JungKook dio un último respiro antes de seguir corriendo.
Tan bonito que se mostraba ese día, y él, con el odio y la mala suerte que la vida le daba, lo había empezado de la peor manera.
Él juraba que odiaba a su alarma, sí, a ese simple aparato que arruinó su asistencia perfecta cuando no se le dio la gana de sonar.
Antes la distancia entre su casa y la universidad no habían sido un problema para él, ahora lo era, y lo odiaba.
Era totalmente ridículo, él corriendo como si de su vida dependiera, aunque de todas formas era por un asunto importante. Sí, de esa carrera dependería su nota y probablemente su futuro.
Estaba siendo supersticioso, lo sabia.
Sólo faltaban 5 minutos para que sus clases comenzaran, y estaba seguro que al lapso de tiempo que le tomaría llegar le faltarían unos minutos de más. Al menos unos 7.
Él estaba seguro de que el pan en su boca tampoco la pasaba bien, se estaba despedazando migaja por migaja cada cuanto el aire golpeaba su cara. A este paso, cuando llegara a su destino, sólo habría un trozo de masa a media hornear en su boca.
Dobló una esquina siguiendo el recorrido, en este tipo de casos seria conveniente un auto. Tal vez uno de color azul bonito, con dos motores de gasolina y cinco versiones diferentes de equipamiento, con una caja de cambios manual de seis velocidades. O tal vez uno con tres turbocompresores.
―Mierda.―gruñó en voz baja.
Sus fantasías terminaron cuando el pequeño pan que le hacia compañía en su larga maratón cayó al suelo y rodó hacia la dirección contraria. De tanto pensar en el auto de sus sueños, sus labios dejaron de hacer opresión alrededor de la reducida masa.
Su madre se enojaría cuando se enterara que su único desayuno, aparte de la tasita de leche que él mismo se preparo; que estaba muy deliciosa por cierto, huyó de su boca en busca de libertad, o que simplemente se le cayo mientras corría.
Sí, a su querida progenitora poco le importaba si llegaba tarde a sus clases, ella tenia que tener la seguridad de que su pequeño hijo comiera algo y no se desmayara a medio camino. Trataba de cuidar su alimentación más que nada, pero a JungKook no le gustaba eso.
Es decir, no se moriría si un día no desayunara. En cambio su asistencia perfecta, ese rojo al costado de su nombre no se quitaría nunca.
Las instalaciones de la universidad entraron en su campo visual cuando menos se lo imaginó. Aceleró sus pasos, aunque no se notaba ninguna diferencia con la velocidad anterior usada, no lo podían culpar, él estaba cansado y sus piernas dolían.
Lamió sus propios labios limpiando cualquier rastro de pan en ellos. Relajó levemente su caminata mientras llegaba a su destino, ¡Dios!, parecía como si él terminaría en el piso nada más parara de correr.
Tocó el pedazo de metal frente a él antes de si quiera intentar recuperar el aire. La pequeña ventanilla se deslizó y se mostraron dos ojos marrones.
―¿Joven Jeon?.― preguntaron desde adentro.
―Buenos días.― saludó mientras jadeaba repetidas veces.―Disculpe la tardanza.
―Esto es increíble, usted nunca antes había llegado tarde. Me lo hubiera esperado de cualquier otro alumno.
JungKook torció la mueca sutilmente, estas eran de las pocas cosas que no le gustaban al ser un buen alumno. Ellos no podían tener mínimos errores como los demás, si lo hacían ya estarían tachándolos de irresponsables o sintiéndose decepcionados.
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¡Te odio, Kim SeokJin! ↪ JinKook
FanfictionJungKook odia a SeokJin. SeokJin está al tanto de esto pero no parece importarle mucho. Sin embargo, las cosas se tornan un poco confusas después de un tiempo. Hay un problema, el cual explicaría el pronto odio del menor. A JungKook le gusta YoonGi...