Cinco

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Él no podía dormir. Jin no había podido dormir bien en las últimas semanas. Cada vez descansaba menos. Cada vez tenía más pesadillas. Cada vez tenía sus ojeras más pronunciadas. Lo peor es que ni siquiera podía recordar que era lo que le molestaba. Jin tenía una pesadilla y luego despertaba temblando o hasta con lágrimas cayendo de sus ojos. Una vez gritó tan fuerte que su madre corrió hacía él y lo abrazó. Lo acunó entre sus brazos, meciéndolo y repitiendo que lo sentía. Jin siempre se quedaba en silencio, solo se dejaba consolar. Era frustrante sentirse tan destrozado y no saber cómo arreglarlo.

—Solo quiero dormir, maldita sea. —Jin frotó su rostro, queriendo quitarse todo rastro de sueño que tenía.

Somnoliento, miró por su oscura habitación, buscando algo con lo que entretenerse lo que restaba de esta noche. Ayer había terminado el manga que estaba leyendo, y el día anterior el libro que acababa de comprar. Se estaba quedando sin cosas que lo distrajesen. Jin miró la mancha oscura en la esquina de su habitación. La miró por tanto tiempo que esa mancha se empezó a distorsionar hasta transformarse en un rostro. Era un rostro que le era familiar pero en el estado que estaba Jin, le era difícil recordar.

El rostro poco a poco comenzó a moverse, a tener expresiones. O solo una expresión. Estaba enojado. Se movía de un lado a otro, como si no pudiera contener su furia. De repente dejó de moverse para mirar al frente, a Jin. Aún en su estado atontado, Jin sintió un aguijonazo de miedo.

«—Eres repugnante. —lo cogió de los hombros y lo sacudió—. Eres la peor vergüenza que he tenido. —en un parpadeó, él había levantado su mano y golpeado el rostro de Jin con tanta fuerza que hizo retumbar todo en su cabeza—. Me das tanto asco. —escupió lanzando a Jin al suelo. Sus codos dolieron cuando rozaron el suelo de madera.

—Para, por favor. —lloró ella. Se acercó a Jin, acunando su adolorido cuerpo—. Lo siento mucho. —le susurró—. Soy tan inútil.

Aléjate, ahora Younhee. —gritó el hombre. Cuando ella no lo hizo él se enfureció más—. ¿Así que te vas a poner de su lado? —apuntó hacia las escaleras—. Escoges a este enfermo, entonces. ¿Lo escoges sobre tu hijo? —El niño que estaba donde él señalaba, oculto entre las barandillas de la escalera, se congeló.

Tanto la mujer como Jin levantaron la mirada y lo vieron. Notando las lágrimas silenciosas de la mujer, Jin se apartó de sus cálidos brazos y se levantó.

—No es necesario que escojas nada. —le dijo a la mujer. Le sonrió a pesar del dolor que sentía al hacerlo—. Voy a estar bien.

El hombre lo sujetó de su muñeca, apretando con tanta fuerza que lo hizo jadear. —Vete de mi casa y nunca vuelvas.

Soltando su muñeca y caminó fuera de esa casa sin mirar atrás, ni siquiera por el llanto de la mujer que aún estaba en el suelo, ni por los gritos del niño que le pedía que no se fuera. Jin se prometió nunca volver.»

Jin saltó asustado, saliendo de su sueño. Él estaba en la misma posición pero ahora su habitación estaba iluminada por la luz del sol. Con el corazón acelerado se levantó de su cama y corrió escalera abajo. Miró la puerta de su casa y luego miró hacia la escalera. A Jin se le cortó la respiración.

En ese momento su mamá apareció en la parte superior de la escalera, se sujetó de barandilla y miró a su hijo con preocupación. —¿Jin, pasa algo?

—Mamá. —aclaró su garganta y miró a otra parte—. Esto es raro, pero, ¿cuál es tu nombre? —dejó salir una risa hueca—. Acabo de notar que nunca pregunté por tu nombre y nadie me lo ha dicho hasta ahora.

Recuerda [Yoonjin/Jinsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora