Dos

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Jin estudiaba teatro en la universidad. Al inicio, su familia se opuso a una carrera que no era segura. Su madre le contó que ella temía por su futuro pero que al final decidieron apoyarlo. Su padre dijo que tenía las mejores notas. Su hermano le dijo que él realmente amaba lo que estudiaba, que tenía una gran pasión por ello. Jin veía difícil entender lo que le contaban. Comprender el esfuerzo que le debe haber costado convencer a su familia era difícil cuando no lo recordabas y cuando solo lo sabías porque alguien más te lo contó.

Sus padres también le habían dicho que tuvo un trabajo de medio tiempo, pero que después del accidente lo había perdido. No le dijeron que trabajo era y él no les preguntó porque no le veía el punto a eso. Lo que sabía era que volviendo de ese trabajo fue que tuvo el accidente que lo dejó en coma por tanto tiempo. Un conductor muy ebrio, le habían dicho. El golpe en su cabeza había sido terrible pero no mortal, le dijo su madre entre lágrimas.

El joven de cabello oscuro se sentía aliviado por haber sobrevivido sin secuelas. Bueno, sin ninguna secuela física.

—Para ser un estudiante de secundaria tienes mucho tiempo libre. —Jin bostezo, mirando a su hermano que estaba echado en el sofá leyendo un libro.

—Para ser un estudiante de universidad tienes mucho tiempo libre. —replicó con una sonrisa.

Jin rodó los ojos, rascando su estómago. —Bueno, disculpa por no tener muchas clases o amigos con los que salir.

—Tú sí tienes amigos.

El mayor le dio una mirada. Él dudaba que alguno de esos amigos fueran suyos. No es que no creyera en lo que le había dicho su hermano pero, tal vez, Jimin había querido suavizar el hecho de que Jin no tenía ningún amigo.

Con un suspiro, Jin se miró en el espejo. Vio que no era feo pero tal vez él había sido un rarito y por eso nadie lo quiso de amigo. Era tan triste.

—Deja de poner esa cara, hyung. Te, te estoy diciendo la verdad. —su mirada pasó por todas partes menos por su hermano.

Claro, la verdad.

—No tienes que mentir por mí, esta bien, yo era un tipo extraño que no tenía amigos. Estoy bien con eso.

—¡No eras raro! ¡Eras normal!

Jin dio un paso atrás ante la pérdida del temperamento de su hermano menor. Éste tenía una mirada desesperada en sus ojos que preocupó a Jin.

—Lo siento, no quise gritar. Es solo que... —sus hombros cayeron, junto con su mirada—. La verdad es que habían personas que te llamaban anormal y lo odié mucho. Tú eres normal. Eres mi hermano y no hay nada malo en ti y... —su voz se quebró. Jimin levantó la mirada. Sus ojos estaban cristalinos cuando caminó hacia su hermano y lo abrazó—. No voy a permitir que te vuelvan a tratar así. Ya no más. —lo apretó—. Ahora no me voy a quedar sentado viendo de lejos como te hieren.

La mano del mayor acarició la espalda de su hermano menor. Mentiría si él dijera que no se sentía sorprendido y triste por lo que le acaban de decir. Pero al mismo tiempo sintió ese desapego de siempre. Era difícil conectar con alguien del que solo te hablaban. Jin eres así, Jin te gusta esto, te disgusta esto, te pasó aquello. Le contaban muchas cosas sobre él pero él no las sentía.

¿Realmente pasé aquello? ¿Realmente me gusta eso? ¿Realmente me molesta esto? ¿Realmente soy así?

Jin sentía que mas que le contasen su vida, le contasen la de alguien más.

—Tranquilo, pequeño hermano. —apartó a Jimin para mostrarle una sonrisa—. Para ser honesto, no importa. Si había gente tan estúpida como para ver algo anormal en mí no puedo más que sentir pena por ellos. —le dio un guiño.

Jimin rió pero apenas su hermano giró su expresión se volvió sombría. Esa actitud era muy del Jin de antes y eso parecía preocuparlo.

—Tengo hambre. ¿No tienes hambre? —preguntó Jin a su hermano.

—Podemos ir al café cerca de tu universidad. Es muy popular por sus postres.

—Claro. —le arqueó una ceja a Jimin—. Es por los postres y no por las chicas universitarias. —su hermano se sonrojó. Jin se burló de él—. ¿Creíste que no me daría cuenta?

—Bien. Lo admito. —rodó los ojos y le dio un empujón a su hermano con el hombro, dirigiéndose a la puerta.

Su hermano mayor lo siguió con una sonrisa. Jin miró la espalda de Jimin. Le parecía divertido como era posible que su hermano, con tan corta estatura y rostro adorable, pudiera ser tan popular con las mujeres mayores. Jin no era tan popular con las mujeres aunque a él no le importaba. Hasta ahora ninguna mujer había llamado su atención y estaba bien con su hermano robando toda la atención con un simple movimiento de su negro cabello.

El famoso café estaba repleto de jóvenes con poca paciencia y muy ruidosos. Eso hizo doler la cabeza a Jin. Su hermano se dio cuenta. —Mejor pedimos algo para llevar. —le dijo, dándole una mirada preocupada a Jin—. Si quieres espera afuera por mientras. —Jin asintió a la idea y su hermano fue a la cola.

Por estar distraído con su dolor de cabeza y esa sensación extraña que tuvo a penas vio el local desde lejos, Jin chocó contra una mujer que estaba entrando. Murmuró un lo siento, haciéndose a su lado pero la desconocida lo tomó del brazo. Jin levantó la mirada. Ella lo miraba con una sonrisa y reconocimiento.

—¡Jin! ¡Oh por dios, estás vivo! —lo abrazó, sorprendiendo tanto a Jin que no la detuvo—. Todos estuvimos tan preocupado cuando nos enteramos de tu accidente. Hubo hasta una misa en tu nombre, fue muy divertido porque sabíamos que no eras creyente pero pensamos que hacer algo así te indignaría tanto que regresaría para patear nuestros traseros. —soltó una risotada. Ella hablaba a mil por hora, con muchos gestos y expresiones. Él solo se quedó congelado y con los ojos muy abiertos—. Por un segundo realmente me asusté, en especial porque él estaba tan triste todo el tiempo y cuando preguntábamos por ti se negaba a responder. Imagínate que hasta Tae nos dijo, de una muy mala forma, que no volviéramos a preguntar por ti. ¿Eso que si quiera significa?

—¿Él?

La desconocida no lo escuchó.

—Me alegra ver tu hermoso rostro aún entre nosotros. —le dio una palmada en su mejilla—. Estaré esperando mi invitación para tu fiesta “estoy de regreso, perras”. —soltó una fuerte carcajada y sin más, se fue.

Las manos de Jin temblaban. No tenía sentido. Su familia le había dicho que era un joven muy tranquilo. Su hermano le había presentado a todos sus supuestos amigos. ¿Por qué la desconocida hablaba de él como si tuviera mil amigos? ¿Como si él fuera divertido? ¿Como si hubiese alguien aparte de su familia que estuvo realmente preocupado por él? ¿Quién era “Tae”? ¿Quién era ese “él”? y...

¿Por qué no vino a buscarme?

Cambiando de dirección, Jin regresó dentro, buscando a su hermano para que le dijera que fue eso. Para que le asegurara que esa mujer era una loca. Pero a mitad de camino Jin se detuvo. Su respiración se aceleró. Su corazón corrió y golpeó con fuerza contra su pecho. Casi pudo sentir que sus ojos se humedecían.

—Tú.

Él susurró pero el sonido fue los suficientemente fuerte como para que la persona que estaba sentada en la mesa junto a la ventana volteara a verlo.

Los ojos que había visto hace unos días se abrieron con sorpresa y con algo más que se le escapó a Jin. No lo recordaba pero todas esas cosas que él sentía no podían ser por un simple desconocido, ¿verdad? Esa casi desesperación por alcanzarlo no podía ser nada.

—Tú. —repitió. Jin dio un paso y luego dio otro.

Jin pudo oír la voz de su hermano a lo lejos pero no apartó su mirada de esa persona, y esa persona no apartó los suyos de él.

Tan cerca como podía de esa persona, Jin preguntó en un susurro: —¿Quién eres?

Recuerda [Yoonjin/Jinsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora