Capítulo 23

1.4K 89 21
                                    

Al principio, cerré los ojos por impulso, por costumbre. Es una de esas cosas que nos surgen naturalmente a los seres humanos. Cuando nuestro labios se encuentran, nuestros ojos se cierran. Algunos dicen que es así cuando el beso significa algo para nosotros, pero yo siempre creí que esto era un mero convencionalismo.

Había besado a varias personas que me importabam muy poco con los ojos cerrados como para creer estas estúpidas leyendas urbanas.

Sin embargo, cuando caí en la cuenta de lo que estaba ocurriendo afuera de la burbuja que nos encerraba a Dylan y a mí, los abrí de la forma menos disimulada posible, y creo que todos a nuestro alrededor, que nos observaban con atención, notaron mi sopresa ante el beso.

Y Luke... Bueno, él claramente no estaba feliz con lo que veía.

Yo tampoco lo estaba.

Vi cómo Calum tomó su brazo, como frenándolo de hacer algo impulsivo frente a tantos ojos expectantes. Era capaz de hacerlo. Era capaz de separarnos a Dylan y a mí, y de pegarle donde más le doliera, y de terminar con todo ese circo. Y estaba en todo su derecho de hacerlo, porque yo era suya, y de nadie más. Siempre había sido suya.

Pero no lo hizo.

Jack se acercó a él de forma casi meteórica cuando logré terminar con ese beso invasivo. Intentó calmarlo con una palmada en la espalda, porque cualquiera que conociera bien a Luke podría haber notado la rabia que irradiaba por los poros.

Se había desmoronado todo en cuestión de segundos y, otra vez, era todo, absolutamente todo, mi culpa.

En principio, no le había aclarado a Dylan que lo nuestro no era nada serio. Segundo, tampoco le había comentado lo que me había estado pasando ese último tiempo. Y por último, no le había dicho que había vuelto con Luke. O algo así.

Manejé las cosas de la peor forma posible.

Me concentré tanto en mí misma, y en todo lo que me estaba pasando, y en todo lo que estaba sintiendo, que fui lo suficientemente egoísta como para olvidarme que había estado besando hasta al cansancio a un pobre chico que no se merecía nada de lo que le estaba por pasar.

Ni Luke se merecía lo que le estaba haciendo pasar. Como siempre, había arruinado todo. Era una constante en mi vida el pudrir todo lo que se acercaba a mi. Lo sabía, sabía que debía evitarle esto a Luke. Sabía que tenía que salvarlo de mi y de mis desaciertos, y no lo hice. Qué idiota de mi parte. Podría haber evitado esto, podría haber evitado que Luke, e incluso Dylan, tengan que pasar por toda esta mierda.

Habíamos reservado una habitación en el hotel para pasar la noche, así que, luego de que todos se saluden, y luego de que Luke me dedicase la mirada más despreciable cuando fui a intentar hablar con él disimuladamente, subimos a dejar nuestros bolsos al cuarto.

Me dejé caer en la primer cama que vi apenas entré, y aguanté mis ganas de romper en llanto por el sólo hecho de que mi hermana estaba allí. Le inventé cualquier excusa para evitar salir a recorrer la ciudad con ella, Ashton, y algunos otros de los muchos amigos y familiares que estaban dispersos por el hotel ese día.

No quería moverme, no quería respirar, no quería existir. Quería que la tierra me trague y me devore sin piedad y me haga desaparecer de esta horrible realidad que yo misma había creado. La felicidad que había sentido esos últimos días desapareció, y mi vida se tornó una triste imagen en blanco y negro otra vez.

Qué poco me duraban los buenos momentos.

No había siquiera comenzado a revolcarme en mi propia soledad y miseria cuando sentí unos golpes en la puerta. Rogué con fuerza que fuera el servicio al cuarto mientras caminaba a abrir, pero, como siempre, nada sale bien para mí.

-¡Te extrañé tanto!

No tuve casi tiempo de ver de quién se trataba, porque apenas abrí la puerta, el desconocido visitante se abalanzó sobré y me rodeó con sus brazos. Pero su aroma lo delataba, no había forma de confundirlo.

Luego me soltó, transfirió sus manos de mi cintura a las mías, y me besó. Y nunca nada se sintió tan amargo en mi vida. Esto no estaba bien. Sin embargo, no sabía qué movimiento efectuar para evitar que Dylan continuase despertando a mis sentidos con sus labios.

Atiné a separarme de él con la excusa de cerrar la puerta del cuarto, que había quedado abierta ante el abrupto encuentro, e inmediatamente decidí dirigirme a la cama. Me senté, y él me acompañó.

-¿Cómo te encuentras? -preguntó, colocando con disimulo su mano sobre mi pierna.

-Eh, bien, supongo... -dudé. Mas no tuve tiempo de seguir hablando, a pesar de que tampoco pensaba hacerlo, porque su teléfono sonó estrepitosamente. Hizo una seña con la mano para que lo disculpe, y lo sacó de su bolsillo. Su cara pasó de radiante a opaca en un segundo, cosa que me preocupó bastante, dado que era muy extraño ver una mueca sombría en su casi perfecto rostro.

-Estoy harto de esto...

-¿Qué ocurre, Dylan? -cuestioné, esperando cambiar el foco de atención de mí a él.

-No quiero molestarte con mis estúpidos problemas, cuéntame tú qué...

-No, dime -insistí.

-Es... -bufó antes de poder darme una respuesta clara- Es mi ex... Últimamente ha estado insistiendo demasiado con que quiere verme, y quiere hablar, o algo así...

-¿Por qué se convirtió en tu ex, en principio? -indagué.

-Me engañó, repetidas veces. Pero, en fin, ahora te tengo a ti, y no quiero saber nada con ella. Ya no más.

Bingo.

Engaño, la palabra clave. Había arruinado todo, y ahora lo tenía muchísimo más claro. Anna engañando a Michael, y ¿yo engañando a Dylan? ¿O engañándome a mí misma desde un principio diciéndome para mis adentros que debería estar con alguien más en vez de Luke? Claramente, no podía confiar ni en mí misma.

Y mientras Dylan terminaba sus palabras con otro beso más, no pude evitar cuestionarme por qué no tomé dos o tres píldoras más aquella vez que decidí terminar con todo. Tal vez, haciendo eso, podría haber evitado tanta porquería junta.

Trust || l.h.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora