Capítulo 40

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-¿Qué...?

De repente, su piel se tornó pálida y su pulso, tenso. Cualquiera podría haberlo notado. Se dio vuelta inmediatamente para encontrarse con lo mismo que yo estaba viendo. Lo mismo que yo había estado viendo todo este tiempo, lo mismo que intenté que creyera mil y un veces. Estaba casi segura de que le disgustaba tanto como a mí, o incluso más. Anna y Dylan se besaban y sonreían indiscriminadamente, como si nadie estuviese allí con ellos, como si lo que estaban haciendo estuviese bien.

¿Qué estaba ocurriendo? ¿Por qué estaban allí? ¿Y por qué juntos? No entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando justo en frente de mis ojos. En realidad, no sé si no lo entendía, o si no quería aceptarlo. ¿Acaso Dylan me había estado mintiendo todo ese tiempo? ¿O era esto algo reciente? ¿Fue Dylan el chico a quien vi con Anna? ¿Fueron ellos a quienes vi en las cámaras? Millones preguntas nacieron en mi mente, y tenía ganas de pararme, acercarme a ellos, y que las contestasen todas. Quería terminar con esto.

Pero Michael se me adelantó. Se paró inmediatamente, y fue a encarar la situación a paso firme y decidido. La cara de Anna se transformó completamente al verlo, aparentemente no esperaba encontrarlo ahí. Es extraño que no nos haya visto, tal vez no llegó a ver el colorido pelo de Mike por la gorra que llevaba puesta. Pero más allá de eso, se los veía a ambos tan encerrados en su pequeño mundo, que era casi lógico que no nos hubieran advertido. Se encontraban inmersos en una realidad que no tenía lugar más que para ellos dos, y para las miradas acarameladas que intercambiaban. ¿Acaso había sido todo una farsa?

No puedo negar bajo ningún punto de vista que fue increíblemente satisfactorio ver a Anna intentando darle explicaciones a Michael. Es divertido ver a alguien intentando explicar lo inexplicable, mentir cuando ya se sabe la verdad. Comenzó a llorar cuando la situación se le iba de las manos, y me encantó verla llorar. Por una vez en la vida, no era yo la que lloraba, no era yo la que hizo las cosas mal, no era yo la juzgada. Por una vez en la vida, no fracasé.

La gente en el café intentaba no mirar la escena que se estaba llevando a cabo en el centro del local, pero no les salía bien. Querían ignorarlo, pero su curiosidad les ganaba. La mayoría tenía la mirada puesta en Michael mientras le recriminaba a Anna todo lo que había hecho. Otros tenían su atención puesta en ella, quien se tapaba la cara con sus manos, y se preguntaban qué fue lo que habría hecho para llegar a ese momento. Algunos susurraban en secreto cosas que jamás oiremos, y otros sacaban fotos o filmaban videos. Esto estaría volando por todo Internet en unos segundos. Mike era consciente de eso, y no parecía importarle en absoluto.

Yo, por mi parte, aún no comprendía cómo era que habían llegado ambos ahí, y cómo no me había dado cuenta de que, todo este tiempo, había sido Dylan. Porque había sido él, y ya no me quedaba duda. Fue él quién apareció con Anna en el departamento de Ash y Kate el día en que nos conocimos, y había sido él en el hotel a través de las cámaras. Todo empezaba a tener más sentido ahora. Incluso terminé de entender a quién ser refería Dylan cuando me contó que su ex novia lo había engañado con alguien más y ahora quería recuperarlo: hablaba de Anna y de aquel chico con quien yo la vi en la calle. Los cabos sueltos de la historia comenzaban a unirse en mi cabeza, y todo parecía tan obvio que me molestaba no haberlo visto antes.

Sin embargo, no podía comprender la secuencia de ocurrencias que nos había llevado a todos a ese instante. No podía creer tampoco que el hecho de que Michael y yo estuviésemos ahí en el momento en que Dylan y Anna decidieron salir fuese tan sólo una coincidencia. Observé a Dylan intentar alejarse de Mike y Anna, y su discusión, como si el no tuviese nada que ver. También sabía que Michael tenía unas increíbles ganas de pegarle un puñetazo en el medio de la cara. Y se lo merecía, por supuesto.

Cuando Dylan me vio en medio de la gente, aún sentada en la mesa donde me encontraba con Michael, comenzó a caminar en mi dirección. Su cara denotaba un dejo de confusión, pero a su vez parecía tener la necesidad de explicarme qué estaba pasando. Yo no quería escuchar nada de lo que tenía para decirme. Ya había comprendido todo, y escuchar sus palabras vacías sólo haría que la situación me enoje aún más. No lo necesitaba.

Intentando evitar el encuentro con quien me habia estado mintiendo todo ese tiempo, decidí pararme y salir del lugar. Michael no se enojaría si lo esperaba afuera. Sin embargo, cuando di media vuelta para retirarme, y antes de que pudiera escapar, la mano de Dylan me detuvo. Tomó la mía y me hizo voltear para enfrentarlo, cara a cara. En ese momento, era yo la que tenía ganas de pegarle un puñetazo en medio de la cara.

-¿Qué quieres? -pregunté de forma reacia, aguantando la furia dentro mío.

-Ashley, déjame explicarte... -dijo, casi rogando- Yo...

-Tú nada, -repliqué- tú eres un grandísimo idiota. No sé ni por qué sigo hablando aquí contigo. Suéltame.

-Por favor, Ash... -volvió a insistir. Su mano apretaba con fuerza mi brazo para ese entonces.

-Dylan, suéltame. Me estás lastimando.

-No, no hasta que me escuches.

No quería oír nada de lo que fuera a decir, pero tampoco podía liberarme de sus manos, que ahora me sostenían ambas a la vez con una fuerza que no sabía que tenía. Llegó un punto en que me asustó su actitud, algo violenta, y poco característica en él. Era obvio que la situación lo alteraba, y que quería que lo oiga, pero yo sólo quería salir de ese lugar.

-Dylan, suéltame -repetí poniéndome ahora más seria.

No dio señal alguna de querer dejarme ir, y yo ya me estaba poniendo nerviosa. Podía sentir los ojos de la gente moviéndose de Michael y Anna a Dylan y a mí, pero antes de que empezara a los gritos para que me soltase, una mano se interpuso entre nosotros.

Dylan levantó la vista, porque mi héroe siempre fue mucho más alto que él, y su gesto se tornó algo más tranquilo, conciliador. Soltó mis brazos y dio un par de pasos hacia atrás mientras yo me refugiaba detrás de quien me había ayudado.

-Te dijo que la sueltes.

Luke, con el brazo que tenía libre dado que el otro sostenía dos vasos de café para llevar en una bandeja, rodeó mi cintura, y Dylan levantó las manos con un gesto que implicaba que se rendía. Dio algunos pasos más hacia atrás observándonos a ambos, volteó, y se fue. Yo tenía la esperanza de que fuera para siempre.

Trust || l.h.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora