❀ Existen muchas formas de amar, en esta vida hay diferentes maneras de querer, de adorar... pero la manera en que KyungSoo y JongIn terminan amándose es definitivamente la mejor.
❀ Conjunto de drabbles y viñetas KaiSoo y SooKai por su mes especial...
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KaiSoo/ SooKai
1190 palabras; viñeta.
De cómo el contador KyungSoo cae por el chico repartidor.
Romance, fluff, age gape.
Propuesto por mi :v
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Seriedad era una buena palabra para definir a Do KyungSoo. También amabilidad, cortesía y raciocinio.
Aunque en las últimas semanas, éste último estaba frecuentemente a prueba, todo por las preciosas sonrisas de un muchacho que sus ojos jamás habían visto antes.
KyungSoo rondaba los 27 años de edad, se había graduado de contaduría y ahora trabajaba en un despacho de un pequeño pueblo que no quedaba muy lejos de la capital. Puesto que prefería la tranquilidad de la zona rural que el bullicio de laa personas yendo y viniendo de manera ruidosa.
Sabía que no era su trabajo soñado, no obstante estaba conforme porque era un recién graduado y como tal debía comenzar desde cero.
El lugar donde trabajaba si bien no era grande, era acogedor y las secretarias eran señoras que rondaban los cuarenta o cincuenta años. Tan solidarias con el nuevo muchacho y tan contentas de tener algo nuevo de qué hablar, que le invitaron el primer almuerzo con tal de hacerlo sentir como en casa.
KyungSoo se había rehusado como el caballero que era, sin embargo las mujeres se opusieron por completo a que pagara puesto que lo consideraban una falta de respeto ya que ellas invitaban.
También lo habían emparejado con la chica que trabajaba de secretaria del dentista más famoso del pueblo, una preciosa muchacha de ojos brillantes y largos cabellos castaños claros, con unas piernas largas que hubieran hecho a cualquiera suspirar. Pero KyungSoo no tenía tiempo para verlas y admirarlas porque él iba a trabajar y no a conquistar.
O al menos eso le había dicho a la señora Yuri, que había fruncido el ceño y rodado los ojos ante el comentario.
Fue así como sucedieron las cosas. Una pequeña fonda de comida a unas cuantas calles vendía la más deliciosa comida casera según las palabras de la señora Tiffany, que cada que podía iba por el almuerzo o le echaba una llamadita para que les mandaran la comida.
Ese día estaba nublado, las nubes estaban esponjosas sobre el cielo gris y se difuminaban mientras avanzaban perezosas sin muchos ánimos de irse y con muchas ganas de descargar el agua en los campos cercanos a la pequeña población.
