Cuatro

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Jin observaba el tablero de anuncios, muy concentrado, anotando todos los trabajos posibles que llamaran su atención. Él quería trabajar otra vez, reunir el dinero suficiente e irse de la casa de sus padres. Era un adulto y no podía entender cómo es que seguía viviendo con sus padres, en especial por el ambiente tenso que a veces inundaba la casa. Lo hacía sentir asfixiado. También le costaba mucho sentirse cómodo, o si quiera dormir tranquilo en su propia habitación.

—Mesero suena bien. —murmuró para sí—. Aunque este trabajo de aquí también suena bien.

Suspiró, cansado, y decidió llamar a cada uno de los empleos por si las dudas.

No obtuvo buenos resultados hasta la semana siguiente. Todos los demás trabajos habían sido tomados o querían a alguien con experiencia. Jin no sabía si tenía experiencia, y como era un secreto el que estuviese buscando un trabajo, no pudo preguntarle a su familia. Por lo que poco a poco, se sintió desanimado.

Hasta que lo llamaron de regreso para un trabajo de mesero en un bar. No era uno de los trabajos que quería pero se había quedado sin opciones. La paga no era mala y no era un bar horrible, era uno popular y muy limpio. Con eso bastaba.

Ahora solo faltaba que al verlo no se arrepintieran.

—Hola, soy Jin. —dijo, inclinándose ante el joven que lo miraba con ojo crítico—. Vengo por el empleo de mesero. —su voz se fue apagando cuando el joven extraño no cambió su expresión.

Hubo un largo e incómodo silencio en el que Jin miró sus manos, sintiendo la presión de la mirada del tipo. Aún no sabía si este tipo era su jefe o un compañero. Podría ser un simple cliente.

—¿Qué edad tienes, muchacho? Aquí no permitimos menores de edad.

—Señor, tengo veintiséis años, señor. —cerró los ojos por su respuesta automática. En especial porque el “señor” se veía de su edad.

—Oh. —exclamó. Sus ojos se ampliaron y señaló a Jin—. ¡Hyung! —sonrió mostrando un par de hoyuelos.

Jin se cubrió el rostro por la humillación. Se había dejado intimidar por alguien menor.

—Bueno, hyung. Estás contratado. —Jin lo miró sorprendido a través de sus dedos, aún sin querer bajar sus manos que cubrían su rostro—. Lo estuviste apenas cruzaste la puerta. Eres demasiado bonito como para dejarte ir. Llamaras a muchos clientes nuevos. —soltó un risa avergonzada— Soy tu jefe cuando mi tío no está en Seúl. Kim Namjoon, un gusto. —extendió su mano en modo de saludo. Jin se lo devolvió, murmurando su nombre—. Realmente eres mut atractivo. No sé que haces buscando un trabajo en este lugar en vez de ir a una gran agencia y debutar como actor, modelo o hasta cantante. —dio una paso adelante. Jin se tensó cuando el rostro de Namjoon estuvo demasiado cerca—. Ya me diste la mano, no puedes ir en busca del estrellato, no hasta que hagas al bar muy popular. —se quedó serio por un segundo para luego romper en una risa que le pareció adorable a Jin—. Solo bromeo, pero por favor no nos dejes pronto. —le dio un guiño, soltando su mano y retrocediendo.

El rostro de Jin se tornó color rosa pero eso no impidió que su sonrisa apareciera. Lo había logrado, tenía su primer empleo desde el accidente. Era un paso hacia su independencia.

Esa tarde su jefe le indicó que cosas que debía hacer y que no. También le dijo que podía iniciar este fin de semana por la tarde. Namjoon se disculpó por tener que quitarle las noches en donde todo joven salía a divertirse. Jin asintió sin decir nada, no queriendo decirle que no tenía ningún amigo o fiestas a las que ir. A pesar de todo, Jin se sintió cómodo con su jefe y el ambiente del lugar. La descripción de Namjoon sobre sus dos compañeros, los que trabajan en la barra, era buena. Jin esperaba con ansias trabajar ahí y acabar con su aburrimiento.

Recuerda [Yoonjin/Jinsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora