazando como si quisiera demostrar que me extrañaba, lo cual bien yo sabía, no era así. Intenté devolverle el favor, pero últimamente no me iba muy bien con todo eso del aprecio y los sentimientos.

-Feliz cumpleaños, Ash... -dije dejándo ya algo de espacio entre nosotros.

-Que bueno verte -contestó. Le entregué el regalo, y lo recibió con una sonrisa. Le sonreí también, y antes de ahogarnos en un incómodo silencio, me invitó a tomar una cerveza, y a que me sintiera como en mi casa. Él y Kate desaparecieron entre la gente luego de eso.

Y me quedé sola. Otra vez.

La soledad era casi una constante en mi vida últimamente. Kate estaba jugando a ser feliz con Ashton, mi madre estaba perdida en Ben y su mundo. ¿Amigos del colegio? Esos nunca existieron. Y Elena... Elena, por suerte, desapareció de mi vida.

Estaba sola verdaderamente, y a nadie parecía importarle. Nadie, entre esas decenas de personas que me rodeaban mientras me preguntaba qué hacer, parecía notar que estaba vacía por dentro. Mis únicos amigos ahora eran mis CDs de música y mis más recientes vicios.

Me sentí repentinamente muy tentanda de encender un cigarrillo, pero si Kate me veía, estaría en problemas innecesarios. A veces es mejor ignorar algunas verdades.

Sin más que hacer, comencé a deambular por el lugar, esquivando a la gente que bailaba, a un par de borrachos y a una muchacha que juraba ser mi mejor amiga, pero que, juzgando por su aliento y su poca estabilidad, se había confundido de persona. Estaba buscando a un tal Jack Daniels.

Intenté buscar algo para beber, pero en mi camino hacia la mesa, sentí un golpe fuerte en la espalda, producto, probablemente, de alguien que había exagerado mucho sus pasos de baile. Obviamente, mi primera reacción fue voltearme a gritarle un par de cosas no muy agradables, pero cuando su pelo verde se destacó entre la multitud, me lancé sobre éĺ para abrazarlo.

Trust || l.h.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora