Capítulo 39

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-Me alegra que vinieras -dije mientras observaba cómo Michael se sentaba en el asiento delante mío, al otro lado de la mesa.

-Luke insistió mucho, lo hago para que deje de molestar un poco -no pude notar si lo decía en serio, o si se trataba de una broma que no podía entender debido a la tensión que se había apoderado de mi cuerpo apenas lo vi.

Ninguno de los dos había pedido nada para tomar, lo cual hacía que el encuentro parezca aún más algo que terminaría rápido. Un trámite. No sabía bien qué le iba a decir, ni cómo iba a decirlo, porque no había pensado en realidad que este momento llegaría en algún punto. Lo que Luke había hecho esa mañana me tomó por completa sorpresa. Había estado rogando todo ese tiempo que Michael, de alguna u otra forma, entrara en razón y me creyera. O que mágicamente viera algo que le haga descubrir la verdad. O que (¿por qué no?) terminase la relación con Anna por ser una maldita arpía sin corazón.

-Cómo sea... -continuó- Dijo que tenías algo para decirme.

-Si, claro... -repliqué.

¿Cómo empezar? ¿Qué decir? Antes, hablar con él no era tan difícil, no se sentía tan incorrecto. Antes, nuestras conversaciones eran naturales, fluían como el agua del río, como la música en los recitales, como Luke y yo. Simplemente, fluía. Y por eso lo elegía como mi mejor amigo, porque con él podía hablar sobre cualquier cosa, porque él me escuchaba en todo momento. Algo se quebró en medio de toda nuestra historia. Algo que no estaba segura que tuviera arreglo.

-¿Entonces...? -cuestionó, algo impaciente.

-Eh, yo... -balbuceé- Quería... Quería arreglar las cosas.

-¿Arreglarlas?

-Sí, -afirmé con certeza- eres mi mejor amigo, Mike. Y lamento si te lastimé de alguna forma, pero no quiero seguir así contigo.

-O sea... -recapituló- ¿O sea que dejarás de mentir acerca de Anna?

-Michael... -susurré. No podía mentirle a él, no podía decirle que dejaría de acusarla, porque la situación era más fuerte que yo. No podía prometerle que dejaría de mentir acerca de Anna, porque no estaba mintiendo. Quería que él sepa la verdad, quería que me escuche, pero así nada funcionaría. Nuestros intereses se oponían, queríamos cosas diferentes.

-No podemos arreglar nada si no dejas de hablar así de la chica que amo.

Esa simple frase me dolió infinitamente. "Ella no te ama, Michael" quería gritar, "Te está usando". Quería gritar, y quería que me escuche. Necesitaba que me escuche.

Lo observé por unos interminables segundos, esperando que dijera que era todo una mentira, que en realidad él no estaba con ella, y que no saldría lastimado de todo esto. Lo miré rogando que me entendiera. Lo miré esperando que todo se solucione mágicamente. Sin embargo, mi vista se enfocó en uuien estaba detrás de Michael cuando noté su presencia en el lugar.

Dylan. Dylan estaba detrás de Michael. Dylan estaba a varios metros de distancia de nosotros, con un vaso de café en su mano, mirando a todos lados como si buscase algo o a alguien. ¿Qué estaba haciendo allí? ¿Por qué? ¿Y por qué ahora, en ese momento? No quería que me viera, era lo que menos necesitaba en ese instante.

-Ashley, Ash, ¿qué ocurre? -repitió Michael, finalmente atrayendo mi atención.

-Dylan está allí... -repliqué, aún perpleja y sin quitarle la mirada de encima.

-No puedes siquiera verlo a los ojos después de lo que le hiciste, ¿verdad? -comentó irónicamente, con un claro dejo de victoria en su voz.

-No... No es eso... Es... -no podía hablar, no podía decir una palabra. No era sólo Dylan. Era Dylan y quién lo acompañaba. Era Dylan y quien jugaba con sus manos, quien lo abrazaba, quien le sonreía. No era sólo Dylan, era Dylan y la chica a la que estaba besando como si fuese el último beso que compartirían.

-¿Por qué tienes esa cara? Parece que acabas de matar a alguien... ¿Te sientes bien?

-Mike... -susurré, sin dejar de mirar a Dylan y a quien ahora lo acompañaba- Mike, son Dylan y Anna.

Trust || l.h.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora