Capítulo 21

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Y a la mañana siguiente, se fueron.

Obviamente, Luke durmió muy poco, porque se fue de mi casa cuando el sol comenzaba a acariciar al horizonte. Podría decir, sin duda alguna, que fue una de las mejores noches de mi vida entera. Y la pasé sin tener que quitarme la ropa, cosa que era una novedad.

No me despedí del resto de los chicos, porque inmediatamente después de que Luke se fue, me fui a dormir por unas largas 12 horas. Reconozco que no fue una muy buena actitud, en especial con Michael. Pero estaba demasiado cansada y cerca del un colapso sentimental. Necesitaba tiempo para mí. Cuando finalmente desperté, ya era casi de noche otra vez, y me costó tanto levantarme de la cama que hubiese preferido no haber dormido en absoluto. Pero había sido un buen día hasta el momento.

Observé el teléfono luego de lograr, con esfuerzo, ponerme en movimiento. Tenía nueve llamadas perdidas de Luke, y no me sorprendía para nada.

En vez de devolverle la llamada, le envié un mensaje.

"¿En qué puedo ayudarle, extraño?"

Mientras esperaba su respuesta, bajé las escaleras aún usando mi pijama y arrastrando mis pesados pies, y busqué algo para comer en la cocina. Kate estaba allí, sentada en una banqueta alta, y bastante concentrada en su teléfono. Saqué una manzana de la heladera, y me senté a su lado.

Ella no me prestó atención alguna, hasta que mi teléfono sonó. Pude sentir cómo se inclinaba en su lugar para llegar a ver qué estaba ocurriendo.

"Estaba buscando a la razón de mi existir. ¿Sabe en qué horario puedo comunicarme con ella?"

Le sonreí al teléfono inconscientemente al leer la respuesta, y Kate lo notó, y fue entonces cuando comenzó el cuestionario obsesivo por parte de mi hermana.

-¿Por qué sonríes? -incurrió de forma casi agresiva.

-No te incumbe -condené.

-¿Es Dylan? -insistió, pero ahora de forma mucho más invasiva, intentando llegar a ver de qué se trataba todo sin disimulo alguno.

-No. Te. Incumbe.

-¿¡Es Luke!? -exclamó emocionada.

-No -dije muy firme, queriendo creer mi propia mentira.

-Es Luke, lo sé.

-Basta.

-¡Es Luke! ¡Oh, Dios! ¡Ashley! Es Luke...

Mi hermana estaba al borde de un colapso nervioso, cuando se suponía que era yo la que debía estar intratable. Negué con la cabeza nuevamente antes de explotar del todo.

-¡No lo es! ¡Basta, Kate! -grité, y luego le di otra mordida a la manzana, acompañando el momento con una cara de enojo innegable.

-Ok, ok... No te enojes... -replicó intentando apaciguar la situación y disolver mi mal humor-¿Vendrás con nosotros a Melbourne?

-¿Nosotros? -cuestioné. Por lo que yo sabía, sólo ella iría a verlos ese fin de semana.

-Iremos algunos amigos de la banda al recital.

-Oh...

-¿Vendrás? -volvió a preguntar.

-Supongo que podría... -insinué, intentando que no se note demasiado la desesperación que tenía por ver a Luke otra vez.

La primera vez que Kate me preguntó si quería acompañarla, le dije que no sería apropiado. Ahora tenía muchísimas ganas de ir, pero tenía que disimular esas ganas para que todo esto no suene tan extraño como suena de por sí.

-Genial -replicó.

Parecía incrédula ante mi respuesta positiva, lo cual tiene bastante sentido. Había sido tan rotunda la primera vez que me invitó, que era probable que le cueste creer que ahora sí quería ir. Probablemente, sospechaba algo.

Luego de esa corta conversación, me preguntó algo acerca de Dylan, cosa a la que no le di respuesta, y me envió al centro de la ciudad a comprar algunas cosas para el viaje.

Amaba tanto esta ciudad. No me imaginaba a mí misma, bajo ningún punto de vista, dejando este hermoso lugar. Ni por estudio, ni por trabajo, ni por amor. Esta era mí ciudad, y pensaba vivir en ella hasta el resto de mis días.

Caminé por las veredas casi arrastrando mis pies, y entré a los locales necesarios. Ni uno más, ni uno menos. No estaba de humor para deambular, hubiese preferido estar en mi casa, con un cigarrillo en mano, y escuchando buena música. Y pensando un poco sonre todo lo que había pasado.

Estaba feliz. Increíble y sorprendentemente feliz. Por primera vez en mucho, mucho tiempo, me sentía plena, y tranquila, y en un estado de serenidad que no era habitual en mí. Había un torbellino de sensaciones en mi fuero interno que no dejaba de movilizarme, y me elevaba a lo más alto del cielo. Ese es el problema con el amor: existe una persona en el mundo para cada uno, la cual logra elevarnos a alturas impensadas. El problema es la caída. Si caemos desde semejante altura, muy poco soportan el golpe contra la fría y dura realidad.

Y mientras iba caminando por la ciudad, caí.

No por mí, sino por alguien más.

Anna. Anna, la novia de Michael. Anna, la novia de Michael, demasiado cariñosa con un muchacho morocho y alto en una esquina. Anna, la novia de Michael, ¿engañandolo?

Trust || l.h.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora