Extra XI

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El ruido de la televisión prendida llenaba el silencio que apareció de repente en esa habitación. Ambos jóvenes se miraron, sin decir palabra. El más alto hizo todo lo posible para que sus ganas de reír no se notaran. Sin embargo, su pareja lo notó. 

—¿Te quieres reír en un momento así? —dijo el mayor, frunciendo el ceño de manera adorable.

El más alto sonrió con ganas, arrugando su nariz. —Lo siento, Tae. —pudo pronunciar antes de soltar una carcajada. Rodó por la cama, sujetando su estómago.

Taehyung, enojado porque Jungkook no lo tomase en serio, lo rodó fuera de la cama. Sonrió cuando su estruendosa risa cambio a un quejido de dolor.

—No conocía esas tendencias violentas tuyas. —murmuró, regresando a la cama—. ¿Es extraño que me guste? —se preguntó a sí mismo.

Taehyung lo ignoró.

—¿Vas a responder con seriedad o me voy a mi casa? —cruzó sus delgados brazos y esperó.

Jungkook sacudió la cabeza, queriendo tranquilizarse. Pero una sola mirada a Taehyung, con su pijama de felpa y su listón rosa que usaba para que su largo cabello no se metiera en su boca mientras dormía, hacia que quisiese reír otra vez.

—Esta bien. —respondió Jungkook, aclarando su garganta y poniendo una expresión seria—. Acepto.

En un parpadeo tuvo a Taehyung sobre él, apretándolo fuerte en un abrazo y repartiendo besos en su rostro. —¡Te amo! —cogió las mejillas de Jungkook y le dio un beso en los labios—. ¡Prometo que yo lo sacaré por las noches y compraré su comida! —sonrió tan fuerte que Jungkook casi llora por lo brillante que era—. ¡No sabes cuánto te amo justo ahora!

Los labios de Jungkook se torcieron. —Lo sé. —acarició el cabello de Taehyung. Se le quedó mirando mientras su pareja de años seguía hablando sobre que tipo de perro deberían adoptar. Si debería ser un recién nacido o uno grande. Si había una raza en especifico que él deseara. Si debería construirle una casita en medio de la sala de Jungkook. Se le quedó mirando con los ojos llenos de amor.

Ocultó su rostro en el cuello de Taehyung y respiró su conocido aroma. Estuvo así, escuchando la emoción en la voz del hombre que amaba.

—¿Sabes que haría esto aún mejor? —murmuró Jungkook. Taehyung se quedó en silencio, esperando que continuara—. Que te mudaras conmigo.

Otra vez el silencio apareció en la habitación. Jungkook cerró los ojos, aún con su rostro oculto, aguantando la respiración. Esperando la respuesta de una pregunta que había querido hacer desde hace mucho.

—Bueno. —respondió Taehyung. Se podía oír la sonrisa en su voz.

Jungkook no podía estar más feliz. —Bueno.

Esa noche se quedaron hasta tarde hablando, planeando cómo sería la mudanza de Taehyung desde la casa de sus padres. Jungkook quería ir a visitarlos para poder pedir, oficialmente, que le cedieran el cuidado de Taehyung a él. El mayor lo miró, poco impresionado. Jungkook sonrió con picardía en ese momento, pero al final, sí lo hizo.

Sonrojado a más no poder, se paró enfrente de la dulce madre de Taehyung, y del padre que no dejaba de fruncir el ceño hacia él, y les dijo: —Voy a cuidar a Taehyung. Por siempre. Para siempre. Toda la eternidad. Como que, por toda la vida. Ahora y después. También más tarde. Y luego. Quiero decir, que lo protegeré de todo lo malo. De lo bueno no. A menos que sea malo. —miró a Tae con los ojos muy abiertos, rogando por ayuda. O por un tiro. Justo entre los ojos. Así es más rápido—. Lo que quiero decir es que lo voy a cuidar así que no se preocupen. O sea, los padres siempre se preocupan pero ustedes no lo hagan, porque estoy yo. Digo... —se encogió. Podía ver como Taehyung tenía el rostro cubierto con su mano y su cuerpo temblaba por la risa. La mamá de Tae lo miraba, divertida. Jungkook no pudo mirar al padre. Tomó aire y siguió hablando—. Yo, Jeon Jungkook, prometo cuidar a Kim Taehyung por la eternidad. En lo bueno y lo malo. Cuando enferme o cuando tenga miedo. Cuando ría y cuando llore. No es que vaya a llorar conmigo, a menos que sea de risa. —aclaró su garganta y, como si no tuviese suficiente, siguió—. Prometo que conmigo será feliz. Que nada le va a faltar porque los dos trabajamos. Prometo que siempre estaré ahí cuando regrese cansado y quiera un abrazo. Prometo que no dejaré mis cosas tiradas, porque la verdad yo soy el ordenado de esta relación. Prometo que nunca vendrá a casa diciendo que fui un error, porque la verdad soy algo genial. Prometo que nunca le dirán a su próxima pareja que yo fui el peor nuero, porque no va a haber otro. Prometo que no le dejaré. Como que nunca.

Jungkook podía oír sus latidos y la sangre que corría en sus oídos. Respiraba con dificultad pero al fin había podido cerrar la boca.

Lentamente levantó la mirada para encontrarse con tres pares de ojos. La mamá de Taehyung lo miró con lágrimas y una sonrisa, sorprendiéndolo mucho. —Eso fue muy bonito. —miró a su hijo—. Adorable y torpe, ¿no?

El bufido fastidiado llamó la atención de Jungkook. Él tragó saliva.—Y yo que había jurado que nunca los vería dar los votos. —el padre de Taehyung frunció más el ceño—. Aún no me gustas. —le apuntó con su gran dedo, haciendo que Jungkook se encogiera—. Él es mi bebé y si alguna vez lo veo llorar por tu culpa... es mejor que le digas adiós a esa bonita carita tuya.

—Sí señor. —se inclinó rápidamente, en señal de respeto. No lo vio, pero el padre caso sonríe.

—Eres un tonto. —Taehyung lo miró con los ojos brillantes. Se acercó a Jungkook y le dio un ligero empujón—. Te dije que no lo hicieras. —se recostó contra él.

La sonrisa de Jungkook fue enorme mientras se encogía de hombros, envolviendo a Tae en un abrazo, a pesar del gruñido que dejó salir su suegro.

No pasó mucho tiempo para que Jungkook volviera a oír un gruño dirigido hacia él. —Yo creo que me odia. —dijo mirando a esa pequeña criatura que era más pelo que perro.

Hoy era el gran día en que adoptarían al perro que tanto deseaba Taehyung. Jungkook no estaba particularmente entusiasmado. Especial porque ese cachorro parecía de los que disfrutaban mordiendo tobillos.

—Pero es muy lindo. —Tae lo levantó y lo acercó a su rostro. Jungkook se puso nervioso de lo cerca que estaba, sobretodo porque el perro no dejaba de mostrar sus pequeños dientes—. ¿Quién es el perro más lindo del mundo? ¡Tú lo eres! ¡Tú! —acercó más su rostro a esos dientes. Jungkook dio un paso adelante—. Te voy a llevar a casa y vamos a ser muy felices y te voy a comprar juguetes y te voy a dejar subir a la cama y te voy a dejar que botes a Jungkook de ahí y te voy a dejar que hagas lo que quieras. —Tae le sonrió, ya completamente enamorado de ese pequeño cachorro enojado.

La mano de Jungkook se detuvo a centímetros de separarlos. Justo cuando el perro dejó de mostrar los dientes para solo mostrar su lengua, antes de lamer el rostro de Taehyung, haciéndolo muy feliz y enamorandolo más. El cachorro ya no gruñía a su pareja, ahora ladraba de manera adorable y agitaba su cola.

Con eso era suficiente para Jungkook.

Adoptado.

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⏰ Última actualización: Jun 20, 2019 ⏰

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