25. Celos

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-Pero te quiero ver aquí lo más tardar el martes- dijo Bernardo -Necesito reunirme con todos-

-¡Gracias!- casi grité de la emoción.

Estaba mil por ciento agradecida por el jefe que me había tocado. Ninguno me hubiese dado tres días libres por que era mi divorcio, excepto Bernardo. El día antes de mi cita en el juzgado él había hablado conmigo y me había dicho que si necesitaba unos días él me los concedería. Y así hizo pero ahora no contaba que viajaría a Los Ángeles hasta el lunes.

-Bueno querida nos vemos la semana que viene con tus nuevas obras- dijo Bernardo con una sonrisa

-Nos vemos y saluda a Solange y a Gianni- dije para luego despedirme.

Chris estaba cómodamente acostado casi encima de mi. Su mano sobreprotectora estaba encima de mi vientre y su rostro casi enterrado en mi cuello y ni hablar de sus piernas enredadas con las mías. Él si que estaba muy cómodo y yo negué mientras dejaba mi celular en la cama.

Su rostro mostraba un ligera y perezosa sonrisa y me decidí por molestarlo un poquito. Con mis dedos toqué su nariz varias veces pero nada solo sonreía más y se aferraba más a mi.

-Amor...- susurré -despierta, me asfixiarás-

-Déjame dormir...- sentenció frunciendo el ceño aún con los ojos cerrados.

-Te dejo dormir si me dejas respirar- sugerí mientras sentía como él soltaba un poco, no mucho, su agarre.

-Buenos días- por fin abrió sus ojos y sonreí

Se separó un poco de mi y vi como soltaba un bostezo viéndose adorable. Aferré las sábanas a mi cuerpo y eso hizo que destapara su cuerpo completamente desnudo. ¡Ay Dios! ¿Porque hacía esto? Podría asegurar que mi rostro estaba rojo como un tomate. Y sí, es inevitable sentirme avergonzada, soy como la eterna noviecita que se pone roja a cualquier cumplido de su novio.

-B-Buenos días- dije casi tartamudeando.

Tapé mi rostro con la sábana mientras escuchaba como la habitación se llenaba de la risa de Chris. El muy atrevido se estaba burlando de mi y yo no podía evitar ponerme más roja de lo que ya estaba. Pero él se empañaba en que yo explotara de la vergüenza que sentía. Alzó la sábana y entró para abrazarme y pegarme a su cuerpo como habíamos dormido toda la noche.

-Eres adorable cuando te pones así de coloradita- susurró antes de dejar un beso en mis labios.

-Tonto- dije rodando los ojos aún con mis mejillas sonrojadas.

-Esto...- susurró él mientras su mano se deslizaba por mi vientre -Es para que...- sus dedos se aventuraron al llegar a mi intimidad -sonrojes más- dijo cerca de mi oído para luego besar el lóbulo de mi oreja.

Sus dedos se movieron lentamente haciendo que mi piel se erizara. En mi cuerpo sentía un cosquilleo que me estaba obligando a cerrar mis ojos. La excitación que estaba sintiendo era apabullante. Sus manos en mi feminidad, su torso fuerte pegado a mi espalda, sus labios en mi cuello dejando pequeños besos, su media erección en mi trasero.

-Amor...- jadeé con los ojos cerrados.

Sus dedos fueron más abajo y fruncí el ceño, ¡Dios santo! Posé mi mano en su muñeca haciendo un vago pedido para que se detuviera. Porque la verdad era que estaba muy lejos para querer que parase.

Tell me you love meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora