Capítulo 26

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Lo más probable es que, al llegar a mi habitación, mi cara estuviese hecha un completo desastre por el cansancio. Intentar desenmascarar a una odiosa persona resultó ser más agotador de lo que creía. Luke notó eso cuando me vio llegar: me faltaba el aire, y me sostenía de las paredes para mantenerme de pié; todo esto, resultado de mi poco entrenamiento y mi estilo de vida alejado de lo sano. Y los cigarrillos, claro. Los cigarrillos que me hubiese encantado fumar en ese momento.

-Ey, ¿qué ocurre? -cuestionó Luke con un dejo de preocupación en su voz mientras se acercaba a socorrerme.

-Tenemos que buscar a Mike, debo hablar con él -contesté balbuceando e intentando recomponer mi compostura.

-¿Por qué? ¿Pasa algo? -preguntó, de pronto olvidando mi abrupta aparición, y mi falta de aliento, y concentrándose en su amigo.

Dudé unos segundos en si debía o no decirle lo que sabía, pero podía confiar en él. Esa era una de las pocas cosas de las que estaba segura. Detuve mi marcha un poco, ya encontrándonos los dos dentro del cuarto, y me dispuse a contarle la verdad acerca de Anna.

-Lo engaña, -aseguré- Anna lo engaña.

Como no contestaba, y simplemente me observaba incrédulo, tuve que darle una corta y rápida explicación de los hechos ocurridos hasta ese día.

-La vi portándose demasiado cariñosa con un misterioso chico antes de venir aquí. Intenté hablar con Michael, pero no me dio la chance. Y recién, en recepción, vi por una de las cámaras que estaba insinuándosele a otro chico, que obviamente no era Mike, y claro que ahora debo decirle, en realidad no entiendo por qué no hablé con él antes, y sé que suena difícil de creer, pero...

-Bueno, bueno, bueno... -interrumpió al notar que me estaba acelerando nuevamente- Te creo, tranquila. Déjame ir a buscar algo de plata, y vamos a buscarlo. Sé a dónde fueron.

Unos minutos más tarde, ambos nos encontrábamos en un taxi rumbo a donde sea que se encontraban todos. Yo estaba nerviosa. Mi pulso, acelerado. Movía la pierna incesantemente intentando descargar de alguna forma mi inquietud. Resoplaba a cada rato, como si eso, de alguna forma, ayudase a que el taxi se moviera más rápido. Formulaba en mi cabeza la secuencia de palabras correcta que me ayudaría a contarle toda la verdad a Michael sin romperlo en dos, y repetía ese discurso una, y otra, y otra vez. Odiaba esta situación.

Luke, que se había estado portando increíblemente protector sobre mí, ubicó su mano sobre la mía cuando notó que mis nervios y mi ansiedad me estaban consumiendo lentamente. Tenía esa extraña especie de don: me conocía a la perfección. Sabía cuándo me sentía mal, cuándo me sentía plena, y cuándo me sentía tentada de tirar todo por la borda. Era la única persona que podía decodificar mi mirada en menos de un segundo, y esto era tan aterrador como satisfactorio.

Cuando llegamos al lugar, llamado Donkeys según el cartel de la entrada, había una interminable fila de gente esperando por entrar. Luke, luego de pagarle al conductor del vehículo, me guió hasta el comienzo de la fila con la intención de persuadir, o incluso sobornar al guardia para que nos dejase entrar sin tener que esperar, teniendo en cuenta que esta era una situación de extrema urgencia. Sin embargo, no fue necesario hacerlo. Más adelante en la fila, y, aparentemente, sin haber tenido mucha suerte, se encontraban todos a la espera de entrar. Kate, Ashton, Calum, uno de los hermanos de Luke y su eterna novia... Michael.

Estaba tan entretenido, y tan abstraído de todo lo que había estado ocurriendo, que casi me daba lástima hacer lo que estaba a punto de hacer.

-¡Ey, vinieron! -exclamó Kate al vernos llegar.

-Eh, sí... Michael, -dije sin dudarlo- ven, debo decirte algo.

Sin mostrar resistencia, me siguió. Nos alejamos un poco del tumulto de gente, pero podía sentir el aliento de Luke en mi nuca. Se había acercado algo a nosotros, pero no tanto como para interferir, sino como mostrar que estaba a disposición por cualquier cosa. Observé a Michael. Su mirada estaba posada en mí, expectante. Sus ojos brillaban, como de costumbre. Era adorable. Y el sólo hecho de pensar que yo debía ser quien arruinaría su plenitud, me hacía dudar acerca de si en verdad quería hacer lo que estaba por hacer.

Trust || l.h.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora