24. "con cada fibra de mi ser"

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El almuerzo había transcurrido rápidamente y ya nos encontrábamos de camino a casa o eso era lo que pensaba hasta que vi que Chris estaba haciendo un viraje hacia otro lugar. Lo miré buscando una explicación y él solo sonreía. ¿Otra vez haría lo que hizo en la primera cita? No quería reaccionar nuevamente como lo había hecho y me dije a mi misma que Chris no era Dixon y que él no me haría daño. Solo era una sorpresa.

-Es una sorpresa.- dijo de repente y yo asentí más calmada.

-Está bien.- susurré sin dejar de mirar mis manos.

Los nervios siempre estarían allí porque lo que había vivido me había marcado para siempre. Dixon me había hecho la broma más pesada que se puedan imaginar. Me había llevado muy lejos y me decía que me secuestraría y que cuando llegara él me mataría. Ahora aprendí que el loco no era él sino era yo, yo era una jodida loca por andar con él y pensar que eso lo hacía porque me amaba mucho y quería hacer cosas diferentes para nuestra relación.

-Llegamos...- dijo feliz y me abrió la puerta de la camioneta para ayudarme a bajar.

-¿Que es esto?- pregunté con una sonrisa confundida.

Ante nosotros una casa a la orilla del mar con temática griega. El blanco y azul reinaba haciendo verla hermosa. Siempre me había gustado esa temática tanto que hice una pintura de uno de sus paisajes. Para Bernardo fue una obra maestra tanto que no la puso en venta, la conservó en su oficina de la galería.

Sentí sus manos en mi cintura y luego su cuerpo pegado al mío y fui más que feliz. No me cansaba decir que Chris sí era el hombre perfecto. No creo que vuelva a equivocarme, no con un Chris a mi lado. Giré mi rostro y me encontré con su hermosa sonrisa en mi hombro.

-Es nuestra casa por estos dos días- dijo y yo reí mientras asentía.

-Es hermosa- susurré acariciando su mejilla -Gracias-

Entramos y mis expectativas quedaron muy por debajo a lo que esperaba al ver el interior de la casa. El blanco, diferentes tonos de azul y la madera oscura dejaban ver un ambiente acogedor. Caminamos y quedé embobada con la vista, a pocos pasos una playa. Me encantaba que fuese privada o por lo menos era solo para las otras cinco casas conjuntas.

Abrí la puerta de la sala la cual me llevaba a una terraza con una pequeña piscina y varias camas de playa. El día estaba siendo el más lindo desde hacía mucho tiempo. El sol en su resplandor y en lo que mi ojos alcanzaban a ver no había ninguna nube. Simplemente estaba brillante y hermoso.

Había un camino custodiado por piedras grises hasta el terreno de la playa y sin dudarlo caminé por allí. Me había quitado los tacones y me había subido los pantalones a las rodillas. Porque de seguro me mojaría aunque sea los pies, las olas estaban algo bravas y sabía que si a esa hora ellas estaban así, era una playa con oleaje algo peligroso. Me dediqué a observar el océano, eso era algo que me daba la tranquilidad que buscaba por mucho tiempo y eso era lo que más me hacía sentir segura.

-Por fin puedo decirle al mundo que te amo.- susurró Chris en mi oído.

-¿Y lo dirás?- pregunté sabiendo de sobra la respuesta

-Hasta podría gritarlo...- dijo observándome con una sonrisa -¿quieres que lo haga?- preguntó y yo sonreí.

-Dime que me amas- susurré con una sonrisa.

Separó su cuerpo del mío y sin quitarme la mirada dio dos pasos hacia atrás y vi su mirada traviesa. Él estaría dispuesto a gritar su amor por mi y yo no podía estar más lejos de hacer lo mismo. Así que si él podía y quería yo también quería hacerlo. De hecho gritaría hasta quedar sin voz.

Tell me you love meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora