Extra II

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Chocaron contra la puerta que acaban de cerrar. La vacía y fría sala se llenó del sonido de sus bocas atacándose una a la otra. Las manos ansiosas del más alto recorrieron la amplia espalda del hombre que actualmente tenía la lengua en su garganta. Le gustaba tanto la sensación que soltó un quejido de protesta cuando él se apartó. Se inclinó hacia adelante, buscando su boca otra vez, pero no lo dejó. Le mostró una sonrisa y lo jaló del cuello de la camisa, guiándolo dentro de su departamento. El pulso de Jin se aceleró con anticipación de lo que vendría y, tal vez, por la simple vista de esa sonrisa.

—Eres un provocador. —se quejó Jin, resoplando. Sin embargo, le siguió el juego con una sonrisa.

Yoongi no dejó de sonreír, aun si sus mejillas empezaban a doler de tanto hacerlo. —¿Provocador? —se burló, cruzando la puerta de su habitación—. Lo dices como si no me hubieses tenido envuelto alrededor de tu meñique durante toda la noche. —frotó su nariz contra el cuello de Jin e inhaló. Yoongi sintió en su mejilla la vibración del gemido que le arrancó a Jin—. Tú eres el provocador aquí. —dijo con un tono más grave en su voz que hizo temblar al más alto.

Jin arrugó la camiseta de Yoongi cuando se aferró a ella. Tener a este hombre atractivo frotándose contra su piel lo estaba dejando realmente alterado. Más aun cuando lo olfateaba con descaro. Jin no supo hasta ahora que le iban esas cosas.

Los labios de Yoongi rozaban suavemente el hombro de Jin, el cuello y luego la barbilla, pero sin presionar, sin besar. Solo un delicado toque que no fue suficiente para Jin, quien frustrado, lo empujó hacia la cama y se lanzó encima de él.

—Deja de tontear. —dijo con un gruñido, que Yoongi se tragó con un beso. La sensación de esos carnosos labios le sacó un gemido doloroso, su sabor volviéndolo loco. Esta era la razón por la que Yoongi se había detenido. Si no lo hacía hubiesen terminado haciéndolo en la puerta de su departamento.

La boca de Yoongi no se quedó solo en esa adictiva boca. Él besó la pálida piel de Jin. Primero su mejilla, luego su barbilla, bajando hasta su garganta, lamiendo la manzana de adán y mordiendo su clavícula. Yoongi ya era adicto al sabor de su piel.

—Jin. —susurró su nombre, deslizando su mano debajo de la ridícula polera amarilla. Jin se estremeció ante la delicada pero codiciosa caricia de las manos de Yoongi.

Con sus ojos cerrados, Jin disfrutó de esa boca besando y mordiendo cada parte de él, de esas manos en su piel desnuda. Y cuando esas mismas manos llegaron a su trasero, apretándolo con fuerza, sus caderas respondieron balanceándose contra Yoongi. Jin maldijo con el nuevo golpe de sensaciones. La dureza entre sus piernas se alineó con la de Yoongi y ahora ambos gemían con fuerza. La mano de Jin se alargó hasta el enmarañado cabello de Yoongi y alejó su boca de su hombro para acercarla a la suya. Sin que tuviera que pedirlo, Yoongi abrió la boca para que la lengua de Jin ingresara.

Los pensamientos de Yoongi estaban llenos del hombre sobre él, su boca estaba llena de su sabor y su nariz de su olor. Con un solo movimiento, los hizo rodar hasta que ahora estaba arriba. Empujó sus caderas duro, sacando un agudo y largo gemido de Jin. Así que lo volvió a hacer.

Jin apenas podía respirar y menos pensar en algo más que no sea una forma de sacarse la ropa sin dejar de mecerse contra el otro. Soltó otro gemido demasiado agudo para su gusto. —¿Tienes lo necesario? —logró decir antes de que Yoongi volviera a succionar su alma por la boca.

—¿Hm? —Yoongi mordió un labio regordete, muy distraído en su tarea como para entender a que se refería. Miró las marcas que había dejado por todo el cuello, hombros y clavícula de Jin, y esperó que no le molestara mucho ser marcado. En especial cuando ese trozo de piel pálida e intacta en su cadera lo estaba llamando—. ¿Para qué?

Recuerda [Yoonjin/Jinsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora