26- admirador rubio.

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-¿a quién le importa?- milagrosamente ángel no tenía su móvil sobre la mesa y nos miraba a todos- yo si tengo algo importante que decir...- después de eso deje de escuchar lo que parloteaba.

-Camila ya tienes clase- la  varonil voz de Andrés me saco de mi pequeña siesta en su hombro- vamos dormilona tenemos que entrar a clase.- me estire sin abrir bien mis ojos, solo quedaba sami junto a nosotros.

-no quiero entrar, tengo mucho sueño- me negaba a abrir mis ojos.

-en el salón duermes pero tenemos que irnos ya- seguí su consejo me levante y el paso su brazo por mis hombros.-mejor te guió no sea que te vayas de cabeza.

-yo me voy, nos vemos cuando salgamos- con un beso en la mejilla sami se perdió por otro pasillo, entramos al salón por pura suerte pues el profesor se retrasó unos segundos que fueron perfectos.

Andrés nos guio y nos llevó a las sillas traseras donde me deje caer en peso muerto, usando mis antebrazos de almohadas me deje llevar nuevamente por Morfeo. Andrés me despierta cuando en el salón ya no queda nadie.

-me sirvió dormir un poco.- una suave sonría se posa en mis labios.

-un poco se queda corto, dormiste dos horas sin ni siquiera moverte de esa silla, mejor vamos que tengo hambre- con más energía que en la mañana salí del salón, en la cafetería ya nos esperaban.

-me podrías compra- junte mis manos haciendo puchero, sabía que no era necesario poner caritas el me haría el favor.

- lo de siempre- simplemente asentí tendiéndole el dinero y me acerque a la mase, donde las tres tenían una conversación muy bullosa.

-ahora si tienes mejor cara- sami siempre tan sincera

-gracias sami, me ayudo bastante dormir- ellas volvieron a su conversación y yo me concentre a revisar mi celular.

-¡Camila!- di un pequeño salto en mi lugar al escuchar el grito de Alex en mi oído

-¿que?- conteste mientras trataba de regular mi respiración.

-tienes un nuevo admirador- sus cejas se movían de arriba abajo sin descanso.

-¿de que hablas?- no sabía de qué demonios estaba hablando.

-disimuladamente mira sobre mi hombro izquierdo, un rubio de ojos color café con gafas de marco dorado- mire como me dijo y efectivamente como dijo mi amiga el rubio no dejaba de verme.

-no sé de qué hablas Alex de seguro están mirando a ángel o incluso sami- me encogí de hombros- gracias me has salvado- para quitar mi vista de Alex me concentre en la comida que Andrés acababa de dejar frente a mí.

-¿de que tanto hablan?- quiso integrarse inmediatamente en la conversación

-Camila tiene un admirador- anuncio más alto logrando que ángel dejara de prestarle atención a sami para clavar sus ojos en mí

-enserio, ella- su ceja perfectamente depilada se levanta en mi dirección.

-si.- mi respuesta fue brusca, pues por años aguante muchas de sus mierdas dirigidas a mí. – Vuelvo después- sin más que decir Salí de allí colgando mi mochila en el hombro.

Salí chocando con más de una persona, no me disculpe con ninguna pues mi humor estaba por el suelo.

Camine por un buen rato me detuve frente a una tienda con solo el antojo de un bote de helado, después de comprarlo deje que mis pies me guiaran por la ciudad hasta dar con un parque, donde pocos niños jugaban. Comí el helado sin prisa alguna, podía pasar del resto de clases pues hoy no haríamos gran cosa y lo que sucediera Andrés me ayudaría después. Me sumergí en mi mente pesando en todo y en nada a la vez pues no me quedaba con un solo pensamiento, exceptuando un par de ojos color tormenta, alix cada vez ocupaba más espacio en mis pensamientos y no lograba entender el porqué o no lo quería reconocer. 

-¿¡donde mierdas estas!?- fue el gran saludo del ocupante de mi pensamientos.

-¿qué quieres?- dije con voz suave, estaba en tranquilidad y no lo quería arruinar.

-contéstame- ladro al otro lado del teléfono.

- en un parque- me di por vencida no quería discutir con él ni con nadie, en general.

-¿en que parque?- su voz sonó un poco más calmada, solo un poco.

-ni la más mínima ni remota idea alix, enserio ¿que quieres?, estoy en perfecta condición- cerré mis ojos tratando de controlar mi humor.

-llevas más de cuatro horas en las que no sabemos anda de tu paradero, y sabes perfectamente que no puedes desaparecer de ese modo Camila, a ti te están buscando...- y hasta ese momento le preste atención a su conversación, con un pesado suspiro me levante del suelo sacudiendo mi trasero para limpiarlo un poco.

-en quince minutos esto allí- colgué antes de que siguiera con su retahíla. Quince exactos minutos estaba en la entrada de la universidad, faltaba poco para Alexia saliera de su clase, para así juntas encontrarnos con el resto.

-¿estás bien?- pregunte a una pálida alexia.

-tengo mareo- rápidamente pase su brazo por mis hombros para salir rápidamente de allí con dirección a un baños.-voy a vomi...- y no termino la frase ya que callo de rodillas frente al baño, vomitando todo lo que comió.

-estas mejor- la ayude a llegar hasta el lavamanos asintió simplemente llevando un poco de agua para juagar su boca- vamos ya nos deben estar esperando- pase mi brazo por su cintura y el suyo por mis hombros, como pude nos lleve hasta la cafetería donde nos encontraríamos con los hermanos Andrade.

-¿qué paso?- Alan aliviaba el peso de Alex sobre mí, pues no se veía para nada mejor.

-estuvo vomitando-con un encogimiento de hombros abrí la puerta trasera allí se metieron ellos dos y Alex se acostó como pudo apoyando su cabeza en la piernas de Alan, por lo cual a mí me tocó el lugar del copiloto, deslizándome en la silla, me acomodo colocando el cinturón de seguridad, alix no me dio ni una mirada de reojo, lo cual me sorprendió.

-quiero helado- gimoteo en la parte trasera alexia cuando apenas llevábamos algunas cuadras recorridas.

-a unas cuadras hay una tienda para allí, para comprar el helado- indique el camino hasta la tienda, de un salto Salí de aquel auto, compre tres tarros de helado y volví al auto, la hora que nos demoramos esta mañana la recorrimos en poco más de treinta minutos.

Agradecí interiormente cuando la, ya tan familiar, casa se materializo frente a mis ojos, ni dos segundos de que el auto frenara yo ya estaba saliendo de aquel endemoniado auto.

Entre en la casa con el estómago revuelto llegue hasta la cocina y allí me senté para calmar el mareo que tenía.


-¡más fuerte!, ¡no estas golpeando bien!, ¡estás haciendo todo mal!- ladra cerca de mi oído.

-así es como me explicaste, y ayer dijiste que estaba bien- deje caer mis brazos a mis costados.

-¡no te dije que te detuvieras!- volvió a reñir muy cerca de mi oído. - ¡así nunca vas a poder dar buenos golpes!-gire inmediatamente empujando su pecho y logrando que retroceda algunos pasos.

-¿¡que mierdas está sucediendo contigo!?-


CAMILA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora