27. Jalón de oreja

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El viaje al lugar donde nos quedaríamos había sido largo y de verdad ya necesitaba descanso o en realidad era que no me sentía nada bien. La situación con Chris me había drenado por completo. Chris había estado todo el camino pidiendo perdón por lo que había pasado y diciendo que no fue su intención golpearme y le creía. Además lo había perdonado sin él haberlo pedido. Fue solo que me acerqué en un mal momento. Y no es que lo justifique ni nada por el estilo.

Cuarenta minutos después habíamos llegado a una casa bastante hermosa en medio de la nada. Y lo decía así porque la única casa que se encontraba cerca de esa era a diez minutos en carro. Fruncí el ceño y miré a Chris quien no dejaba de verme con rostro culpable.

-Ya, deja de verme con esa mirada culpable- dije

-Pero es que lo soy- casi gritó -Yo ignorándote por ser celosa y resulta que yo soy igual o más que tu- dijo y solté una carcajada.

-Ya vemos que los celos no llevan a nada bueno y que no debemos dudar del otro. Yo te amo Chris y jamás se me pasaría por la mente engañarte- acaricié su mejilla sin apartar mi mirada de la suya.

-Yo también te amo Ashley y no sabes como siento que hayas salido perjudicada por mi culpa- dijo y yo negué antes de besarlo cortamente.

El auto se estacionó frente a la flamante entrada y Chris se bajó rápidamente del auto. Quizás estaba loca pero notaba a Chris muy nervioso y eso me estaba haciendo sentir intrigada. De sobra se veía que no era un hotel y mucho menos una posada. Debía preguntar a que iría hacer a Los Ángeles porque esta incertidumbre que comenzaba a sentir era inquietante. Tomé su mano y lo miré confundida a lo que él me sonrió grandemente pero aún con nerviosismo.

-Bienvenida a mi casa...- dijo y en ese momento una señora de unos sesenta años salía de la casa con una alegría envidiable.

-¡Oh mi Dios por fin puedo verte en vivo y a todo color!- dijo mientras caminaba con prisas directamente a Chris.

Definitivamente esa era su mamá, tenía la misma sonrisa que Chris y su alegría era de una mamá que no había visto a su hijo en meses o por lo menos no lo había visto en persona en mucho tiempo. Chris la abrazó fuertemente y la alzó por la cintura y pude escuchar sus carcajadas. Estaba cien por ciento feliz.

-Mamá...- dijo dejándola en el suelo -Ella es Ashley...mi novia- dijo con orgullo.

¡Ay virgen de la papaya! Yo en estás fachas para conocer a los padres de Chris. ¡Esto está mal!

-Oh cariño, ¿que te pasó en la nariz?- preguntó preocupada mientras acariciaba mis brazos.

Chris y yo nos miramos al instante y yo negué. -Nada de que preocuparse señora. Fue un tonto accidente- dije y Chris asintió con el rostro colorado.

Pero la mirada de ella cambió de preocupada a enojada. No la conocía pero fue tan obvia su mirada que terminé asustada. Ella sabía algo que nosotros no pero que de seguro sabríamos en minutos. Dejó de acariciar mis brazos y negó para girarse a su hijo quién había notado el cambio de su mamá.

-Ambos me han decepcionado...- dijo mirando severamente a Chris y luego a mi. Tomó a Chris de la oreja, tal cual niño regañado y lo llevó hasta el recibidor de la casa -Tu también Ashley sube- dijo con seriedad y yo me sentía igual de regañada o peor que Chris.

La mamá de Chris de seguro era como mi mamá, no importara cuantos años tuviese ni frente a quien estuviese ella se tenía el derecho de regañarme tal cual me regañaba cuando tenía cinco años. Y estoy segurísima que todos en algún momento sus mamás los han regañado o hecho pasar un momento embarazoso. Este momento era Chris quien lo estaba pasando.

Tell me you love meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora