CAPÍTULO 24.

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Como habíamos quedado todos hicimos acto de presencia en la casa. Debíamos hablar sobre que hacer con el desconocido. Mateo me hace el favor de llevarse a Dylan para que no escuche nada. Carl también les acompaña.

—Bueno—empieza a hablar Glenn—. ¿Cómo lo hacemos? ¿Una votación?

—¿Tiene que ser algo unánime?—pregunta Andrea.

—¿No vale con la mayoría?—continúa Lori.

Me apoyo contra la pared y presto atención a lo que dice Rick:

—Bueno, vamos a ver lo que piensa cada uno y luego debatiremos las opciones.

—Vale—comenta Shane con el rostro serio—en mi opinión, solo hay una forma de actuar.

—Matándole—gruñe Dale—¿verdad? ¿Por qué molestarnos siquiera en votar? Esta claro lo que vais a hacer.

—Bueno, si los demás opinan lo contrario quiero saberlo.

El tono que usa Rick impone, parece estar muy disgustado. Suelto un suspiro y me ahorro decir lo que pienso. Lo único que quiero es que mis niños no corran peligro. Imaginar que ese chaval puede ir a decirle a los hombres donde estamos, me deja cardíaca. Sobre todo me da terror.

—Bueno de esos somos muy pocos. Puede que solo Glenn y yo.

Mi amigo parece dudar de lo que acaba de decir Dale.

—Oye yo creo que tú llevas razón en muchas cosas, casi siempre, pero en esto...

—¡Glenn, te han metido miedo!

—No es uno de los nuestros. Y hemos perdido demasiada gente ya.

Dale busca con desesperación a alguien que esté de su parte por lo que se dirige a Maggie y le pregunta:

—¿Y tú qué, estás de acuerdo con él?

—¿No podemos tenerlo prisionero?

—Es otra boca que alimentar—opina Daryl.

—El invierno puede ser duro—secunda Hershel.

—Podemos racionar los alimentos—murmura Lori.

—Bueno él podría ser nos útil. Hay que darle ocasión de demostrarlo.

—¿Ponerle a trabajar?—pregunta Glenn tras encogerse de hombros.

Rick niega con la cabeza.

—No vamos a dejarle suelto.

Maggie propone ponerle vigilancia y Shane a modo de guasa pregunta quién quiere hacerlo. Por supuesto que Dale se ofrece voluntario pues parece ser el único en querer que no maten al chico.

—Digamos que lo hacemos, ¿vale?—sigue hablando Shane—y tal vez nos sea últil, y hasta sea majo. Bajamos la guardia y él sale corriendo y vuelve con sus treinta hombres.

—¿De modo que la solución es matarlo para evitar un crimen que es posible que ni siquiera intente? Si lo hacemos, estaremos diciendo que no hay esperanza.

Dale si que es pesadito. Me restriego el ojo derecho y contengo la respiración para pasar el tiempo.

—Que la ley ha muerto, y con ella, la civilización.

—No me jodas—suelta Shane.

—Podrías llevarle aún más lejos y dejarle como pensabais—propone Hershel.

—No—niego y dejo de jugar a aguantar sin respirar. Rick me mira y ve cierto temor reflejados en mis ojos—por poco no vuelven la última vez. Hay caminantes, podría averiarse el coche, no sé...

La otra familia. [Rick Grimes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora