Capítulo 7

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Me encontré a mí misma jugando con las manos de Dylan mientras me contaba lo positivo que fue en su vida tomarse un año luego de terminar el colegio para viajar y entender bien qué quería hacer de su vida. Estaba lleno de aventura, de historias y de misterios, y cada cosa que decía desencadenaba millones de dudas e intrigas sobre él que eran por demás llamativas.

Era atrapante, y único, y a cualquiera le gustaría tenerlo como amigo, o pareja.

Pero también estaba Luke del otro lado de la habitación.

Luke, el primero que me hizo sentir amada, el único que sabía sacar mi mejor lado.

Ni podía controlarme a mí misma. Más de una vez me encontré observándolo fijamente, atrapada en sus movimientos y en su forma de hablar, y en cómo reía ante una broma.

A veces, nuestras miradas se encontraban a mitad de camino, y nos transportaban por un micro segundo a una realidad paralela en donde sólo estábamos los dos.

Pero Dylan me devolvía a su realidad.

-Ey, déjame ayudarte, tienes algo... -estiró su mano hacia mí y delicadamente se deshizo de una mancha de salsa que había quedado cerca de mis labios después de mi último bocado de pizza.

Me estremecí ante el contacto, y le sonreí. Y una revolución tomó lugar en mi fuero interno mientras nuestras miradas coqueteaban una con la otra, y mientras su mano, que ahora acariciaba con ternura mi rostro, me hacía sentir cosas que hacía mucho no sentía.

Y pude notar que él quería besarme, y yo quería besarlo a él, pero nadie besó a nadie por obvias razones: Luke.

Mordí mi labio conteniendo las ganas que tenía de que colisionen con los suyos, y rompí el aura de romanticismo que nos abrazaba a ambos.

-Voy a buscar mi teléfono -argumenté, siendo esta sólo una excusa para poder encerrarme en el baño y analizar qué me estaba pasando, antes de cometer algún tipo de error.

Observé el espejo por un largo rato, intentando reconocer a la chica me devolvía la mirada del otro lado. Encontré en mí un brillo en los ojos que hacia mucho tiempo no veía. El problema que me estaba atormentando era que no sabía si era por haber vuelto a ver a Luke, o por mi nuevo amigo.

Y la duda me carcomía. No quería hacer nada sin estar segura de lo que sentía primero, y de las consecuencias que mis acciones traerían. Quedó más que claro ya que mi vida era un desastre desde hacía ya tiempo, e involucrarme con Dylan significaría obligarlo a aprender a vivir con mis demonios.

Por primera vez, no estaba segura de qué hacer.

Respiré profundo, y largué el aire lentamente, intentando soltar también la mezcla de sentimientos que me impedía volver con Dylan y seguir jugando a ser felíz por un rato.

Aún estaba muy aferrada a Luke, y cualquiera podría notarlo. Pero en verdad quería algo mejor para él, y, además, él ya había seguido adelante.

Debía dejarlo ir.

Salí del baño aún tan confundida como antes, pero con la idea latente de probar suerte con Dylan en mi cabeza, y la convicción aún más fuerte de sacar a Luke de mi vida otra vez. Y para siempre.

Sin embargo, no pude dar más de tres pasos por el largo pasillo que llevaba de vuelta al living.

Sentí a alguien tomar mi muñeca con fuerza, y de un segundo al otro, me encontraba estampada contra la pared. Su cuerpo ejercía presión sobre mí, mientras sus manos sostenían a las mías con fuerza, evitando que pudiera moverlas de cualquier forma.

Sus ojos eran lo único gentil en toda la situación. Su aliento le hacía honor a la cerveza que había estado bebiendo, y sus labios aún me tentaban de una forma indescriptible.

-Déjame ir, Luke -susurré cuando mi respiración se dignó a darme la posibilidad de decir algo.

-¿Qué haces? -cuestionó, manteniendo el mismo tono de voz que yo, casi inaudible.

-¿No debería ser yo la que pregunte eso? Déjame ir -insistí.

-No.

-¿No?

-No hasta que me digas qué haces con ese idiota.

-No es ningún idiota -defendí.

-¿Estás intentando darme celos? -cuestionó riéndose, como si toda le situación le causara gracia.

-¿Celos? Oh, Hemmings, ¿quién te declaró el centro del universo?

-Solía ser el centro de tu universo.

Esa corta oración me partió en dos. No esperaba este abrupto enfrentamiento, y mucho menos la gran cercanía que había ahora entre nosotros. No entendía qué juego estaba jugando, pero en verdad no estaba haciendo las cosas más fáciles para mí. Tenerlo tan cerca mío me movilizaba de pies a cabeza.

-Tienes razón... Solías serlo -aclaré- Ahora, por favor, déjame ir.

Suspiró frustrado, y me liberó. Lo miré a los ojos, aún no entendiendo a qué se debían tantas preguntas, y comencé a caminar por el pasillo sin decir nada más, aún fuertemente convencida de que le estaba haciendo un favor al dejarlo atrás, pero, a la vez, con un ácido sentimiento de duda.

-Kenzie no significa nada para mí -dijo mientras me alejaba, aún susurrando pero asegurándose de que pudiera oírlo.

Me detuve apenas, pero retomé la marcha inmediatamente. Y sin siquiera voltear, dije unas últimas palabras.

-Debería, parece una buena chica.

Trust || l.h.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora