Ocho

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Está demente, pensó con preocupación Jin, mirando a Yoongi silbar mientras preparaba el desayuno para ambos, está demente pero que bien le queda esa ajustada camiseta blanca.

—¿Quieres algo de jugo? —preguntó Yoongi sin mirarlo—. Creo que aún queda en la refrigeradora.

Jin asintió dócilmente, dirigiéndose a la refrigeradora a su derecha pero sin despegar sus ojos de Yoongi. Desde que se había levantado, hace poco menos de veinte minutos, Yoongi había sido muy educado, sin ninguna sonrisa burlona o retiradas estratégicas para estar lo más lejos de Jin. Nada de dejar en claro que quería lejos a quien se supone trajo a su casa por voluntad propia.

Era casi como otra persona.

Jin estaba asustado.

—¿Dormiste bien?

Jin estaba muy asustado.

—Sí. —murmuró, sentándose de regreso en el taburete junto a la mesa en la pequeña cocina—. Ningún fantasma o ser sobrenatural fastidiando. —intentó bromear, logrando que Yoongi sonriera fácilmente. Decir que Jin terminó en el suelo por el impacto de la sonrisa verdadera y brillante de Yoongi, sería exagerado, pero tristemente, muy cierto.

—¡Jin! —Yoongi rodeó la mesa de la cocina y se acercó a Jin en el suelo—. ¿Qué ocurrió? ¿Te encuentras bien? ¿Fue un mareo? ¿Llamo a un doctor?

Con el rostro quemando por la vergüenza, Jin le dio un manotazo, apartándolo. —Ya basta. Solo fue un mal cálculo.

—¿No te hiciste daño? —lo ayudó a levantarse.

—Mi trasero duele un poco, ¿por qué? ¿quieres aliviar el dolor?

Hubo un largo silencio en donde la mirada de Yoongi se oscurecía mientras Jin se le quedaba viendo con la boca y los ojos muy abiertos, sin creer lo que acaba de decir. Jin se estaba cansando de esas explosiones repentinas de una personalidad que no quería reconocer como suya.

—¿Quieres que yo lo alivie? —su mirada era seria y su voz demasiado grave. Jin se volvió a caer—. Dios mío.

Jin soltó una risa nerviosa mientras se levantaba rápidamente del suelo sin ayuda. —Eres muy divertido, amigo. —siguió riéndose sin mirarlo por la vergüenza que sentía cada vez que abría la boca. En especial por el “amigo” que había soltado al final para quitar la insinuación en toda la conversación. A Jin le aterraba si quiera analizar un poco lo que acababa de pasar, es más, quería olvidarlo.

Yoongi no. —¿Amigo? —su rostro tenía una mueca de verdadera angustia—. Amigo. —susurró para si mismo, probando el término y no gustándole para nada el sonido.

—Hm, ¿demasiado rápido? —su voz era vacilante, mirando detenidamente el rostro de Yoongi—. ¿Cómo debería llamarte entonces? —una expresión casi salvaje parpadeó fugazmente en los ojos de Yoongi haciendo que Jin retrocediera un paso, aunque algo dentro de él le decía que hiciera lo contrario.

—Amigo está bien, supongo. —dijo Yoongi con una mueca que intentaba ser una sonrisa. No engañó a Jin, pero él no dijo nada porque algo acababa de pasar por sus cabeza.

Y si Yoongi me está mintiendo como mi familia...

Hizo un recuento de todas las reacciones extrañas que había tenido con él desde que se encontraron de casualidad, hace unos meses. Estaba claro que algo dentro suyo lo recordaba, pero no como un lejano conocido. Jin había pensando que tal vez era porque había tenido un enamoramiento secreto por Yoongi en el pasado, pero eso, ahora, se veía ¿insignificante? Un enamoramiento era algo muy pequeño para lo que sentía por Yoongi. Habían momentos en los que sabía, inconscientemente, cómo Yoongi iba a actuar o qué iba a decir. Era algo absurdo pensar que siempre fueron dos extraños.

Recuerda [Yoonjin/Jinsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora